290 REPERTORIO AMERICANO el hielo de noche larga, del corazón a la boca prende el dolor las palabras. Qué quieres, amor. No ves que Dios a los hijos manda honrar los padres, y el conde sus mandamientos quebranta?
Déjame, amor, que castigue a quien las leyes sagradas contra su padre desprecia; pues tengo por cosa clara que si hoy me quita la honra la vida podrá mañana.
Perdona, amor; no deshagas el derecho del castigo, cuando el honor, en la sala de la razón presidiendo, quiere sentenciar la causa.
El fiscal iverdad! le ha puesti la acusación, y está clara la culpa; que ojos y oídos juraron en la probanza.
Amor y sangre, abogados, le defienden; mas no basta; que la infamia y la vergüenza son de la parte contraria.
La ley de Dios, cuando menos, es quien la culpa relata; su conciencia quien la escribe: Pues ¿para qué me acobardas?
el Caballero de los Caballeros se le aproxima y le dice misterioso, cuerdo a lo Cervantes. Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos, y no os digo más (22. Pero le ha dicho bastante. Le ha insinuado que si desea que él crea, en sus mentiras o en sus verdades que él a su vez, crea en las suyas, mentiras o verdades. Cervantes era el Renacimiento, las variadas perspectivas. Era el eco de la voz del Cardenal Bembo en El Cortesano de Baltasar de Castiglione, era Erasmb y era Montaigne, en la España de los Felipes.
Era la resonancia del canto del Renacimiento.
Cervantes es a la vez la verdad de sus personajes y la verdad para la naturaleza. La verdad de Felipo de Carrizales, la verdad de Tomás Rodaja, la verdad de Cardenio, la verdad de don Quijote, la verdad de Sancho. Antes que Descartes, conoció Miguel de Cervantes, y dudó Miguel de Cervantes. Cubiletes con la ilusión y la realidad. Por eso nos sorprende y nos atrae, hoy, a los cuatrocientos años de su nacimiento.
Una poetisa nuestra ha pensado en estos días en Don Quijote y ha compuesto en su loor un soneto. Pero el soneto es también para Miguel de Cervantes. Porque Cervantes, como ha dicho en burilados endecasílabos la poetisa, es: Loco señor de todos los caminos, dueño de la Palabra y la Poesía; ancho río de miel tu jerarquía, es una pura flor de desatinos. 12) No puede ser. jornada I, por Agustín Moreto y Cabañas. 13) El mejor amigo el muerto, drama religioso: la jornada primera original de Luis Belmonte, la segunda de Francisco de Rojas y la tercera de don Pedro Calderón de la Barca, de cuyo último cuadro se toma la cita. 14) De un castigo tres venganzas. Jornada III, drama profano de don Pedro Calderón de la Barca. 15) secreto agravio, secreta venganza, Jornada III, drama profano de don Pedro Calderón de la Barca. 16) El Alcalde de Zalamea, Jornada I, drama profano de don Pedro Calderón de la Barca. 17) El mejor Alcalde, el Rey, drama de Lope de Vega: acto III, escena última. Este drama apareció en la Parte XXI de las obras del autor: se difundió a finales de 1635, a los pocos meses de morir Lope. 8) Peribáñez y el Comendador de Ocaña, acto III, escena XXVII, drama por Lope de Vega. Figura esta obra en la Parte IV de las comedias de Lope, editada en 1614. En el mismo año se hicieron tres ediciones de la parte IV: una en Madrid, otra en Pamplona y otra en Barcelona. 19) El castigo sin venganza, acto III, escena XVII, por Lope de Vega. El manuscrito autógrafo de este drama se conserva en la Biblioteca Ticknor, de Boston. Apareció editado en la parte XXI de las obras de Lope, orél editada por su hija Feliciana, en 1635, meses después de la muerte del Fénix. 20) Santa Teresa y otros ensayos, por Américo Castro: Madrid, 1929. 21) Don Quijote, parte I, capítulo XXV. 22) Don Quijote, parte II, capítulo XLI.
Panamá y Costa Rica. Setiembre de 1947.
denada por (10) Antes que todo es mi dama, Jornada I, por Pedro Calderón de la Barса. 11) Vida de don Gregorio Guadaña, por Enríquez Gómez, Biblioteca de Rivadeneyra, tomo XXXIII, página 275 Don Quijote de la Mancha y Celestina (En el Rep. Amer. El autor, en San José de Costa Rica. 1947)
Queda demostrado ese contraste entre la época, representada por Calderón y Lope, y ese espíritu genial de Miguel de Cervantes. Los ejemplos de Felipo de Carrizales y los héroes de los dos enormes dramaturgos hablan y explican el concepto del honor. Qué hay en este hombre magnífico, con esta dosis excepcional de humanidad que se llamó Miguel de Cervantes Saavedra? Me lo pregunto y me contesto: hay un estupendo renacentista. Miguel de Cervantes es el prototipo del Renacimiento español. Renacimiento y España.
El Renacimiento es el descubrimiento de perspectivas; es la diversidad de perspectivas, rasgo maravilloso de los tiempos nuevos. En el siglo XVI se ha emancipado el espíritu del hombre. Pedro Bruegel, aquel filósofo naturista, aquel hombre del Renacimiento del Norte, dió en el blanco. Dios, que constituía la ligazón entre la Naturaleza y el Hombre en la Edad Media, va desapareciendo al iniciarse el mundo moderno.
Cervantes duda antes que ningún escritor español. Duda y sonríe. El libre pensamiento ha despertado con él. Con la diversidad de perspectivas ha cambiado la realidad. Ya no hay una verdad. Hay muchas verdades. Tantas como espíritus. Pirandello dirá en nuestra época, cada uno su verdad. y así Américo Castro podrá hablar del pirandellismo de Cervantes (20. No escuchamos nosotros a Don Quijote decir por lo bajo a Sancho, casi murmurando, escapándosele, descubriendo el juego: Eso que a ti te parece bacia de barbero me parece a mí el yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa. otro le parecerá otra cosa. Sí. Ha sonreído Cervantes por boca de su creación. Hay más de una verdad: la verdad de Sancho, la verdad de don Quijote, la verdad de otro, de ése al que la bacia de barbero, el yelmo de Mambrino, le parecerá otra cosa (21. Cuando Sancho regresa de su expedición celeste sobre el mágico hipogrifo narra infinitas maravillas. en medio de la celebración que hace su público de los cuentos de Sancho, Hay entre el de la Triste Figura y la alcahueta varias veces emplumada, un contraste que a fuerza de serlo más parece un paralelo.
Don Quijote tenía (tiene) un sentido de la justicia, la hidalguía, el amor, que lo llevaba al extremo de aparecer loco. Su extremismo con respecto a estos conceptos los hemos vivido también nosotros, sus hijos, en ciertos épocas de nuestra vida, y a veces reaparece independientemente uno de los otros, el concepto quijotesco de la justicia, de la hidalguía o del amor, rompiendo el equilibrio vulgar o corriente de nuestras actuaciones o estados anímicos; y la Humanidad, que vive y se regula por el efecto de los contrastes, aprovecha estas irregularidades, estos desequilibrios, para formar la sinfonía de la Vida.
El otro personaje de nuestro apunte, vivió en época anterior a don Alonso. Celestina, hablando con reverencia. era su nombre, pues que era más conocida por otros sobrenombres alusivos a su oficio de alcahueta y mujer de vida airada.
En aquella vieja de Toledo se encontraba resumida la malicia y el engaño junto con la avaricia y la voluptuosidad. En su oficio de alcahueta, cada paso representaba un valor en moneda o en especie. Conocía el bajo fondo del corazón humano como la palma de su mano y explotaba la rica veta de la debilidad por el amor y por el dinero; a ella misma la movía una de estas dos pasiones: la del dinero. La otra no le interesaba y quizá que nunca la tuvo. Sus objetivos siempre fueron claros y precisos; con una precisión que sabía vestir de elocuencia.
Aquella lucha entre el criado fiel, Pármeno y el criado ladino, Sempronio. no la hemos sostenido algunas veces dentro de nuestra propia conciencia. Estamos seguros de la pureza de nuestra fidelidad a los principios?
es aquí donde invocamos la figura de don Alonso Quijano, para que nos preste su armadura y una parte de la hidalguía que le sobró.
Apunte final. Don Quijote, el tragicomico personal de Cervantes, es el símbolo de las ideas puras, del concepto espiritualista del ser humano, con sus triunfos y sus contradicciones, pintado con maestría sobre el fondo humano de la personalidad de Sancho, saltando, en virtud del contraste, el sentido humorístico del cuadro. Celestina, la vieja marrullera de Fernando de Rojas, el genio de las bajas pasiones, la hemos encontrado muchas veces, con vestiduras más respetables, en algunos parlamentos y en algunos puestos que se dicen elevados.
Ricardo CARBALLO Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica