DemocracyVíctor Raúl Haya de la Torre

REPERTORIO AMERICANO 47 El pintar una paloma de la industrialización variada que Venezuela es mucha facilidad, exige.
abrirle el pico y que coma, Convino el Presidente en el poder formiesa es la dificultad.
dable de una postura internacional independiente y digna, sin preferencias ni fobias, rePero yo tengo, además, un hermoso de, gida por la aguja democrática y por el real inber que cumplir. Li he entregado también mi terés de los pueblos: admitió la gran reserva corazón al amoroso cultivo de las letras; ellas que es para nuestros países, ante las coyunme han deparado ratos de felicidad entre los turas que se anuncian, un movimiento obrecontratiempos y las adversidades inherentes a ro cada día más unido, combatiente por sus todo vivir y a ellas les debo mi nombre, mi legítimas demandas y por el fortalecimiento dignidad y la fortalecedora esperanza de no de una democracia verdadera. Se me mostró perecer de manera absoluta cuando se me apa previsor y patriota, sagaz y progresista.
gue la luz del mundo. Estoy, pues, en la obli En medio de una América agobiada de gación ineludible de hacerle con mi conduc entreguismos de palo y palique: de palo, cota política honor a las letras generosas. No mo en Trujillo; de palique, como en Haya de es un hermoso deber?
la Torre, Venezuela, con su nuevo PresidenPocas horas antes de dejar la seductora te a la cabeza, debe ser una gran vía de espeCaracas me fui al Palacio de Miraflores a de tanza y de triunfo. Todos los demócratas de cir adiós a mi viejo amigo Rómulo Gallegos. América quieren un Gallegos sin sectarismo ni Sin espera ni ceremonia, antes de la hora se parcialidades, sin tibiezas en la defensa de la ñalada, se me abrieron las puertas del despa economía y de la libertad de su gran nación, cho presidencial. La charla fué larga, cordial, que es un poco de todos los americanos. Ese intima. Recordamos los lejanos días de New fué el gobernante que vi y sentí a mi salida York y repasamos el tiempo y sus mudanzas. de Caracas. Que triunfe de los enemigos lePronto la conversación recayó en la responsa janos; pero también de los domésticos, de los bilidad tan limpiamente asumida; en las gran que imaginan ganar su bondad nativa para des cuestiones que aquejan a Venezuela, a Cu vulgares encumbramientos! Así ha de ser, así ba, a la porción hispánica de América y en será.
los enormes peligros que hemos de encarar. En el abrazo de la despedida se me ocurrió No rompo secreto al declarar que encon aludir a las palabras de la copla. Me llevo tré al Presidente Gallegos muy firme en su de Ja seguridad, Presidente, de que cuando vuelcisión democrática: muy dispuesto a mante va a Caracas, usted habrá dado de comer muner, frente a todas las sugestiones interesadas, cho a la paloma venezolana. Pero no olvila vigencia legal de todas las ideologías y par de que andan por aquí cerca los que ayudan tidos políticos; muy respetuoso de todas las a los poderosos que, desde afuera, le cortan naciones, pero muy celoso de la soberanía de la ración.
la propia. Me habló largamente yo recor El Presidente sonrió comprensivo. Tendaba capítulos de novelas suyas leídas en la ga la seguridad de que así será, me respondió.
prisión de las durezas en que vive el campe Toda la América lo espera. Toda la América sino venezolano, de las estrecheces del traba que quiere ver en Rómulo Gallegos un trasjador de las ciudades, de la urgente reforma cendente Santos Luzardo curando de una vez agraria, de la necesidad de una educación que las mataduras de Juan el Veguero. Toda la llegue a todos los rincones del dilatado país, América lo espera.
definiciones artificiosas de las razas. por sus caracteres somáticos y otros intentos de clasificación científica. sabemos que el alma tiene su pigmentación como la piel, Que hay almas blancas y que hay almas negras.
Híbridos, por mestizaje intelectual y aviesa intención, resultaron, en todo caso, algunos historiadores de ambas márgenes del Plata, que de él se ocuparon. Después de todo, el alma criolla y en esto coincidimos con el mismo autor es un río de metal en fusión. Puede el artista, al vaciarla en sus moldes prestarle la suprema belleza que no vieron los siglos.
La europea, por el contrario, es una estatua fundida en sólido, inconmovible metal.
Sin serlo originalmente nuestro Caudillo, lo siguieron los gauchos. No lo fué por la raza, sino por el destino. Hizo la gimnasia del desierto para ser libertador y civilizador según la expresión lugoniana. Pero el gaucho pasó.
Producto embrionario y, a veces, un óbice a la evolución de la cultura, resulta luego victima de la crueldad del progreso. Otros. como el populacho rosista de las campañas o los arrabales urbanos, exigían, por adelantado prebendas o ración de sangre. Eterno sacrificado, no siempre a un destino superior, el gaucho nuestro. Pospuesto, por último, al inmigrante, tan sólo se le dió, en pago a su sacrificio, penurias, miserias y exterminio. El genial exégeta reclama el bronce para el hijo de la pampa, es decir, la carne heroica que ha de guardar su espíritu. Porque ha muerto bien. Porque era un hombre.
Las generaciones posteriores a la gesta; el pueblo libertado por su esfuerzo y su instintc fecundo, ya lo habían esculpido en el infinito espacio de su emoción y de su gratitud. Debe internarse el artista en el piélago anhelante de la imaginación popular, donde ha enraizado el numen y de cuyo fondo extraerá el aliento de bronce y la sustancia misteriosa de su propia creación; el sentido del paisaje y el sentido entrañable de la forma.
Estará bien ese símbolo del pueblo gaucho en la ciudad capital. Más alto que la perspectiva urbana, el miraje del horizonte nativo, Suelo y raza: pilastras de roca, sobre las que se apoya la personalidad del Caudillo. así, por sobre el murmullo de las multitudes jadeantes, que arroja la vida moderna al seno de las ciudades tentaculares, ha de privar en la imaginación del artista, vasto y luminoso pedestal. la visión del paisaje con su airón de cuchillas.
Gral.
Rivera. Viene de la pág. 40)
cordado al joven oficial artiguista, de apuesta figura, que describe Larrañaga. José María Muñoz, que militara en el campo político adverso, le atribuyó por sus inaneras mundanas, por su cortesía y por su ingenio, las condiciones de un hombre de salón, a quien él había visto desempeñarse, irreprochable, en tertulia de diplomáticos en los días de la defensa de Montevideo. Escribe el Caudillo, largo y tendido, en 1828, a Lucas Obes. Sorprende la epístola cuando, en medio al cúmulo de los comentarios circunstanciales, referidos a la campaña de las Misiones, alude, con verdadera en jundia crítica, a la actitud de las potencias europeas frente a los problemas de actualidad internacional. Esboza un paralelo entre los principios de uno y otro Continente y señala, con aguda perspicacia, las barreras que la Europa pretende oponer al contagio de la democracia americana, atravesando los mares.
No resulta dudosa, pues, la afirmación de que el Caudillo se hubiera familiarizado con el Contrato Social. y otras obras en boga en la época de sus campañas militares.
Tal como aparece en la famosa litografía de Fermepin, llevaba en las ceremonias oficiales y diplomáticas, con severa prestancia, el gran uniforme, con charreteras y laureles en oro.
Destaca Montero Bustamante, en su magnífica Semblanza, como lo rodeaban entonces los hombres de letras, magnates, personalidades y damas, a quienes encantaba su trato. Su aspecto era decoroso y reflexivo; su voz sonora y digna de un hombre de Estado, dice el General Paz en sus Memorias. De los humildes ranchos campesinos, pasaba, con singular soltura a las opulentas mansiones; y dormía lo mismo en la mullida cama de la casa patricia que sobre los cojinillos del recado o sobre el suelo duro.
Por exigencias de la adaptación integral a la vida del campo y a la mentalidad de sus moradores, se hizo gaucho Rivera. Para servir, con mayor eficacia, a sus ideales de libertador. Difícil es hablar a los Sanchos, y más aún hablar a los bachilleres. Lo mejor es tener por oyentes a cabreros. hechos y acostumbrados a oír las voces de los campos y de los montes. Así piensa Unamuno, internándose en la vida del Quijote. Mulato, le llama Carlos Octavio Bunge, en un paralelo, que pretende ser morfológico, con Santa Cruz, éste sí, mestizo aymará. No nos preocupa el Jato, erróneo o malicioso. Por arriba de las STECHERT HAFNER, Inc.
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conseguir una suscrición al Repertorio Americano Octavio Jiménez ABOGADO NOTARIO Oficina: 25 vaars al Oeste de la Tesorería de la Junta de Protección Social TELEFONO 4184 APARTADO 338 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica