REPERTORIO AMERICANO 95 EXTRAÑO PARALELO (Capítulo de un libro que se quedó en el tintero)
Dr. García Carrillo Corazón y Vasos (En el Rep. Amer. Atención del autor, en San José de Costa Rica)
CITAS EN EL TEL. 4328.
Electrocardiografía Metabolismo Basal Radioscopía En San Juan de Puerto Rico consigue Ud. la suscripción a este semanario con: VICENTE CO. Box 241 En Caracas, lo consigue con: Doña Celia de Maduro Apartado 281 La amiga de Foxes (un mi perro que había mamado leche de gata) se llamaba Chalá y había venido quién sabe de dónde: era como él, grácil y atractiva; la acogían por las calles los piropos más apasionados que contestaba con sandungas a veces aplastantes para el pasajero propasado que se atrevia a confundir el salero con la desenvoltura y la pródiga sonrisa con la fácil esperanza; muchacha de ojos vivos y de líneas correctas que, con los negros rizos y el gesto lleno de armonioso donaire parecía la heredera de algún apellido de pura raza, de los que mantienen su prestigio a través de numerosas generaciones; ella también mamó sin duda leche de gata gata humana. en vez de la de su propia estirpe y se halló reducida a una menor escala social en que sin embargo sobresalía sacándoles a sus dotes el mejor partido; no se veía abatida y antes por el contrario derramaba aparente alegría y rebosaba dicha. Quizás si hubiera crecido en otras condiciones, con un poco de lecturas y unas dosis artísticas que le infundieran confianza, la chica tan popular por la ligereza de andares y gracioso contoneo, y por los rizos meciéndose a la espalda terminados en vistosos lazos de cinta, habría podido aspirar a llamarse Felicidad como estaba bautizada; pero merced a la mala leche social se quedó en simple Chala, sin la más leve esperanza de alcanzar a ser una artista de teatro, ni una modista de rango, y ni siquiera una esposa amante concretada a un singular y legítimo enlace.
Pasadas las fatigas diarias, ya en el recogimiento nocturno, después que con sus compañeras de cocina se había expansionado burlándose sabrosamente de algún enamorado y de sus empeños por seguirla y oír de sus labios aunque fuese una mentirosa promesa, solía ponerse seria; y entonces se entregaba a largas confidencias con el perro: Ella no vivía alegre aunque lo pareciera; quería una condición superior a la de su familia; vivir quieta al lado de alguien que la comprendiera y la amara y a quien devolvería con creces esos sentimientos; donde jamás hubiera motivos para recordar, ni menos presenciara la miseria femenina que es complaciente por urgencia y desfachatada por necesidad; alguien que la hiciese olvidar para siempre la pesadilla de una niñez plagada de privaciones, en medio de la cual el discernimiento no le había servido más que para ir adquiriendo la convicción de haber venido al mundo en medio de la vergüenza irremediable y tradicional de una mala ralea. Los perros son cariñosos y amables: no tienen por móvil único el interés grosero; agradecen el favor de un mendrugo y mucho más el deleite de una caricia; renuevan su amor y su gratitud cada vez que se ponen en contacto con el amo o el amigo predilecto, en términos tan efusivos y elocuentes cual si acabara de pasarles la mano por el lomo o de darles un bocado dulce a su perruno paladar; traducen el regocijo estos excepcionales seres batiendo la cola con vehemencia; no reconocen épocas ni edades, pues lo mismo saltan al encontrarnos después de un rato de ausencia que si hiciera cien años que no nos han visto; son sus recibimientos mimosos con el cuerpo, y musicales, a su manera, con notas guturales y sostenidas como si intentaran gemir ante la amenaza de que nos volvemos a separar de su lado. Ningún hombre es tan fino en sus sentimientos ni tan fiel a su cariño, con la enorme superioridad para perro, de que ama con igual intensidad a varias personas a la vez, sin dejar por esto de mostrar predilecciones y especialidades.
Todas estas cosas y otras más le confiaba Chalá a Foxes, y no ciertamente en un discurso afectado de literatura, sino canturreando palabras sueltas, tocándole la cabeza con suavidad, diciendo mimos sin sentido y dirigiéndole miradas risueñas o burlonas; todo lo cual él sin duda comprendía a la maravilla, pues dando saltos y a la vez prorrumpiendo en largos gorgoritos, levantaba la boca como de mandando un beso y movía la cola a un compás arrebatado, que sin duda indicaba estar entendido y sentir las propias angustias, iguales añoranzas y el anhelo de encontrar dentro de su raza alguna compañera que, dándose cuenta de las discrepancias entre lo que es y lo que debe ser, se resolviera asimismo a hacerle feliz.
Fabio BAUDRIT.
llos animales que parecían querer andar, nos dimos cuenta que teníamos ante nosotros a un escultor genial. Así se lo expresamos y lo encarecimos ante su modestia sin pose.
Pues bien, esta escultura El Tiempo nos ha acompañado en nuestro peregrina je por América y con qué orgullo la hemos llevado, ante la admiración de todos, siempre los ojos inquisitivos se paraban en ella, los ojos de los profanos para asombrarse, los ojos de los entendidos para admirarla y emitir opiniones y más opiniones siempre ponderativas.
Así nos acompañó por Medellín, Bogotá, Cali, Quito, Guayaquil, Lima, Arequipa, El Cuzco, La Paz y Buenos Aires.
En el espacio breve de un comentario no se pueden catalogar las opiniones, pero sí se puede dar fe de ellas. Citemos una por ejemplo, la del Profesor Pedro León Donoso, Director de la Escuela de Bellas Artes de Ecuador y Ecuador es uno de los países en que las artes plásticas están mejor representadasquien se expresó con la más profunda admiración y sinceramente consideró la obra como algo denifitivo dentro de la escultura hispanoamericana y se dolió de no haber tenido noticias hasta ese momento del autor Néstor Zeledón. Hispanoamérica no le hace la debida propaganda a sus artistas, decimos nosotros con sentimiento.
Al contemplar de nuevo la escultura, al acariciarla entre nuestros dedos, preguntamos. Sabe Costa Rica lo que tiene en Néstor Zeledón. No lo sabe! Lo afirmamos categóricamente. Lo que se ve de cerca no tiene perspectiva, lo que se palpa con tanta facilidad no suele admirarse, pero nosotros como hispanoamericanos de verdad, tenemos que dar fe y levantar nuestra voz y lanzar nuestro grito a los cuatro vientos de América para que se sepa que ese escultor, al que no se le considera en su tierra en todo lo que vale, ha tenido la gloria de que su escultura se pasee orgullosa, se pasee entre admiraciones y alabanzas por todos los caminos de América.
Una escultura costarricense por los caminos de América Por la Dra. Dolores MARTI de CID (En el Rep. Amer. Se trata de una escultura costarricense becha de un centenario cafeto aprovechando las vetas del árbol para modelar los surcos de mano maestra; ha surgido una figura venerable, un cuerpo alargado de perfil se yergue enjuto y lleno de prestancia un hombre, un viejo de luengas barbas y mirada penetrante, la cara de frente, la nariz acertadamente perfilada, las orejas como si estuvieran atentas al más mínimo movimiento, al más mínimo latido, su frente algo fruncida como el que acecha atento el ritmo de la vida. Quién es? El Tiempo. Resulta muy conocido el anciano venerable como símbolo, no así en esta nueva versión, presentado hasta ahora, de una manera sintética, no le sobra ni le falta un surco, las líneas necesarias para tener vida, vida en el arte. La sobriedad le da énfasis, fuerza y le imparte un no se qué de potencia y de misterio. Quién es el autor de la obra? Néstor Zeledón. Cuando contemplamos sus vigorosas tallas al pasar por Costa Rica, aquellas figuras humanas que parecían vivientes o aqueBuenos Aires. Octubre de 1947. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica