REPERTORIO AMERICANO 253 En el centenario de Don Fed. Henriquez Carvajal y con su Director en la cárcel. la muerte de Lilis, precisamente el día de octubre de 1899, reaparece en su III Epoca y con nueva numeración: para cesar definitivamente el año 1901. En el Rep. Amer. Envío de don Rafael Anido, en La Habana, Cuba. Sigue. Véase el número anterior)
MONOLOGO ADSUM EL CENTENARIO COLOMBINO EN LA PRIMADA Las fiestas del Descubrimiento no han sido en Santo Domingo cosa vana, ni mera cortesía entre gobiernos establecidos, ni ocasión de pedigüeña candidatura al honor nimio envenenado de un asiento provincial en la Academia Española, ni caso propicio a los de alma arcaica para mostrar, con el apego a la ensangrentada conquista, el desamor de todo lo propio y nuevo. Por otras partes de América han sido eso las fiestas del Descubridor; pero en Santo Domingo, la tierra amada de Cristóbal Colón; la tierra de más recuerdos y mayor nobleza indígena de aquellos tiempos en que se ensanchó el mundo; la tierra que el ambicioso italiano descubrió con gloria y abandonó con grillos; la tierra donde, acaso, en su ai quilla de plomo, revuelto el polvo con los huesos, está lo que queda del cuerpo macizo e inquieto del Almirante, las fiestas han sido como filial tributo y como un renacimiento nacional.
La misma Academia, que en otras partes no es más que agencia hábil de España en América para defender sus míseras posesiones, las Antillas que arruina y corrompe, no es en Santo Domingo, donde jamás se apaga el alma de Enriquillo, más que como la tradición castiza del país y la única expansión segura del amor al arte en los tiempos revueltos que, en las ansias de la ordenación, atraviesa aún la patria de Juan Pablo Duarte. Son nueve jóvenes de alma generosa y aspiración nobilisima. juró Duarte, y realizó la fundación de la república!
Pintorescas y memorables fueron las fiestas del Centenario Colombino Americano en Santo Domingo, y no fué en ellas sólo de notar la alabanza, a menudo hueca, de lo pasa do, árbol seco donde va colgando la hinchazón la vanidad sus púrpuras chillonas, sino la historia, en sobria literatura, de la mente y el patriotismo del país; y la prueba de la capacidad grande y aspiración enfrenada de sus hijos.
No sin objeto habla Patria hoy de aquellas fiestas, sino por gratitud, puesto que como recuerdo del Centenario se han elegido dos composiciones, de la magnítica poetisa una, de Salomé Ureña, compañera del pensador Francisco Henríquez y Carvajal; y de Federico Henríquez y Carvajal la otra dedicada, con hondo pensamiento, a tres antillanos que no descansan en la obra de contribuir al rescate, equilibrio y bienestar de nuestra América: a Betances, a Hostos y a Martí.
Federico Henríquez y Carvajal, autor de la poesía así laureada, es hombre que se duele de toda injusticia, y ayuda a toda empresa de libertad, y busca por sobre mares y montañas el mérito americano, y enlaza a nuestros pueblos con las letras amigas, y suaves, y los amacon pasión. Patria es su casa, como la de todo buen dominicano, como la de todo americano bueno; y hoy publica, porque es de justicia, las bellas décimas. Tierra. Aquí estoi!
Yo soi aquel que, cuando sobre los horizontes de la patria se esfumaba la fatídica silueta de la tiranía, caldeada al beso de sombras de la dictadura, apareció en el estadio de la prensa con un alto propósito de civismo: la lucha por la vida por la honra de la República.
Yo soi aquel que, cuando asomó en el agrio campo de la política la candidatura de las imposiciones del continuismo, augurio del régimen de fuerza de los seis períodos, desplegó a los vientos de la ciudadanía la bandera de las libertades públicas para entrar resuelto en el palenque electoral de 1886 reñir la última gran batalla del derecho.
Yo soi aquel que, cuando se evocó el fantasma del Empréstito Harmont bajo sus auspicios se fraguaron esos complots de monopolios peculados que informaban los empréstitos holandeses belgas, usó del escalpelo de la crítica para hacer la disección económica de los empréstitos realizados o en proyecto.
Yo soi aquel que, cuando una serie de torpezas u otra serie de liviandades hacían posible el avance de las guardias haitianas fronterizas, con mengua del territorio patrio desdoro de la soberanía nacional, daba el grito de alerta denunciaba sin rodeos las liviandades las torpezas, mientras se esforzaba de continuo por contribuir a la resolución en derecho del problema planteado en mala hora por el Art. 4o del tratado domínico haitiano.
Yo soi aquel que, cuando el régimen armipotente omnimodo de la pacificación trocó en un mito la libertad de la prensa lo mismo que todos los derechos individuales, se mantuvo de pie no cejó en su alto propósito de civismo: la lucha por la honra por la vida jurídica económica de la República.
Yo soi aquel que, batido pero no abatido, agredido pero no muerto, encarcelado pero no humillado. impotente pero no vencido, nunca arrió la bandera de los principios que sustentaba, sino la plegó con honra dejando en pie la protesta del derecho contra las imposiciones y supeditaciones violaciones de la fuerza. Aquí estoi. Yo soi El Mensajero!
Alma fuerte, ino vaciles!
No tuerzas el rumbo cierto, enderezado a los más nobles ideales de la vida; el hogar encendido en virtudes; la patria enaltecida por la paz, el trabajo el derecho; el mundo redimido de toda suerte de servidumbre por la libertad, la moral la ciencia. Qué te importan oh alma! las diatribas del error, de la maldad de la ignorancia, si son injurias del tiempo, efímeras, tú eres inmortal vives en constante labor activa de obras de bien de verdad en perenne anhelo de verdad de belleza?
Por debajo del corazón magnánimo siguen pasando, locas e inciertas, las saetas de las ideas infecundas de la ruin maledicencia. La razón, educada en el amor a la verdad, se ha desasido, victoriosamente, de todo vínculo con el error, la superstición el fanatismo, asciende, ansiosa de luz, por la escala infinita del bien de la belleza. La conciencia, acendrada en el deber, no sabe de dolos, ni de hipocresías, ni de mentiras.
Mira, alma, desde la eminencia de tu misericordia, las torpes malas artes de la inquietud, del egoísmo o de la envidia; deja que cada uno cumpla la lei de su destino o la lei de su atavismo. Deja que ladre el mastín, que repte al gusano, que duerma la marmota; deja que hurgue o husmee quien, reñido con la razón, o privado de ella, se abandona a las furias de la bestia humana apenas logra ver las maravillas del mundo moral las del mundo científico, sino a través de la fe ciega o de la fe mentida. Déjales! Por encima de todo lo mezquino, de todo lo rastrero, de todo lo que se engolfa en el peca reza. madrugador o nocturno, ciérnese el alma, de cara al sol. templada al sacro fuego de la verdad, de la justicia de la piedad suprema.
Alma fuerte, ino vaciles!
Persevera con la pluma, con la palabra, con el ejemplo, en tu modesta sana labor de educación de civismo: mantén en alto, a los cuatro vientos del espíritu, la divisa cordial por amor por deberque luce la gloriosa enseña del periodista, del tribuno del maestro.
Año 1901.
EDUCANDO (Oct. de 1899, Año I, NO III Epoca. mis discípulos. (Nota. Información comprimida. Sólo Dios es infalible!
Guardémonos de excitir opinión de forEl Mensajero tribuna de civismo. mular juicios mientras no conozcamos los dafué fundado el año 1881. El 15 de noviembre tos antecedentes del caso.
circula su primer número. En el 2º semestre La pasión es pésima consejera.
del año 1886 (en octubre) se suspende la pu El prejuicio no es fruto de razón sana, blicación a causa de la persecución política que sino de razón enferma: apasionada o interesufre don Federico, quien se vió obligado a sada.
ocultarse para librarse de la prisión al triunfar Hai que ver con los ojos del alma con Lilis en la denominada revolución de Moya. espíritu sereno cosas hombres; con mayor Reaparece en el mes de abril de 1887; en con serenidad aún, si hombres cosas no desagratinuidad de numeración, pero con expresa indan.
dicación de: II Epoca. el 21 de mayo de Nada hai más difícil para la conciencia 1890 se produce el cese indefinido por las ra que distribuir propias ajenas responsabilidazones: que dieron con El Mensajero en tierra des.
José MARTI.
Nueva York, 1893. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica