274 REPERTORIO AMERICANO leyes, cosa que radicalmente importa a todo gobierno justo.
cretas, y por tan buen carril encaminadas, que el mesmo Satanas no las podría dezir mejores. así también lo había llevado con engaño a la imaginación del encantamiento de Dulcinea, cosa que aún no estaba en la historia porque había pasado aura seis o ocho días. ruego de la duquesa cuenta en seguida, punto por punto, cómo hizo para que Don Quijote creyese que su señora doña Dulcinea era la rústica labradora ante la cual se habían arrodillado ambos en el camino del Toboso.
Entonces, la duquesa, por divertirse, dice con tono de recelosa seriedad las palabras graves que provocan la renuncia de Sancho. Finge que le anda en la mente un escrúpulo a propósito del concedido gobierno de la insula.
Puesto que Don Quijote de la Mancha es loco y Sancho Panza su escudero lo conoce, y con todo esto le sirve y le sigue, y va atenido a las vanas promesas suyas, sin duda alguna deue de ser él más loco, y tonto que su amo.
Sobre tal premisa funda sus burlescos escrúpulos la duquesa, y concluye preguntándose cómo sabrá gobernar una insula el que no sabe gobernarse a sí mismo.
Puede concebirse la decepción y el desabrimiento de Sancho al oír aquel atinado argumento. Pero con todo lo que había soñado y ambicionado y acariciado la imaginación de su futuro gobierno, no vacila ahora en rehusarlo. Se allana a las razones de la duquesa, piensa que son justas, y le abre candorosamente su alma para mostrarle los motivos entrañables que le mueven para seguir a Don Quijote:. somos de vn mismo lugar, he comido su pan, quierole bien, es agradecido, diome sus pollinos, y sobre todo yo soy fiel, y assi es impossible que nos pueda apartar otro sucesso que el de la pala y acadon. Muchas otras razones, y muchos refranes pone luego al caso de su respetuosa decisión, sin dejar de insistir en ella:. y torno a dezir que si vuestra señoría no me quisiere dar la insula por tonto, y yo sabre no darseme nada por discreto.
La duquesa lo deja hablar y luego, con discurso cariñoso y asegurándole que a pesar de la inuidia, y de la malicia del mundo Sancho ha de ir a tomar el mando en la insula, consigue que Sancho se sienta otra vez con entonado ánimo de gobernador.
ros. Cosa que aumenta la pesadumbre de su señor:. y dexemos esto aqui Sancho, que si mal gouernares, tuya sera la culpa, y mia la verguenca. añade estas sentidas palabras de su resignación: Dios te guie Sancho, y te gouiernc en tu Gouierno, y a mi me saque del escrupulo que me queda, que has de dar con toda la insula patas arriba.
Ofendido por esta salvedad de Don Quijote, su escudero no vacila en tomar la resolución que corresponde: Señor, replicó Sancho, si a le parece, que no soy de pro para este gouierno, desde aqui le suelto. con la misma modestia digna que demostró al renunciar ante la duquesa, tampoco niega ahora su capacidad escasa para ejercer el cargo de gobernador. Pero advierte que no él, sino su señor, lo puso en ello. Además que si por sus errores en el mando lo ha de llevar el diablo, más quiere él yr Santo al cielo que Gouernador al infierno.
Tocado en el corazón por la repentina humildad de Sancho, Alonso Quijano se desdice y conviene que por esas sus últimas razones juzga que merece ser Gouernador de mil insulas. bellamente añade:. buen natural tienes, sin el qual no hay ciencia que valga.
Acertada presunción de Don Quijote. Porque Sancho gobernó con celoso respeto a las Si nos despegamos de la interpretación moderna, anquilosada, del Quijote, hallaremos que es en sus últimos capítulos donde se aclara el destino total de Alonso Quijano y el transitorio de Sancho Panza. Transitorio porque su oficio iluso de escudero y su breve gobierno nada tienen que ver con su vida anterior en la aldea y porque seguramente vuelve a esta vida después que Alonso Quijano murió; mientras la hechiza caballería andante de Don Quijote reconoce su origen en las profundidades del héroe dormido. Las dos renuncias de Sancho Panza concurren a la mayor y artística consistencia del argumento maravilloso, sin precedentes en la literaturas, de una gobernación asentada sobre burlas, pero que es gobernación política efectiva. Situación que baila, con raro equilibrio, sobre la línea indecisa que separa, en vida del hombre, la realidad y lo ilusorio. 1) Véanse artículos del autor en La Prensa del 30 de noviembre de 1947 y del 25 de enero de 1948, titulado Alonso Quijano, el héroe dormido y Las dos tristezas de Alonso Quijano.
La estimación del tiempo Por SANIN CANO (En El Tiempo de Bogotá.
Junio 24 de 1946. fuere capaz Un avisado e inteligente hombre de negocios, a su regreso de Estados Unidos, donde ha pasado unas semanas de mayo a junio, refiere dos pequeñas experiencias personales no exentas de significado para el que de desentrañarlo. El viajero de quien se habla necesitó una máquina de escribir de marca muy conocida, y después de haberse procurado las señas de los agentes especiales de ese artefacto, en Washington, donde residía en ese momento, fué personalmente a comprar un objeto de tan fácil adquisición en todos los mercados del mundo, antes del fatídico año señalado en los anales de la cronologia con el número 1939. Su inocente solicitud no dejó de causar cierto asombro en los agentes vendedores de esa mercancía. Pusieron un semblante de sorpresa como imaginando que el comprador venía, probablemente, de algún país lejano, de complicado sistema de comunicaciones con los Estados Unidos, y privado de la iluminación provechosa que difunde por todo el orbe la libérrima y bien informada prensa saxoamericana. Una máquina de escribir. repitió el encargado, en forma de pregunta. El viajero creyó estar equivocado, y hallarse en un expendio de bebidas heladas, y volvió suplicar, ya con encarecimiento, que le vendiesen una máquina de escribir. La insistencia disipó parcialmente las dudas del agente, que preguntó ahora, si el solicitante tenía valedores en Washington que pudieran recomendarle a las respectivas autoridades para conceder el permiso requerido por las leyes y reglamentos para adquirir, por compra, el delicado aparato destinado a facilitar la transmisión escrita del pensamiento. El viajero tenía amigos en las esferas oficiales y diplomáticas, mediante las cuales obtuvo, con algunas demoras y dificultades, los permisos requeridos para completar tan pequeño negocio y con Otio escrúpulo, pero no de burlas, sino sincero y de Don Quijote, determina la otra renuncia de Sancho Panza. El caso ocurre después que su señor terminó de darle los consejos universalmente famosos y de una doctrina que no superan los comentarios del rey Alfonso el Sabio cuando hace sus leyes.
El pobre Sancho los escuchó como pudo, sin alcanzar en momento alguno las alturas ideales de su señor. Por eso le salen luego reflexiones ingenuas y desatinadas, como son con frecuencia las del sentido común. seguro de que los consejos mejores ya se le habían escapado de la memoria propone llevarlos escritos, y ya en la insula confiárselos a su confesor, para que oportunamente se los recapacite. puesto que él no sabe leer.
Oye Alonso Qujano con amargura las tristes razones de Sancho y arguye, decepcionado, lo mal que parece en los gobernadores no saber leer ni escribir. iQue aprendiese a firmar por lo menos!
Pero Sancho no cree que para su oficio de gobernador necesite ciencia ninguna. apoya tal criterio en una de esas interminables series de refranes que son el tormento de Don Quijot. Otros le sirven luego, en la misma plática, para suponer que una vez en el sitial de su gobierno allí nadie se animará a ponerle repatoda esta documentación se presentó de nuevo a la agencia, seguro, esta vez, de que podría conseguir el objeto de comercio que había menester. En la agencia de ventas recibieron los papeles, leyeron su contenido con una cierta impresión de duda claramente expresada en el semblante, los llevaron en consulta a entidades de más categoría, y después de algunos minutos volvió el agente vendedor, ya más ceremonioso que dubitativo, y con cierto aire de protección le dijo a nuestro buen amigo, en correcto español: Sí, señor, la casa tiene mucho agrado en venderle a usted la máquina que nos pide y le será entregada en marzo de 1947.
El mismo caballero de este curioso incidente, tuvo necesidad de comprar una pluma de fuente. No hallándola en los comercios de todo género de artículos, fué a la agencia especial de uno de los productores de este ar tículo. Sin muchos preámbulos le notificaron que podría contar con el estilógrafo de es?
marca para los primeros días del año entrante.
Estaban a su disposición los agentes para to mar nota de su nombre y su solicitud, que sería satisfecha en tiempo y con todos los distintivos que fuera su voluntad señalar. Hay hombres para quienes el presente es una obsesión, y el futuro una vaguedad inaprehensible. Nuestro compatriota es uno de éstos.
Para él la palabra mañana no se interpone de ordinario entre sus propósitos y la realización de ellos. Para mañana, no. dice con frecuencia, porque mañana el aspecto de los negocios y aun las leyes de la naturaleza pueden haber cambiado. Ya ven ustedes lo que ha pasado con la teoría atómica. Nuestro amigo poseía, y la tenía consigo, una pluma de fuente de marca igual a la que deseaba adquirir en esos momentos, pero requería inmediatas reparaciones para llenar sus civilizados a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica