REPERTORIO AMERICANO 339 Yo le dije entonces: Bueno, como yo no esperaba tener que alimentar a un venado, me temo no tener nada en casa para su gusto. Déjeme ver. No sé si le agradaria un poco de harina de trigo o una caja de salvado?
El repuso: Muy bien. Le traje eso en una fuente para estofar de gran tamaño. Lo comió todo y lamió la fuente hasta dejarla limpia y dijo. Si ahora usted dispusiera de un poco de alimento verde, me parece que podría hacer la jornada.
Yo le contesté después de echar un vistazo a la hierba del jardín. Salga y vea si le gusta la hierba del jardín.
La puerta era ancha y alta, por suerte, y el animal salió suavemente. Me pareció que se sentía como en su propio suelo y lo escuché mordisquear la bierba por largo rato. Luego se acercó al vestíbulo y asomó su cabeza enorme y dijo. iAidos! no olvide que un venado no puede estar clavado en una pared por toda una vida.
Libros colombianos y venezolanos Minnie ALDEN.
Ediciones antiguas y modernas Colecciones completas de Boletines y Revistas agotadas Lo que no tenemos lo solicitamos Pedro Carmona Apartado Nacional 12 37 Bogotá, Colombia La autora es una señora respetable. Se complace del parentesco con Longfellow, el poeta americano. Así resulta para nosotros un tesoro.
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New Ruskin House, 28 30 Little Rusell Street, CI London, England Exaltación de la Madre campesina MUJER, TU ERES LA MADRE TIERRA. En el Rep. Amer. Envío del autor. Este her moso poema fué premio único de las Ferias Agro Pecuarias de Venezuela. 1942. Eduvigis, Gumersinda, y eres tú como la tierra Críspula. o como te llames, cuando sufres, cuando pares, mujer del nombre infeliz cuando te inmolas sin quejas que te puso el Almanaque; por dar a todos tu sangre india color de la tierra en la cruz del diario afán que se ha chupado tu sangre; que clavan manos culpables!
siempre callada y humilde, concubina, bestia, madre, Eduvigis, Gumersinda, tres veces te nombro santa Críspala. o como te llames, y al comenzar a cantarte hembra menuda y cetrina barra el polvo que tú pisas de mis anchas soledades, con la pluma del romance!
perdida en el triste olvido de algún rancho miserable; Como esta tierra infinita la de las manos nudosas, que apenas muda el paisaje, la de los pechos exangües, en sierra, en costa y en llano la de los diez muchachitos eres ana en todas partes, desnudos y muertos de hambre, que si acaso cambia el nombre basta tu cocina humosa la vida no hay quien la cambietengo que ir a buscarte y así te reconocemos, para decirte a ti sola llamente como te llamen, con clara voz de romance: por tus muchachitos sucios, cuando tu vida sin premio tu fogón que siempre arde calladamente se apague y esos ojos de agua turbia y tu hombre con dos peones apagados y distantes al cementerio distante que como tanto esperaron se lleven en una hamaca hoy ya no esperan a nadie.
tu magra y sufrida carne, y el mayor de tus muchachos La gracia de otras mujeres vaya detrás, sollozante.
nunca rió en tu semblante, entonces. quizás entonces!
ni siquiera cuando el hombre felicidad inefable te trajo al rancho una tarde con una luz de otro mundo entre caricias violentas te florecerá el semblante, y varoniles alardes.
porque verás unos hijos Bajo su mano callosa alegres y saludables quieta y muda te quedaste, labrando su propia tierra, como un animal sumiso la que abonaron sus padres que tiene al amo delante, con sudor de brazo esclavo, y así has vivido en silencio, con angustias y con sangre.
pequeña sombra incansable, Porque verás unos ranchos entre gritos y trabajos, con jardincillos delante sierva de machos brutales, que dirán cómo es de buena con tu rosario de hijos, la vida que adentro hacen, con tu cruz de enfermedades, y habrá paz sobre los campos en la noria del trajín y alegría en los hogares que a tu muerte ha de pararse.
limpios, en donde los niños Flar de anónimo heroísmo, serán niños, que en las tardes concubina injerta en madre!
volverán de sus escuelas con el pecho acribillado cantando cantos rurales por más agudos puñales y que tendrán sus juguetes que espinas tiene el cardón como los de las ciudades.
en la supliciada carne. habrá familias felices Todo el dolor de esta tierra en torno a mesa abundante en el corazón te cabe, donde el humo de la sopa porque es dolor maternal, ascenderá en espirales fecunda pena entrañable, como en el cromo hogareño de un viejo pintor de Flandes. ésta será tu cosecha, isembradora, mártir, madre!
que te entregaste a tu gente con fe que no tuvo nadie, que te fundiste en el surco de tu vida incomparable como la mejor semilla que en el conuco enterraste.
para que espigas de dicha reventaran en el aire!
Eduvigis, Gumersinda, Críspela. o como te llames. que si acaso cambia el nombre la vida no hay quién la cambiemujer que andas a esta hora librando el mejor combate al lado de tu hombre rudo, junto a los hijos con hambre, yo te saludo en el símbolo, el más puro y perdurable, de Venezuela, en el día de su más glorioso trance: Tú redimirás la tierra con valor y fe indomables y estarás en la cosecha y en el pan que el hombre parte con mano que lo ha sembrado, con rostro apacible y grave. una oración inaudita será tu nombre de Madre en las bocas de tus hijos que ya nunca tendrán hambre!
Héctor Guillermo VILLALOBOS.
Caracas, de noviembre de 1942. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica