23 REPERTORIO AMERICANO Lisiados del espíritu Dr. García Carrillo Corazón y Vasos Consulta por cita Oficina en San José Electrocardiografía Metabolismo Basal Radioscopia Rodando por ahí, en épocas y en años, la nota discordante de los escépticos ha roto la armonía de los pueblos; fueron siempre, y son, difícil fardo para la sociedad. Constituídos en lastre humano, se adueñaron lentamente de las almas cercanas en definida tendencia destructora.
La voluntad del hombre, puesta al servicio de sus necesidades, es la fuerza cohesiva de todos sus actos; cuando la falta de ella convierte al hombre en un ser abúlico, sin fe y sin motivos de lucha. se origina esa casta retardataria de los escépticos. Casta son, en verdad, desgraciadamente prolífica y fecunda.
Tienen por lema, por defensa, por justificación, y por causa, una sola pregunta amarga que resume toda su actitud negativa. Para qué. La misma esgrimen para ocultar resabios sentimentales; para acallar sus ansias impotentes; para renunciar a sus ambiciones de poderío; para excusar su falta de voluntad: para ocultar sus complejos. Para qué. Dos palabras que escudan dañosa actitud! Apología absurda de los sin razón que se abstienen de actuar. Los escépticos. No tienen fe. No tienen Dios. No tienen amor para una Humanidad que sangra en las cercanías. No pueden creer. No quieren creer. Su impotencia espiritual es una gran mentira: en ella se colman a sí mismos de las consideraciones que no son capaces de arrancar a la Vida.
La fe es un galardón de las almas sencillas y buenas. Los escépticos no la tienen porque no son capaces de cultivarla, porque ni siquiera pueden tenerla en sí mismos. Qué es un escéptico. Un individuo que todo lo niega, y se niega a todo; se abstiene y se abstrae; se castiga y se inhibe. Dolorosa actitud que sólo entraña resentimiento! Porque ellos. los escépticos. son seres lastimados profundamente, tan profundamente que raras veces llegan a comprender el alcance de su propia tragedia.
Contra su modo de actuar, los luchadores del ideal emprenden brigadas constantes. Siempre hay quien intente redimirles. Algunos de ellos llegan a ceder por amor, cuando han sido hábilmente encauzados; los más vuelven las espaldas con sonrisas vestidas de injuria.
Nadie ha nacido sin fe, sin la necesidad de creer; sin amor para el prójimo. Por ello es que los escépticos. lisiados del espíritu causan tanto daño a la sociedad en que viven, pues ahogan en sí o en sus semejantes, la necesidad instintiva de confiar, de creer, de soñar. La actitud de los escépticos es hondamente lesiva al progreso y retardataria del triunfo.
El escéptico se inhibe y cohibe a los demás; para neutralizarle se necesitan grandes apor taciones de fe y entusiasmo.
Las causas políticas, religiosas, morales, científicas o artísticas se debilitan y afectan seriamente por los incidentales ataques de los abúlicos. Seguramente que, como se ha dicho los escépticos no quieren creer. pero el no creer de ellos es diferente al de aquellos que no creen por espíritu de investigación, de radicalismo social, o por ignorancia de doctrina.
El no creer de los escépticos encuentra sus más poderosos argumentos en la no viabilidad de las cosas; en su presentación inaccesible; en la imposibilidad de la sublimación humana. No creer. para los lisiados del espíritu, entraña una actitud doblemente negativa que, por su misma repetición, se constituye en positivo ataque contra la integridad moral de la naturaleza humana.
El escéptico desvirtúa hasta la expresión concreta de su propio placer; éste pierde valía y carácter de satisfactor en tanto que se acepta con un criterio fatalista. El placer y el amor, y el trabajo, y todo aquello que haya de venir habrá de ser para él y habrá sido, por una inevitable predestinación. Para qué. Para qué. oponerse. Para qué. luchar. Para qué. si los demás no han de darle al escéptico sino disgustos. Pobres argumentos los suyos. Pero cuánto daño causan! En todas partes, en todos los medios sociales, los escépticos rebajan la nobleza y bonanza de una vida que ellos no quieren. De estos lisiados. muchos, por ahí, hay en cada rincón del mundo; ahora muchos más por los estragos de una guerra terrible.
No son precisamente ellos los indicados para reconstruir cuando la Humanidad se desangra. No son ellos quienes han de alentarla guiándola por senderos de fe y esperanza. No es su influencia pesimista la que necesitan todos aquellos que han sufrido tanto. Por el contrario! Los hombres volverán a sentir fe porque la llevan implícita en su propia alma, porque la fe es amor y los seres racionales no pueden vivir sin amor.
Un amigo escéptico es un enemigo; un pariente escéptico es un extraño; un compatriota escéptico es un traidor a la Patria que no puede amar en su realidad positiva. Carga es de impudicia la tolerancia de los escépticos. Carga dañina y perjudicial. Carga de seres nocivos que minan las potencias humanas!
Los escépticos son factores negativos en una colectividad que debe extinguirles haciendo uso de todos los medios a su alcance. La índole del problema es de múltiples facetas de orígenes y manifestaciones abstractas que repercuten materializándose en una sociedad que sufre sus consecuencias.
Los escépticos deben eliminarse por todos los medios educativos posibles, valiéndose de propagandas, estímulos, reactivos, y demás medios de realización concresiva; deben desaparecer del seno de una sociedad a la que perjudican enormemente y a la que interesa su neutralización. Para ellos la labor educacional de un país no debe restringirse al aspecto meramente instructivo, sino que debe ocuparse preponderantemente de fomentar el alma de su pueblo, el amor a la Patria, a la tierra, a la familia, al esfuerzo que compensa con sus frutos.
Los hombres de los pueblos de gran fuerza cohesiva son profundos respetuosos de la Tradición y de la Historia; el orgullo que les liga, está arraigado muchos siglos atrás por una realidad social que satisface o exacerba sus necesidades espirituales y físicas haciéndoles luchar, incansablemente, por su consecución.
Los escépticos son una carga social de tremendas consecuencias, que toma proporciones alarmantes en países desorientados y pobres de espíritu racial y patriótico, porque no hay guerra, por cruel y sangrienta que sea, que pueda destruir los poderosos lazos que atan a los hombres de un pueblo.
Combatir a los escépticos es hacer labor humanitaria, por el prójimo mismo, por la Patria, por el ideal, y por la integridad y rectitud de las almas humanas que luchan por su propio mejoramiento.
México, 1947.
ANTONIO URBANO EL GREMIO En San Juan de Puerto Rico consigue Ud. la suscripción a este semanario con: VICENTE CO.
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