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REPERTORIO AMERICANO Tomo XLIV CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1948 Lunes 30 de Agosto Año XXVIII. No. 1057 No. DOS CENTENARIOS Por Manuel ROJAS (En Babel, Revista de Arte y Crítica. Número dedicado al Centenario del 48, Marzo Abril, 1948. Santiago de Chile. En el transcurso de 1947 lei dos libros. si libro puede considerarse el segundoque me parecieron, cada uno en su género, fundamentales: Walden o La vida en los bosques, de Thoreau, y el Manifiesto Comunista, de Marx y Engels. Al terminar de leer este último me di cuenta de que existía entre ellos cierta relación: Thoreau se retiró del Walden en 1847, después de haber vivido allí dos años, y el Manifiesto Comunista, aunque publicado en 1848, fué empezado en 1847, es decir, en 1947 ambos hechos cumplían cien años. Más tarde, pensando en uno y otro escrito advertí, que así como existía entre ellos una conjunción cronológica, así también había una diferencia de objeto y de destino.
Walden o La Vida en los bosques es, en efecto, un libro escrito por alguien que sólo cree en el hombre y que piensa que sólo en el hombre está la salvación del hombre. Le son indiferentes la sociedad, los grupos, las masas, las clases: le preocupa sólo el hombre, y su propósito, al marcharse a vivir en las orillas del Walden, es huir de todo aquello y acercarse más a sí mismo, es decir, al hombre.
abierto y ser amamantados por una loba, para poder ver con ojos más perspicaces qué campo estaban llamados a cultivar. Quién los ha hecho siervos del suelo. Por qué han de comerse ellos sus sesenta acres, cuando el hombre está condenado a comer solo su porción de lodo. Por qué han de empezar a cavar sus tumbas tan pronto como nacen?
Tienen que vivir una vida de hombre, empujando todas estas cosas delante de ellos, y medrad lo mejor que puedan. cuántas pobres almas inmortales he encontrado casi aplastadas y exhaustas bajo su carga, arrastrándose por el camino de la vida, empujando un granero de setenta y cinco pies por cuarenta, sus establos de Augías, jamás limpiados, y un centenar de acres de tierra, labrantía y de siega, de pastoreo y de monte!
Henry Thoreau ¿Qué es para él su destino comparado con las mercaderías que transporta. Qué tiene él de inmortal, qué de semejante a Dios? Véase cómo se agacha y se arrastra, y está todo el día lleno de un vago temor, y, lejos de ser inmortal o divino, es el prisionero o esclavo de su propia opinión sobre sí mismo, de una fama ganada por sus propios actos. veces me sorprendo de que podamos ser tan frívolos, casi puedo decir así, como para reparar en la forma de brutal servidumbre aunque algo distante de nosotros que es la esclavitud del negro, habiendo tantos amos astutos y sutiles que eclavizan a la vez al Norte y al Sur. Es cosa dura tener un capataz del Sur; peor es tener uno del Norte; pero lo peor de todo es ser un cómitre de sí mismo. luego se habla de la divinidad del hombre! Considere uno al carretero que va camino del mercado de día y de noche. cuál es la divinidad que palpita dentro de él? Su más elevada misión es dar forraje y agua a sus caballos. Conozco jóvenes, hombres de mi ciudad, cuya desgracia consiste en haber heredado granjas, casas, graneros, ganado e implementos de agricultura, pues es más fácil adquirir esas cosas que deshacerse de ellas.
Más les habría valido nacer en campo Fuí a los bosques porque deseaba vivir en la meditación, afrontar únicamente los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella había de enseñarme, y no sucediera que estando próximo a morir, descubriese que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera vida, ila vida es tan cara. ni tampoco deseaba practicar la resignación, a menos que fuese enteramente necesaria. Quería vivir profundamente y extraer todo lo profundo de la vida, vivir tan vigorosa y espartanamente como para infligir una derrota a todo lo que no fuese vida; guadañar un ancho espacio a ras del suelo; empujar la vida a un rincón y reducirla a sus términos más bajos, y si mostrase ser mezquina, obtener su genuina y total mezquindad y publicar su miseria ante el mundo: o, si resultara ser sublime, conocerla por experiencia, y ser capaz de dar una verdadera noticia de ella en mi próxima excursión. Porque me parece que la mayor parte de los hombres están en una extraña incertidumbre sobre si será del diablo o de Dios la vida, y han llegado a la conclusión, un poco apresurada, de que el principal fin del hombre sobre la tierra es glorificar a Dios y gozar de El eternamente.
MARX Decidámonos, y trabajemos y hundamos los pies en el fango de la opinión, del prejuicio, de la tradición, del engaño y de la apariencia, de ese aluvión que cubre el globo, en París y Londres, y Nueva York y Boston y Concord, en la iglesia, el Estado, la poesía y la filoso Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica