Fascism

REPERTORIO AMERICANO 381 Carta de Nueva York JUAN LARREA EN NUEVA YORK Por Andrés IDU ARTE.
para discuen Bañista de Panchimalco (Oleo de José Mejía Vides. (En el Rep. Amer. Envío del autor, en Nueva York, como Prof. la Universidad de Columbia. ción de la buena tradición hispánica en la fra Museo de Arte Moderno se reunió ternidad de estos dos poetas de los dos mun tir los signos que Larrea ve en Picasso, publidos.
cados en un prólogo en inglés que inquieto, Ya había estado Larrea en el otro mundo, sorprendió, irritó y maravilló a la crítica aren el nuevo, en América. Alguna vez he dicho tística. Inquietud, sorpresa, irritación y maraque a partir de Unamuno, y siguiendo a Fe villa revelaban los ojos de los asistentes que derico de Onís, a Enrique Díez Canedo y colmaron la sala. Fué Chairman o Presidente a León Felipe, la tradición hispánica se anu del symposium Alfred Barr jr. uno de los dida en los últimos tiempos, de manera concreta rectores del Museo, que abrió el acto. Habló en unos los profesores, los críticos de primer término el arquitecto español José Luis manera mágica en los poetas, de las dos mane Sert, quien, a cargo del pabellón de la Repúbliras a quienes reúnen parte de las dos persona ca Española en la Exposición de París de 1937, lidades. se amarra más vigorosamente en fué quien pidió a Picasso la obra sobre Espalos que, con todo el significado telúrico que ña el horror de Guernica que es la que tiene todo éxodo, vienen de España a Améri dió motivo al debate. Sert contó los detalles ca en 1939. Entre estos está Juan Larrea, que del encargo, las entretelas del hecho. Habló viene a completar a la atmósfera más tensa de luego el periodista norteamericano Sekler, pinMéxico la pulsación del espíritu indígena que, tor aficionado, dedicado a libros de niños, que por propia voluntad, había venido a buscar al hace poco entrevistó a Picasso y le hizo prePerú años antes.
guntas atrevidas sobre su pintura. Negó de manera irónica y a veces sarcástica y violenta la interpretación de Larrea, y dijo que él no veía más que lo que las figuras de Picasso eran. un caballo, un toro, una mujer sin ponerse a atribuirle a Picasso símbolos conscientes y mucho menos simbología subconsciente. El hombre del público que cree que lo ve todo porque no ve nada, gozaba nadando en el agua chirle de su sensibilidad no virgen, sino necia. Luego Larrea, en francés no sólo perfecto sino bellísimo, hizo un prólogo a las páginas suyas que leyó Monroe Wheeler, otro de los directores del Museo, crítico de arte. No aparecían sino restallaban las interpretaciones bondas, más seductoras mientras más ilógicas, Víspera de la Cruz más altas mientras más se apartaban de la prosa dura de la tierra. En Guernica está la con(Acuarela de José Mejía Vides. dena al fascismo, la destrucción de un mundo liquidado y la creación de un mundo nuevo, que Larrea ve en la América de hoy y sobre Hoy Larrea es un español de México, como todo en la de mañana. No es que Picasso haantes fué un hispanoamericano de España, que ya pretendido decirlo, es que lo dice aunque siente en las yemas del alma las palpitaciones no lo pretenda y aun cuando no quiera. Romdel espíritu español y del americano y que, peolas de las eternidades. como Darío llamó con una erudición de jesuita, una fiebre de ilua los poetas, atalayas de Dios son los artisminado, un ardor de misionero, las vive descutas que ven aun más de lo que creen ver, que briendo en infolios, en reliquias, en fechas, en pinturas. El y León Felipe son, sin duda, los dos espíritus proféticos más inmersos en la lucha contemporánea, en las que ponen juntas la fe de ayer y las palabras de hoy. Conjugación difícil, para muchos extraña y peregrina, que hará de ellos en lo futuro dos de los hitos más simbólicos de nuestro tiempo. Rubén Darío los hubiera admirado sin seguirlos continuamente en su llama arrebatadora en León Felipe, concentrada en Larrea y Martí sin duda alguna hubiera formado falange de brazo con brazo con ellos.
Lo excepcional en Larrea es que ese fuego que a otros aparta de la vida diaria a él lo empuja a ella. Enlace increíble entre lo intangible y lo tangible, Juan Larrea al lado y con el apoyo de mexicanos y españoles de alta valía ha hecho en México el milagro de hacer vivir por años una de las mejores revistas literarios del mundo. Cuadernos Americanos.
Este es el poeta y el trabajador que ahora ha venido con su mensaje a Nueva York.
Niña de la Escuela El martes 25 de noviembre el anfiteatro del (Oleo de José Mejía Vides. Conocí a Juan Larrea en Madrid, allá por el año de 1934. Me llevó con él un día mi viejo amigo de París, el orizabeño Antonio Riquelme, uno de las cabezas más vivas y de las simpatías más cordiales que la bohemia hispanoamericana ha mandado a Europa. Lo encontramos en medio de una pila de libros y de grabados, de historia y de arte europeos y americanos precolombinos y, casi antes de que fuéramos presentados, se puso a hablarnos de los signos invisibles que relacionaban las dos culturas. Yo no veía tanto como él, pero su iluminación nos iluminaba. Sentí desde luego al hombre culto, extraordinariamente leído, y sobre todo al poeta. Como tal lo conocía yo, a través del movimiento creacionista, que mucho me interesaba, y en el cual hay el detalle simbólico de que estaban juntos el vasco Larrea y e indio peruano César Vallejo.
Estaba con Vallejo cuando lo vi por ma vez en Europa. Iniciaba yo al estudiante venezolano Neri en las maravillas de París y descansábamos en un café de Monparnasse de un día de visitas por museos y barrios populares, cuando pasaron Larrea y Vallejo. Nos dimos la mano, hablamos de España de donde yo acababa de llegar y adonde pronto iba a volver y nos quedamos hablando de ellos, con fraternal admiración, los hispanoamericanos. Un año después murió el gran poeta peruano en París.
Larrea se quedó en esta tierra con la riqueza de la amistad que tan alto espíritu como Vallejo tuvo para él, y con la huella de la que que Larrea tuvo para Vallejo, permanente, firme, tierna, honda. En ese modo de ser amigo están muchos de sus más valiosos quilates. también con mucho del sentimiento religioso y el sentido mágico que, de una manera silenciosa y soterrada, muy india, era una de las características del peruano. No es que Vallejo se lo haya dejado en herencia a Larrea, sino que los dos lo llevaban en sí, y mezclándose las dos facetas aumentaron su capacidad de acercarse al misterio poético. En Larrea aquel sentimiento y aquel sentido se daban de manera más activa, más agresiva, más fundadora, digamos de manera más loyolesca para recordar su casta vizcaína. Quizá podemos decir también de manera más teológica o, como ban querido los tiempos de rebeldía que el español ha vivido tan españolamente, más antiteológica. No creo exagerar al ver un símbolo de la reanuda Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica