Fascism

REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLIV San José, Costa Rica 1948 Viernes 10 de Setiembre No. Año XXIX No. 1058 QUE SE LIBERTE AL LEÑADOR Por Juan MARINELLO (En el Rep. Amer. No entres a Cuba que del fulgor marino, de los cañaverales sudorosos, hay una sola mirada que te espera y un solo grito hasta matar o morir.
El dia 27 de julio del año actual tuvo lugar, en el Salón de Actos del Ayuntamiento de La Habana, un gran homenaje a Pablo Neruda. Leyeron discursos alusivos la poetisa. Rafaela Chacón, el escritor español José Luis Galbe que expresó la adhesión de los republicanos españoles a Nerudael gran poeta Nicolás Guillén y Juan Marinello, vicepresidente del Senado de Cuba.
Ofrecemos a continuación el discurso de Juan Marinello.
Pablo NERUDA. Que despierte el leñador. Pablo Neruda La voz querida y poderosa de Pablo Neruda nos convoca de nuevo y nos reúne en una ocasión singular. Su voz perseguida, acorralada, asediada, presa, logra esta noche una hazaña reservada a su magnitud: burla el cerco de espesas vigilancias, salta por encima de las tercas violencias desatadas, vuela por sobre los pueblos leales y avienta sobre todos los americanos su mensaje libertador. Ni cabe a la poesía función más alta, ni otra fuerza que no sea la poesía puede cumplirla.
En actos como este, o en el gran acto difuso, lento y eficaz que es la coincidencia del campo y de la calle, los pueblos hispánicos están entendiendo con la entraña el canto de un poeta digno de su vastedad sedienta y tormentosa. Es que el cantor fuerte y tierno recoge, transforma y empina los temores, las angustias, las dudas y las esperanzas de millones de hombres y mujeres amenazados por la misma tormenta. Los poetas no son ya, como quería Rubén Darío, torres de Dios sino admitiendo, dentro de la vieja perspicacia, que la voz de Dios es la del pueblo; ni pararrayos celestes. más que en sentido de su encumbrada tarea salvadora. Los poetas mayores, los de comunicación y caudal caudal andador y comunicación sangrante. son, cada día más, señales guiadoras así en la tierra como en el cielo. la señal celeste y terrena, celeste por terrena, de Pablo Neruda se juntan esta noche sus amigos cubanos.
Bien pensado, los que nos congregamos en este Ayuntamiento de la Habana somos como los representantes de los muchos amigos de Pablo que no pueden estar con nosotros. No hace muchas horas que me narraba emocionado el poeta Raúl Ferrer cómo, al detenerse el tren que lo conducía a esta ciudad en un pobre caserío de su provincia villareña, un campesino amigo, al que no veía desde largo tiempo, le grito desde lejos, cuando el tren pasaba. qué sabe de Neruda? Que sigan creyendo los cortejadores impotentes de la poesía que el mensaje lírico no llega a las gentes de la masa. Lo que ocurre es que el pueblo vale más que la poesía y la poesía ha de valer mucho para acercarse a lo que tanto vale. El caso de Nicolás Guillén entre nosotros lo prueba nítidamente. Recordemos aquella razón honda y primorosa suya. con que Antonio Machado iluminó para siempre la cuestión. Escribir para el pueblo. Qué más quisiera yo!
Nuestra isla de sol marinero y brisa velera agrava esta noche su resencia en Pablo Neruda, y le cerca y le oprime con sus sales urgentes. En cualquier lugar en que sueñe ahora el poeta entre la humedad silenciosa de su tierra valiente y pensativa, al pie de los hielos andinos, hundido en la gran selva, lúcido y sonámbulo por las avenidas de la ciudad desmesuradale alcanzan, para saludarle la entraña, el viento y la luz de Cuba. El día en que se tome cuenta a Neruda de su rendimiento americano, nuestra tierra saltará en el balance como el contraste más leal; con la virtud de las resacas violentas que perforan y bruñen denuncia y caricia los sillares primordiales. Una Cuba que es en él como ese socavón fiel y complementario, y también eterno, que queda en los moldes después de retratada la escultura.
Yo recuerdo esta noche al poeta bajo luces distintas y busco, entre la heroica bruma que hoy le rodea, su luz mejor. Lo recuerdo, visión primera, en el París inquieto y desvelado de la última preguerra: ni deslumbrado ni altanero; buen ciudadano de su América, fiel a su propia encarnadura, señor de su señorío; ni la sumisión epigonal, ni el garbo retador del patio aldeano. Entendimiento, ansia y respeto del saber europeo, pero sagaz discriminación del intento y del mando de tal saber. Una madurez anticipada como instalada en la sangre hace doce años del encuentro que le daba dominio amable y natural autoridad entre los colegas francesas que habían entrado ya en los manuales de historia literaria. Pablo era allí nuestro mejor personero. Parecía, viejo achaque nerudiano, como que las cosas le rodaban, ajenas, por la frente desguarnecida, por los ojos adormilados, por la boca olvidada. era que las cosas ya le andaban por dentro, trabajando su juicio certero y empujando la decisión oportuna.
Tengo muy presente a Pablo en el Madrid sitiado por el fascismo. La lucha española, epopeya de epopeyas, lo conmovió hasta la raíz y lo contagio de su grandeza. En aquellos días, Neruda encontraba su gran senPBRİXENCH Juan Marinello (1948. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica