REPERTORIO AMERICANO 321 RICARDO SEGURA (DATOS BREVES. En el Rep. Amer. Envío del a utor, en San José de Costa Rica) Hace poco por teléfono se me comunicó de improviso, repentinamente, con la rapidez de la vida misma, que Ricardo había muerto. En los primeros momentos la noticia me aturdió sordamente. Ricardo, bohemio y silencioso había muerto.
No pretendo ahora hacer su apología, ni menos decir que la estrella exquisita de la poesía alumbró su existencia. Cierto es que escribió perdidos versos y personas que decíanse sus amigos le llamaban, maliciosamente. Poeta! esos nada les digo; nada hay que decirles. No así se les puede negar agradecimiento a los que como verdaderos compañeros de alma noble, aun pudieron hablar amablemente, en el silencio, sobre el desaparecido.
He ahí la bella desnudez oculta de su alma.
Cuando habla de sus locos sueños de juventud en que es arrastrado con ella incógnita también de su vida en el vértigo del mundo, Sin la verdad profunda de la muerte para que dulcificara nuestros pasos y el dolor tan lejano que se creía imposible. parece sencillamente otro. Pero esas frases, esos versos de su dicha melancólica, se doblegan amargamente ante la incertidumbre nacida del choque entre su conflicto y la incomprensión ambiental y así, como arrepentido de lo que dijera, de lo feliz que pareció ser, cree necesario confesar sentidamente: Ricardo Segura Dibujo de Francisco Zúñiga. 1936.
nillo. Helena y mi muerte y resurección bajo la luna nueva Perdidas en el acompasado desorden de su habitación y en el continuo papeleo, quedaron las modestas creaciones que Ricardo mantuvo celosamente disimuladas, ocultas quizá en la mente, tan sólo esbozadas en el papel, cambiadas en la redacción, diluídas en su estilo.
Dolido por su muerte pensé dedicarle algunas palabras; sacar un esquema de su vida.
Tomar fechas, buscar datos o indagar la presencia de amores de sus días. Ello que parece sencillo a un sobrino es, sin embargo, difícil, pues el mutismo de Ricardo impidió conocerlo a fondo, en su interior, en sus ideas.
En mi mente tan sólo brinca gozosamente ese humorismo que siempre manejaba con tanta discreción para molestar a algún presente sin lastimarlo o para reír del mundo en general.
No recuerdo una sola de sus frases escogidas; probablemente no las tuvo. En un sentido estricto fué una incógnita para sus familiares, tanto que dos de los versos publicados en El Universitario se puede decir que eran cosas nuevas para nosotros. Hoy, con algunos de sus trabajos en mi poder dibujos, prosa y verso se puede leer mucho de entre líneas. Quizá se pueda hablar de ello en ocasión más propicia.
Frases amigas han dicho que sin duda fué un intelectual al que no ayudó la suerte.
Eso importa poco. Fué un hombre sin favores del destino; incomprendido por el medio, debatiéndose entre los inconvenientes que un país pequeño y en plena desorganizada evolución presenta a aquellos que no logran colocar exactamente sus aspiraciones en los estrictos casilleros de: Farmacia, Derecho, Ingeniería, etc.
La opinión popular siempre se inclina a decir que aspirar a poeta, a escultor o algo similar es bello pero que con versos no se vive. muy ufanos creen tener razón! Aun nada saben de aquellos que no aspirando a la riqueza material, como ellos viven la vida hermosamente dolorosa del alma sensible que olvida el cuerpo y quiere existir alimentandose de cielo, sin llegar a él plenamente y sin lograr tampoco la tierra. Corazones de integración tan sutil generalmente nunca llegan a descollar porque en parte no lo desean; quieren vivir callados, retirados, tener tiempo para todo. saber mucho, pero no con métodos llamados pedagógicos que pretenden pasar por el cuello de una botella a cuanto ser ha creado el Señor. Conocer de la vida, no de los hombres. De lo colectivo, no de lo individual.
Lo positivo es que Ricardo vivió para desaparecer finalmente desconcertado. He ahí los datos biográficos inevitables del Hombre. Pero Ricardo, según él, vivió y murió para resurgir nuevamente: Cancionerito del InfierVez Bien sé que soy un amargo anhelo de futuro y que entre mis dedos el futuro se desglosa como una angustiada flor presente. través de las palabras del resto de su Primer Sueño, se presiente intangiblemente, se adivina y se muestra como un relámpago nocturno la existencia de la mujer que fué el misterio de su vida. Según parece se llamó Margarita. Antes de ella hubo una Helena a la que dedicó, a mi parecer, sus mejores versos: y fué, sin embargo, Margarita la que lo haría cantar sus poemas más amargos, más intensos. casi confusos. No soy yo el que dirá si ella lo inspiró, destruyó su inspiración o bien, mató juntos al poeta y al hombre, porque a Margarita la eterna. cuándo dejarán de cantarla los poetas?
Reflexiono sobre ese nombre y en mi memoria forma un óvalo el recuerdo de una corona adornada con diminutas flores de inmaculados cuerpos blancos y tupidos corazones amarillos que en el postrer instante le acompañó llorando rocío al Cementerio.
Margarita fué amada, invisitable, etérea, idealizada, no mujer sino idolo contra el que no cabían terrenas acusaciones y que por circunstancias varias la perdió con el tiempo. Po.
bre Ricardo. Adónde puede ir un hombre que no quiere que le devuelvan el corazón. Que mi muerte está atrás, en donde tú quedaste Ancla de brazos tibios que me mantiene sujeto entre las cosas. Resurrección. Qué dia entre los pinares de oro. Ya cornean las sombras las astas de mi toro diurno. Seré yo con mi ropaje moreno de nueva carne dulce y nueva sangre lleno. Cómo canta el corazón pascuas de resurrección! sin embargo, Ricardo morirá una más antes que Dios lo llamara a su seno. Hubo, también, una Lucía en su vida y una Margarita. y para amarlas todas fueron una así como unidades para que él muriera.
Al pie del Soneto de Antonio Machado se dice que puso la nota trágica: Del libro Cantares de mi muerte y Resurrección. Próximo a editarse Glosa trágica que fulgura en sus extraviados papeles como fatal augurio de su verdadera y temprana muerte.
Ricardo murió joven, isi recién cumplía los 33 años! y iqué viejo parecía!
De temperamento parlanchín para con aquellos que creyeron ver en su persona a un hombre golpeado por la mala suerte al que se tenía derecho a ultrajar, era, por el contrario, callado y silencioso con los suyos. Se dice en frase que parece hecha para los que se asombran de su mutismo: Sólo el silencio y Dios cantan sin fin.
En Mi Primer Sueño se refleja estupendamente su carácter y los rasgos fugaces de su existencia asombrándonos ver en sus primeras palabras un hombre, que habiéndose convertido en taciturno. casi prudente, parece encerrar muy dentro en su corazón golpeado, muerto como él dice, un secreto que despide en escogidos momentos áureos destellos, reflejos agridulces de su ser.
Su vida es recuerdo a partir de ese momento. Ricardo, que quizá hubiera llegado con el tiempo a practicar el principio de que la felicidad está en nosotros mismos, se esfuma, desaparece y bohemio, cansado de la vida, pensando en lo pasado y tratando de acordarse de lo que no recuerda, dice que su corazón va por los pasillos neblinosos con su sonido de pasos uniformes y en la monotonía de su existencia todavía quiere a la virgen de toda esta oscura materia de su poema.
Pocos años faltaban entonces para su muerte. De un momento a otro desaparece definitivamente, fulminantemente. Su incógnita se hace aun mayor. qué quiso. qué logró?
Un reducido grupo de amigos le acompañó al Camposanto y palabras sinceras dijeron una sencilla oración fúnebre.
Pienso ahora en el título que escogió para su obra hasta ahora inédita que es tan significativo, tan de doble sentido para los que lo Su sentido es cubritte y lo bello es su secreto. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica