REPERTORIO AMERICANO 263 Sobre un pasaje del POPOL VUH Molcajete decorado con marzorcas de maiz (Cultura zapoteca)
Al iniciar su obra, La Civilización Maya, el arqueólogo Morley puso en el frontispicio de su libro un bello grabado que representa al dios del maíz de los mayas, a Yum Kax. En una de las planas iniciales una reproducción fotográfica de el joven dios del maíz. de Copán. en páginas interiores inicia su gran libro con un epígrafe que compendia, por una parte, el amor del indígena hacia el maíz y por la otra, señala, sin decirlo, la base sobre la cual se construyó una de las culturas más brillantes de la América precolombina, que Herbert Spinden considera como los griegos del Nuevo Mundo. Esa frase, escogitada por Morley, de un manuscrito del siglo XVI, es como una superficie de sin igual pulimento en la que espeja con suma nitidez la imagen heroica del pueblo maya por conservar el maíz, cereal de ascendencia mitológica entre los pueblos aborígenes de América: Si bien se advierte, todo cuanto hacían y decían (los indios) era en orden al maíz, que poco faltó para tenerlo por Dios, y era, y es tanto el encanto y embeleso que tienen con las milpas que por ellas olvidan hijos y mujer y otro cualquiera deleite, como si fuese la milpa su último fin y bienaventuranza.
Este fragmento que cita Morley me ha hecho recordar el pasaje aquel del Popol Vuh en que se relata el origen del hombre con un sabor poético que deja en el espíritu la huella del indecible misterio. He aquí, pues, se lee en el Popol Vuh, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre.
Es el lenguaje del aborigen el que nos conduce a las regiones etéreas e impalpables de la comarca de los dioses para asistir a la creación del hombre. Se reunieron los dioses que el Libro del Consejo llama los Progenitores, los Creadores y Formadores. que así se llaman: Tepeu, el Rey: y Gucumatz, la serpiente de plumas verdes; y hablaron de esta manera. Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra.
Los dioses de la teogonía maya quiché de(En La Espiga y El Laurel. Morelia, Mich.
Marzo Abril de 1948. cretan la aparición del hombre; pero faltaba por acordar la substancia, la levadura de que debía estar hecha la carne del hombre: Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la obscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron.
De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre.
Estaba pensada la creación del hombre por los dioses, y esto fué al inicio de la luz, así nos lo relata el Popol Vuh: Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores.
De las ciudades mitológicas de Paxil y Cayalá, que según los eruditos estaban ubicadas en las regiones del Palenque y del pródigo Usu macinta, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas. como en los viejos poemas de los otros continentes los animales participan en la vida de los dioses y de los hombres: Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida: Yac (el gato de monte. Utiú (el coyote. Quel (una cotorra vulgarmente llamada chocoyo) y Hoh (el cuervo. Estos cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron el camino de Paxil. semejanza del mito de Quetzalcoatl, en que los animales guían al dios al Monte de Nuestro Sustento, al Tonacatepetl, residencia esotérica del maíz, eterno sustento del hombre americano.
De Paxil y Cayalá fué traído el maíz, la comida. según el mito quiché, de que debía estar formado el hombre y del cual debía sustentarse a través de los siglos. así encontraron la comida y ésta fué la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fué su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz (en la formación del hombre) por obra de los progenitores.
Los pueblos de Paxil y Cayalá son los lugares edénicos de la mitología maya quiché, así los describe el Popol Vuh: de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en marzorcas amarillas y mazorcas blancas, y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá.
Cuando llegó el maíz a las manos de los dioses, la abuela creadora del hombre, Ixmucané, en sortilegio que ha quedado hundido en la edad más antigua de la tierra, inicia el génesis y la historia terrena del hombre: moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon la musculatura y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepen y Gucumatz, así llamados. más abajo se lee: continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre; de maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre.
Con el hombre aparecieron las generaciones y así, sentenciosamente, dice el Popol Vuh. Unicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros primeros padres, los cuatro hombres que fueron creados.
Hay en ese encanto y embeleso del maya por el maíz, de que nos habla el cronista del siglo XVI que cita Morley, un respeto y una admiración cuasi religiosa; había en la intimidad más recondita del aborigen una perenne gratitud hacia los dioses por haber hecho al hombre de maíz, y por haberle dado sustento de su misma substancia, de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas; por eso, no como si fuese. como pensaba el cronista a que alude Morley, sino que fué, el maíz, su último fin bienaventuranza.
Isaac REYES HURTADO 17 Arturo Mejía Nieto RADIUS Calle del Variedades TELEFONO 4692 MORAZÁN Presidente de la desaparecida República Centroamericana Espejos de todas las clases Cuadros Marcos Objetos tallados Souvenirs Oleos y Acuarelas Vidrios para sobre de muebles y para Automóviles SERIEDAD RAPIDEZ EFICIENCIA Editorial NOVA Buenos Aires 1947.
Se vende a 00 el ejemplar.
Exterior: 50. dólar.
Con el Administrador del Rep. Amer. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica