352 REPERTORIO AMERICANO AHORRAR es condición sine qua non de una vida disciplinada DISCIPLINA ra que, viéndoles flacos. no les aplicaran el proverbio: que muchos hay que por temor a la muerte, prefieren perder la vida.
Pero hubo uno, estadista famoso en su ta za, que gruñía con menos frecuencia y en tono mayor, que propuso el remedio. Las be Hlotas pasaron a formar jamones y el sol volvió a envidiar, en la aurora, las sonrosadas pieles de los animales ya tranquilos.
El pueblo era pequeño y así, aquellos jabalíes domesticados pudieron entrarse por todas las casas y alcanzar los calendarios que colgaban de las paredes, manchados de moscas y de lentejuelas. El día once de noviembre San Martín la piara durmió tranquila segura de que, habiendo hecho desaparecer el santo del santoral, su hora se retrasaba de un año.
Pero vino el hambre a hurgar en la memoria de los labriegos. que nada como unos caninos ociosos hace trabajar la mollera, y con la memoria el recuerdo de San Martín y con el recuerdo del Santo, el afilar cuchillos y el hacerse la boca agua. a todos los puercos son fiadores y seguros de su gran política, les llega su San Mares la más firme base del buen éxito LA SECCION DE AHORROS del BANCO ANGLO COSTARRICENSE ta objetos, escuchaba, con sus orejas transparentes, las voces inaudibles de las bacterias. Tú decía una matas a los hombres, envenenas su sangre, les conviertes en figuras de marfil. yo, luego, descompongo su piel, sus entrañas. Bien cierto respondía la otra. Es verdad que yo mato a los hombres, pero también es verdad que, gracias a mí, el noño zumo de uva fermenta y así los hombres al beberlo, me deben su valentia, sus ratos de no ser razonables. En cuanto a mí, el otro día oí como un gourmet aseguraba que el queso de Cammembert, que yo pudro y hago apestoso, es uno de los placeres más refinados del paladar. quién es capaz de entender a los hombres? Unos, como este sabio que nos tiene aprisionadas entre vidrios, se gastan los ojos fisgoneando nuestras vidas, para descubrir la manera de hacernos la guerra, de destruírnos a millones, porque dicen que somos un peligro. otros hombres en cambio, se pasan las horas en cultivarnos como si fuéramos flores extrañas, nos hacen crecer y multiplicarnos por millones, para que demos sabor a sus mostos, a sus quesos. Quién podrá comprender a los hombres. Quién podrá saber lo que es bueno y lo que es malo?
Diciendo esto, las bacterias se despidieron, curvándose totalmente como signos de interrogación. el sabio, que tenía muy abiertos sus ojos engastados en oro y cristal, anotó en un papel lleno de fórmulas. Las bacterias son ignorantes. Siempre están preguntando cuándo las ponemos bajo el objetivo de nuestros microscopios.
Pero las bacterias todavía aguardan la respuesta de los hombres. el más antiguo del país)
está a la orden para que usted realice este sano propósito AHORRAR tín. LA EXPERIENCIA.
Un gato viejo le decía a un gato joven, que quería salir a cazar ratones. Fiate de mis consejos. Yo tengo más experiencia que tú, he vivido muchos años. el gato joven le contestó al viejo. Ayer, hablando, la tortuga del jardín me dijo que tenia cerca de 200 años. yo, en una semana como más que ella en toda su vida.
Acabada la jornada, vuelve a pasar, de regreso, por el mismo camino. El aire de la tarde se lleva un leve polvillo negro de su cara gris y le hace lagrimear. Se cruza con el Ingeniero y le saluda; saluda, luego, al capataz.
Al pasar por el sitio donde por la mañana miró al topo, le ve tendido haciendo centinela a la puerta de la galería que sus patas sonrosadas abrieron. Las patas, ahora están rojas y el morro, blanco de espuma. El cuerpo ceniciento tiene llamaradas de arcilla. Alguien le aplasto se dice el hombre. Bah! Pobre bestia, toda la vida bajo tierra, ciega y aburrida. el minero sigue andando sendero ab:jo. Una leve nube de carboni a ques flotando detrás de él. qu: el viento se ha llevado al peinarle los cabellos. Sí, pero.
11 EL TOPO 12 LOS PROVERBIOS LOS NAIPES Hoy, el papagayo que vive en el salón me ha explicado que el mes que viene cumplirá los 150 años. siempre le he oído decir, en el lenguaje de los hombres, las mismas palabras. Bah! Eres joven y no sabes escuchar.
El papagayo escucha todo el día y aprende mucho de la vida de los hombres. de qué le sirve, si no sabe hacerlo valer. La tortuga no pone nunca un pie en falso porque no tiene prisa. de qué le sirve, si apenas se mueve. Yo he viajado mucho. El papagayo ha cruzado el mar y la tortuga también. Yo he estudiado mucho. Conozco los libros de los hombres y la historia de los gatos. También los ratones saben la suya, y los cazamos. Yo he amado y he recibido mucho palo. Entonces explícame cómo se evitan los golpes y cómo se hace un querer.
un El minero sube por un estrecho camino.
Lleva un hatillo bajo brazo y con la mano derecha intenta limpiarse el polvillo negro que encharca las uñas de la izquierda. Para qué. piensa si dentro de media hora estaré igual.
Pero sigue torturando su piel de plomo.
El imán de un ruido le hace ver un topo que cruza el sendero. El minero se detiene y mira al animal, que con sus patas sonrosadas escarba en el suelo negro, que no es lo bastante tierno para florecer, ni bastante carbón para quemar.
Ve como el pequeño cuerpo gris blando cojín de pelos cenicientos. se pone tenso y se agita, como las uñas arañan las piedrecillas y cómo con el morro de un rosa sucio y brillante, hoza la hondura del agujero que poco a poco va abriendo, mirando su trabajo con los ojos táctiles de su piel húmeda.
El animal está al alcance de los fuertes zapatos del minero. El hombre tiene deseos de aplastatlo, de sentir crujir sus huecesillos bajo las suelas de madera. Pero no se mueve. Bab. Pobre bestia! Toda la vida metida bajo tierra, ciega y aburrida. ni siquiera me estorba. sigue su camino.
Se cruza con el Ingeniero y lo saluda; luego, el capataz. Llega a la boca de su pozo, coge su lámpara, baja hasta lo bondo de su pozo donde hace calor y la luz sólo sirve para ver.
Era en la cámara más alta de una torre, un sabio de nunca acabar. Sabía toda clase de cosas y había gastado muchos días de ı vida y todos los caudales de su hacienda en viajar buscando proverbios y dichos de las gentes. Daba dinero a quien le traía uno que no conociera, y así llegó a llenar plúteos y anaqueles.
Los repasaba y ordenaba con tanto cuida do tantas veces, de un cabo del an al otro, que cabó por sabérselos di memoria. Estos menesteres le agobiaban tanto, que descuidó la heredad y vino a parar en pobre. Hasta que una tarde el alma que le guisaba, le avisó. Mi amo, para mañana no hay gallina in el gallinero, ni pernil en el desván, ri clarete en la bodega.
El repasó sus faltriqueras, y como resulta do de la exploración, acabó la frase. ni doblas en la bolsa. Irguióse sú bitamente y añadió. Pero las habrá!
Rebuscó ávido en sus cartapacios, en cu vas etiquetas se leía: Refranes de juego.
Llenose los bolsillos de papeletas y fuése a pedir prestado a un amigo que allí a la esquina vivía.
Obtúvolo y con ello llegóse ligero como si ni el oro ni los años le pesasen, a una tasca de la misma calle, en donde se jugaba a 10 BAJO EL OBJETIVO Unas bacterias, a las que el cristal de aumento del microscopio valora orgullosas, hablaban un día vigiladas por el ojo descolorido de un sabio, sobre sus méritos y trabajos.
El sabio las veía moverse, ondulando sus cuerpos de signo ortográfico y no sabía que aquellos movimientos eran ademanes. Mientras el claro cerebro del biólogo imaginaba una teoría ondulatoria de los micro organismos. que ha llegado a ser famosa, el vidrio del por Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica