Democracy

REPERTORIO AMERICANO 377 SELECTA La Cerveza del Hogar ELECT el actual mundo político la lucha a muerte entre una y otra tendencia. no podía ser de minera distinta, puesto que uno de los principios que inspiró nuestra obra, desde el propio día de su fundación, fué el del respeto a la personalidad humana.
Las conferencias panamericanas han hecho perentorias recomendaciones para que se difunda entre los estudiantes el conocimiento de los principios democráticos. Pero nos ocurre pensar que lo capital no es el aprendizaje de tales principios sino la práctica de ellos. Vivir la democracia. hacerla funcional, actuante y no satisfacerse con la simple información de su significado: esto es lo que importa, lo mismo que la vida de la colectividad social que es la escuela. De ahí nuestro empeño en crear un ambiente propicio al ejercicio consciente de la libertad: la libertad dentro de la ética, la equidad, el respeto y el orden; la libertad con deberes y no sólo con derechos: la libertad responsable: la que dentro de estas normas permite a cada cual desarrollar su personalidad hasta el máximun de sus posibilidades.
La oportunidad de actuar, de colaborar, de hacerse útil, puede sólo de esta manera ponerse en evidencia.
Ha de ser muy monótona la escuela en donde profesores y alumnos no tomen nunca iniciativa alguna, y en donde no pueda moverse nada sin la inmediata del superior.
EXQUISITA SUPERIOR buena escuela para él la del dogmatismo y la esclavitud. Importa que el ciudadano de la democracia se dé tempranamente cuenta de la responsabilidad de sus actos y de la interdependencia en que todos vivimos, o dicho de otra manera, se haga consciente del sentido social que han de tener sus actos individuales.
Todo esto ha de lograrse dentro de un sentimiento nacionalista que responda a un noble y generoso concepto de la vida internacional. No el nacionalismo del pueblo escogido por la Providencia para hacer la felicidad de los demás hombres; no el de la raza superior, única y pura; no el de los ciudadanos en perenne entrenamiento bélico, adoctrinados desde niños para la pelea; tampoco el de los tímidos o resentidos, recogidos en hosco aislamiento; no el nacionalismo engreído y agresivo, o el de los orgullosos pusilánimes, sino el hecho de varonil amor a la patria, sin recelos ni jactancias, con frío conocimiento y serena conciencia de la propia nacionalidad, con anhelos de mejoramiento y progreso, pero con voluntad de acción armónica, estimulada adentro, y generosamente proyectada afuera. Nacionalismo con decoro, mas sin vanidad desafiante ni complejos de insatisfacción.
EL FUHRER PRINZIP Visitando en más de una ocasión, en el curso de los diez años anteriores a la guerra, las escuelas públicas de Alemania, nos sorprendió hallar en ellas una uniformidad desesperante: maestros y muchachos autómatas, paso de ganso en lo físico y en lo espiritual, decrepitud de la personalidad. Se nos explicó que todo esto obedecía al Fuhrer Prinzip o Norma del Fuhrer. Entendimos primeramente que con esta expresión se hacía referencia a los cánones dogmáticos e inflexibles del autoritario autor de Mein Kampf, mas luego fuimos dándonos cuenta de que la nación entera se hallaba constelada de fuhrers de las más diversas magnitudes, cada uno de ellos con un preciso e in modificable radio de acción. El maestro de la más insignificante escuela era allí un fuhrer a quien había que temer y obedecer ciegamente. Dependía él de otro fuhrer el inspector cuyas estrictas órdenes tenía a su vez, que ejecutar sin el menor asomo de un reparo.
Este inspector, a su turno, dependía de otro fuhrer, y así, en sucesión de automatismos rígidos, hasta llegar al Gran Fuhrer, dueño de la nación. El Fuhrer Prinzip era, pues, una institución que cubría con su manto de plomo a la nación entera. No hay para qué agregar que contemplación de este espectáculo robusteció nuestra fe republicana y que nuestra conducta dentro de esta escuela se ha seguido moviendo, como se movió desde sus primeros pasos, hace ya treinta años, en un sentido diametralmente opuesto al del Fuhrer Prinzip.
Yo confío, alumnos del Gimnasio, en que la claridad y la belleza de estos campos, y la pulcitud de este ambiente que en lo físico y en lo moral fué característica de vuestra casa de estudios, haya impregnado vuestro sér hasta las reconditeces de la subconsciencia. Yo quisiera estar seguro de que en vosotros las fuerzas del bien obran ya como fuerzas instintivas.
Os educamos dentro de la libertad para que supierais hacer uso de ella. Quisimos a toda hora crear en vosotros la repugnancia por la hipocresía. Os enseñamos a no obrar por el temor, convencidos como estamos de que tal proceder sólo engendra rebeldía o servilismo.
Iluminar vuestra consciencia, haceros conscientes de vuestras propias energías para que con ellas mismas pudiérais buscar vuestro camino, daros generosas normas de vida: tales fueron nuestros propósitos y no tenemos por qué dudar de que ellos se hayan abierto paso franco en vuestro espíritu.
Como única retribución pudiéramos pedir de vuestra parte la seguridad de un sentimiento de lealtad para con quienes os dedicaron lo mejor de su vida. Mas ni siquiera esto queremos exigir. Nuestro anhelo es, hoy como ayer, dejaros libres, aun de juramentos y promesas.
Id por la patria, esto sí, alta la frente, limpios de corazón, sin odios ni rencores, valerosos, pero justos siempre. caballeros ante todo. Por nuestra parte podemos declararos que esta será siempre vuestra casa No importa que en un momento dado, os sintáis apartados de alguno de nosotros. No será recíproco este sentimiento. Ya Alfonso el Sabio nos dejó el consejo de que a los hijos hay que tratarlos siempre como amigos, y que si los hijos se tornan enemigos, hay que tratar a los enemigos como a hijos.
Los alumnos que terminan hoy sus estudios secundarios y reciben diploma de bachilleres oyeron ya de nuestros labios, en más de una ocasión, lo que en este día memorable de su vida quisiéramos decirles. Lleven ellos fuera de estas aulas la alegría de vivir que aquí creció con ellos. Lleven también el sentimiento de responsabilidad, el ánimo de colaboración, la entereza de carácter, la rectitud de propósitos y todos los principios de viril comportamiento que integran el Alma Mater de esta escuela.
ANTONIO URBANO EL GREMIO LA NORMA DEMOCRATICA TELEFONO 2157 APARTADO 480 La educación debe ser en todo momento un sucesión de experiencias, y no de imposiciones. No parece, en verdad, posible hablar siquiera de educación a quien no se den amplias oportunidades para actuar. Al menos dentro de una democracia tenemos la obligación de proporcionar al ciudadano desde su infancia ocasiones para que empiece a hacer uso de su reflexión. Si va a ser libre un día, no será ALMACEN DE DE ABARROTES AL POR MAYOR San José, Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica