REPERTORIO AMERICANO Bajo las Estrellas. libro de Yolanda Caligaris (Envío de de En Managua, Nicaragua. Os acordáis de Yolanda Caligaris, aqueTla dulce niña de cabellos rubios como el trigo y de ojos azules y melancólicos. Verdad que suena su nombre como a protagonista de novela romántica, de balada nórdica o de cuento de hadas escandinavas. Verdad que os acordáis de Yolanda Caligaris, hoy señora de Estrada, que se fué de Nicaragua hace algunos años con sus pueños de niña ilusionada, tras la quimera azul, a conocer nuevas tierras, a vivir bajo otros soles, a contemplar otros paisajes para enriquecer de colorido su pupila visionaria de poetisa. Pues hoy nos viene a las manos un libro suyo titulado Bajo las Estrellas y que trae en la portada fraternalmente unidas las banderas de Nicaragua e Italia.
Se abre el libro con un poema tierno, plenilunar, de novia pesarosa. BAIXENCE Yolanda Caligaris de Estrada Estoy tejiendo mis rimas con bejucos de penas, para hacer un canastillo pletórico de ensueño.
Coge tú mi buena ofrenda de cariño.
tiz novedoso de bien entendido vanguardismo. y en el fondo de todos sus versos una tenue saudade, una ternura que se diluye en suspiros o se escapi en puntos suspensivos.
Pareciera que en sus páginas se posaran como mariposas impalpables las miradas melancólicas de sus ojos azules. y otras veces, como que al inclinarse sobre el surco de su siembra estelar dejara volcado todo el oro rubio de su cabellera de niña soñadora.
Me tiene prendido hace rato en su embrujo invernal una discreta acuarela que sirve de ilustración a un artículo escrito en Génova titulado En la Montaña. Altos picos coronados de nieve perpetua, un lago intensamente azul, y a su margen un caserón adusto, solitario, que bien puede ser un sanatorio, un hotel de verano o un centro de alpinismo, todo ello iluminado mortecinamente por una luna que hace más fantástica la figura espectral de un solitario pino tutelar.
Nos cuenta como fué a ese pueblecillo llamado Chiesa, a mil metros de altura, en el valle Malenco. Nos dice de las pequeñas cascadas, de su cuarto del Hotel Amílcar con ventana que daba a un arroyuelo cantarino; de los montes lejanos con sus cumbres nevadas como el Pizzo Scalino; de sus paseos en los verdes campos; de su hallazgo agorero del quadrifogli que trae buena suerte; de la canción de amor bajo la noche de luna. y la excursión al valle Furva. y el correr vertiginoso del automóvil. y el viento que golpea su sombrero. y que asperamente la despeinaba. Os la imaginás. verdad? Sus cabellos rubios y sus ojos azules y tristes de niña soñadora. no quiero terminar estos apuntes sin volver a mencionar las ilustraciones. Son otros tantos poemas los que nos brinda Yolanda con sus acuarelas. Dice con ellas lo que no se puede decir con palabras, lo que sólo se logra con el pincel y la línea. No son por lo tanto para ser descritas, sino para contemplarse largamente, para leerse también como se leen los poemas de la luz y el color. como se lee un cuento de hadas, o una balada nórdica, o se oye una canción lejana, canción de amor, bajo las estrellas.
Algunas poesias y se cierra con una prosa tierna, maternal, dedicada a su hijo Miguel Angel. Lo llama con mimosa dulzura, angelito. inmenso sol. siente que sus piesecitos son de florecillas bajo el cielo de su inocencia. explica el por qué de su nombre, aludiendo a su prosapia italiana y a su ascendencia nicaragüense.
Entre estos dos poemas se suceden muchos dedicados a la amistad, que ella sabe cultivar con exquisitez muy femenina. Aquí toca una fibra sentimental de mi corazón con un poemita cariñoso para mi pequeña María Augusta. no os decía yo que es como una hada milagrosa que va ofrendando la flor de su simpatía y el aroma de su inspiración. Gracias, hada de los rubios cabellos y los ojos azules, gracias te da mi niña por tu poema bello como una balada nórdica.
Sigo hojeando el libro de Yolanda Caligaris, y espigando al azar porque de todas sus páginas solicitan mi interés los cambiantes de sus piedras preciosas. Aquí un pensamiento de ponderada madurez, allá una imagen viva, pal.
pitante de sugerencias sutiles, más acá un made Yolanda CALIGARIS de ESTRADA (Sacada del libro Bajo las Estrellas.
Editorial Cultura. México, 1945. Ν KARENINA Por virtud de la fina majestad de Tolstoi.
iú que en mi alma has dejado el pesar en que voy hilvanando mi rima.
con destello fulguras en la noche divina de la literatura, Oh inmortal Karenina, del dolor eres cima, que él también te redima!
Rosa fuiste de amor, que en tu loca pasión el destino tronchó con su furia brutal Por tu insano fervor fuiste sierva del mal y en tu horrible dolor nos sirves la lección.
Vivir limpio es mejor, que esta vida es quimera. si es al pecador tenerle compasión, mientras de él no nos hiera su ingrata incomprensión.
Cristino PAGU AGA NUNEZ.
plantea el caso de su corazón, para decirse como una tentación: a Alfonsina Storni, llegó, como en todo acaece, la última vez. Nos encontramos en una imprenta. Corregía las pruebas de su Antología para la editorial Espasa Calpe. Tenía un aspecto resignado y tranquilo. Si le hubiese preguntado por su corazón doliente, hubiera podido contestarme con estos dos versos suyos de Faro en la noche. Podría tirar mi corazón desde aquí, sobre un tejado: mi corazón rodaria sin ser visto. La curará la próxima primavera. Ya es muy difícil! Aquí tenemos su confidencia: Ya de nuevo en los ojos quema la primavera.
mas mi pasión humana yace, toto el pecíolo, y agotada mi alma, está el mundo tan solo que camino y retumban mis pasos en la esfera.
Un cuervo pica siempre, pero no sangra ya.
Después de breve conversación afectuosa, le tendía la mano para despedirme. Tomó entonces la mía entre ambas manos y me dijo con entrañable acento, que era su ya sabido adiós eterno. Adiós, adiós. Que en todo le vaya siempre muy bien, niño mío muy querido, no nos volvimos a ver más IVALOR!
Arriésgate en la vida si es que quieres saber cuál es la meta de tus ansias.
Escúdate en la luz de tu esperanza, sé fuerte y sé tenaz, e indiferente contesta las fierezas del ataque.
No temas el camino pedregoso, no asústete lo incierto de tu ruta, camina sobre el carro de tu ensueño, en pos de la verdad que te obsesiona!
No importa que la duda te atormente, ni ofúsquete el zig zag de los puñales, jes bello ese luchar, de obscura suerte, camino hacia el amor, o hacia la muerte!
Cuando así resuenan contra la esfera del duro cielo las pobres pisadas humanas, ya todo es muy difícil. en la clara y bella amistad que me unía Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica