Feminism

287 REPERTORIO AMERICANO El poemario se titula Vaso de Resplandor, vaso de luz, pero ¿no es un cáliz agreste, áspero, agridulce? No afluyen de él brisa pri VASO DE RESPLANDOR maveral o aroma pristino. Es un cáliz que tie Un nuevo poemario de Luz Machado de Arnao Por IDA GRAMCKO (De El Nacional. Caracas, 27 novbre, 1947)
Beko Luz Machado de Arnao ne sed y pregunta. Sólo en veces. la paz suelta sus lentos palomares en una descarga blanda y tranquila. Por momentos, uno querría trizar el vaso, volverlo añicos. hacer de nuevo la obra alfarera, laboriosa, cotidiana, maciza. Porque se siente el temor de que no debe darse lo que es quebradizo. dice la autora del libro, recorriendo los originales tachados y corregidos. Aquí hay una estrofa que tiembla. Cómo haremos para que se mantenga firme? La fabricación de unas muletas artificiales sólo harían falso su paso y errado el camino. Pero aquí. interrumpo hay un cielo de junio. es de cristal el aire por los montes azules. Dentro del mundo todo se quebraría al tocarlo. Como fruta de vidrio en instante maduro. Qué importa que el vaso se quiebre si es por la intensidad del contenido. si se rompe por endeble? insiste. No hay nada más peligroso, más huidizo que esta Lumbre que se apaga, que este Contorno de humo que se pierde, que este borroso terrón de Arcilla. Vayamos a la historia del poemario. Cuándo empieza. Después de Ronda y de Variaciones en tono de amor. Comencé un buen día a escribir sonetos de la manera más natural. Pero ahora, tengo que confesarlo, vuelvo a sentirme muy bien dentro del verso libre.
Dentro, dice, como si habitase una casa en la que no hay sino olores y rumor, pasos y perfume, sonido y brisa. mejor que dentro de una casa, dentro de un camino, puesto que el verso libre es un hogar casi sin paredes y cuya puerta es una empalizada musgosa, verja con flor abierta en lejanía. Tengo que pensar un poco. dice si va a convertirse en relato lo que es historia intima.
Luz Machado de Arnao se ha recostado, como esas siluetas ociosas que decoran cromos antiguos, sobre un barandal que sería de mármol si no fuera invisible. Mientras tanto, pienso que la historia de su poemario comienza así: La luz, dentro del vaso místico, del vaso de oro que se coloca ante las imágenes, se hizo espiral de lumbre. Se la veía luchar entre las paredes minúsculas, debatirse, queriendo liberarse del límite cristalino. En el vaso se quemaba la yerba sagrada. Pero la lámpara quería repetir el argumento maravilloso de Aladino.
Quería emigrar al bosque, iluminar las cabañas, encender haces de leña y hasta las manzanas que se doraban sobre una astilla. Quería salvar el cerco del envase y sólo lograba salvar un hilo de humo. El brillo quedó en el fondo, rezagado, como un ojo febril contemplando la dichosa suerte de la voluta. dónde iba?
La vió trazar en lo alto construcciones que se derrumbaban para volver a alzarse, mantenidas por columnas grises. Un contorno transparente, casi líquido, levantaba errabundos edificios. Después todo se perdía en el mar, el mar humeante que se agota, súbitamente, sabe Dios en qué orilla.
Con el humo iban girando pequeñas hebras de ceniza. El ojo de fuego las observaba sabia que descenderían, llevadas por el viento, a la copa de un árbol que era también coun vaso de resplandor cuando el sol caía. Humedad, polvo, tiempo, las harán arcilla. qué hará con la arcilla, con la materia primaria, con lo que se entrega sin forma, Luz Machado de Arnao. Volverá a repetirse el proceso de luz encerrada y humo libre? Si fuese fiel a su nombre, se quedaría con la lumbre, con esa Presencia de la fe desenvainada de su poema que dice: Salvadora del fuego en esta hora tensa y definitiva, prisionera, como la voz de acero de una espada. El aire. volverá a tentar la mecha dorada, el párpado y la pupila. volverá esta pupila a sonar con el árbol desde el que desciende la ceniza? Más fiel que a su nombre, Luz Machado de Arnao pensará que, inevitablemente, somos fieles al humo y a la tierra misma. Sobre la luz de su vaso, derramará espirales y ceniza, hasta que el resplandor se haga aquilatada penumbra.
Toda su obra en gestación tiene calidades neblinosas, terrenales, lumínicas. Pero lo más probable es que por ninguna, en totalidad, se decida. El pensamiento, enérgico, desciende por pequeños laberintos, escalas y tramoyas que despliega para cruzar airosamente el vacío. La forma culebrea y llega a ser retorcida. En el soneto. en el poema libre está siempre su Biografia del Litio en la que el silencio, según su decir, formó su arquitectura. Narciso te dejó su huella viva y la dibuja intacta, cielo arriba, el espejo remoto de la estrella. Qué blanca historia podría contar Luz Machado de Arnao al borde de este lirio. Será un lirio, a su vez, el vaso resplandeciente con que titula los veinticinco poemas. La poesía adorado ejercicio, dolorosa labor cuenta ya de vuelta de su recorrido intimo es la única gracia que poseo con conciencia. está presente en mí como el fuego en el leño que, aun antes de ser encendido, conoce su aptitud para la llama, sólo por haber tenido la raíz hundida en la entraña terrenal que comparte su génesis. Para llegar ella, no es preciso, tampoco, enfrascarse en muchas y dispersas lecturas. He leído muy poco. Lo imprescindible para pulir el ánimo y alzarlo, pero sin aherrojarlo. Ahora sí me he impuesto una disciplina de humanidades, cuya inmediata bondad percibo ya favorabilísima. Pero siempre he escogido libros de poetas para leer y ya sabemos cómo hay poesía en cuento, novela, historia, hasta en la Filosofía, cuando hay quien, como Mallarmé, puede definir la unidad escueta de aquella, hablando de la ausencia eterna de la flor dentro del ramillete concreto que la rodea. Además, con Sor Juana o Santa Teresa creo que aun cuando nos aten las manos y nos cieguen los ojos, la poesía existe en cada cosa siempre que se cumpla la condición de ser poeta. ya es tener, cien, mil libros por delante, leyéndolos constante e incansablemente.
Lectura de la vida podríamos llamar esta jornada en torno a las páginas de los años que se apiñan como racimos dispuestos a exprimirse en el recipiente. es curioso que pensando nosotros en este mosto dúctil, Luz Machado diga. Publico porque es tan hermosa la convivencia cordial entre los hombres, que no sé resistir tampoco el deseo de establecer el diálogo fino y alto que entre ellos y los habitantes del gran territorio poético pueda lograrse, empleando signos tan sutiles y armoniosos como los que en el universo emplean el cielo y la tierra para hablarse: árbol, lluvia, ala, musgo, luz, piedra, pez, llanto, amor, soledad, silencio, entre los cuales pasa y crece el tiempo en el aire, uniéndolos en la más mutable y eterna presencia. Si a los poetas nos dejaran seis días el mundo, es seguro que la paz crecería como un racimo dulcísimo sobre los hombros de los hombres. Qué haría Luz Machado de Arnao si le dejaran seis días el mundo. Qué haría ella que ha intervenido en lo que se ha llamado el movimiento feminista venezolano en forma también sutil y armoniosa. sin acudir a la estridencia, en carácter alado, arbóreo, como están, para ella, los signos con que dialogan la tierra mansa y el cielo limpio? Fundaría, quizá, una ciudad sin nombre, en la que todas las viviendas tuviesen franca la entrada y las ventanas abiertas. en la que cada poeta tuviera su torrecilla. Sí, señores, su torrecilla. Hay personas que nunca han comprendido el significado de esta eminencia tan útil para la poesía. Están muy bien la calle, la casa y el jardín sembrado con plantas queridas. Está muy bien el helecho colgando, como un penacho, en un recodo húmedo y sombrío. Pero, a su vez, está la torre muy bien. Porque. qué poeta, que lo sea de verdad no ha sentido la necesidad de subir apresuradamente los peldaños de esa dimensión altísima? Muchos, por no tener la torrecilla, se cierran en su habitación con cuatro llaves y colocan un cartel en la puerta. Prohibidas las visitas. No sería más fácil y más natural que la casa de todos los poetas fuese como un pájaro blanco levantando su rojo pico? Ese pico es la torre y de ella salen hondos y sonoros trinos. Los enemigos de la torre, los malos ingenieros, dirán que la soledad, si es auténtica no podrá destruirse en la calle ni en el jardín. Pero ¿no seducen los paisajes? los rostros. no fascinan? Hay momentos en que las paredes de mo Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica