Liberalism

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conseguir una suscrición al Repertorio Americano so, y la época más limpia de nuestra histo mática y corta ayuda material, pero nunca ria. Al servicio de los intereses del pueblo me introdujo en nuestras tierras una expedición xicano, luchó contra las fuerzas feudales, mi militar norteamericana. Cabe subrayar tamlitares clericales que produjeron la injus bién que Juárez se entendió con los que Marticia social de tres siglos, que condenaron y tí llamaba los buenos Estados Unidos. los combatieron la independencia de México, y de Lincoln, mientras que sus adversarios veque han permanecido y permanecen en la mis nían a quedar como aliados de los malos ma suicida postura. Con su grupo de colabo Estados Unidos. los Confederados esclavisradores capaces y honestos, inició la reforma tas del Sur, grupo al que apoyaban los reacnecesaria de una sociedad en que el poder ha cionarios de Europa, de manera muy visible bía estado siempre en manos del privilegio Napoleon III. Es oportuno apuntar también de casta, y en que la deshonestidad adminis que si México resultó beneficiado por el triuntrativa ha sido el más arraigado azote del pue fo de la Unión norteamericana, también le blo. Educado en parte por sacerdotes, indio presto importantes servicios. Maximiliano exde tribu catequizada por la Iglesia, Juárez clamó cuando Richmond cayó en poder de nunca abandonó sus sentimientos religiosos, la Unión. El Imperio está perdido. Efecsino sólo combatió, con ejemplar firmeza, el tivamente, el triunfo del Norte era necesario poder político de la Iglesia. Ya en la batalla, para el triunfo de la República Mexicana. Pelo hizo con toda la pasión que la batalla re ro, a la vez, cuando los chinacos mexicanos quería. Triunfante su causa en casa, triun impusieron un compás de espera al avance nafante sobre los poderes feudales que trajeron poleónico con la batalla del de Mayo de a México la intervención napoleónica el 1862, prestaron positiva ayuda a la causa de Imperio de Maximiliano, Juárez logró her Lincoln: el contacto del ejército francés con manar la patria con el liberalismo, la Inde los Confederados del Sur le hubiera sido fapendencia con la Reforma. Este fué el saldo tal. No pueden hablar de traición, apoyánnatural y feliz del gran crimen cometido por dose en el tratado MacLane Ocampo, quiela reacción y del gran acierto de Juárez y los nes sí traicionaron a la patria, de palabra y reformistas.
de obra: ni es el entendimiento con Lincoln Aquí ha de aclararse un punto polémico de los que deshonran; ni sólo recibieron los rede mucho alcance. Se acusó ayer a Juárez, y formistas ayuda del Norte, sino también se la se le acusa hoy, de que por rechazar la inter dieron. Puede haber duda, salvo ante los ojos vención francesa dejó a México en poder de de la furia, del rencor, de la pasión, de dónlos Estados Unidos. La imputación carece de de estaba la causa de la moral, del derecho y autoridad moral, en principio, y es falsa. Los de la patria, y de que Juárez las simboliza?
que trajeron a México los barcos de Inglate Hay otro punto polémico, aclarable y rra, España y Francia; los que fomentaron aclarador. Se dice que el triunfo de Juárez, la expedición de nuestros acreedores; los que indio zapoteca, significa el triunfo de la barse aliaron a las tropas napoleónicas, represen barie sobre la cultura. En este capítulo las tantes de los peores intereses de Francia, de sombras de la pasión, en pueblo que ha vivilas más odiosas fuerzas políticas del Imperio do en batalla, llegan en dos sentidos a los de Napoleón III, y con ellos ensangrentaron más tristes extremos. Baste aquí decir que la tierra de México; los que trajeron como Juárez no representa la cultura india en arEmperador de su patria a un archiduque ex mas contra la occidental, y que es absurdo y tranjero, de la fatal familia de los Hapsbur dañoso suponer que eso representa. Indio de gos, llaman traidor a la patria a quien, for raza pura o casi pura, Juárez era tan mestizado por las circunstancias, trató y pactó pre zo, culturalmente, como los blancos, los mesvisoramente con el poderoso vecino del Nor tizos y los indios que con el gobernaban, y te, y luego sólo aceptó decorosa ayuda diplo como los mexicanos de cualquier matiz racial que lo combatian. Era, en suma, un mexicano de sangre indígena y de formación cultural hispánica. Su indigenismo no significó, ni debe significar para nadie, la vuelta al mundo precortesiano, ni tampoco venganza del indio vencido y explotado contra el español y el criollo dominadores. Significó esto si mexicanidad moderna, producto nuevo y ya cuajado y hecho, y reivindicación total de la raza sometida. Si es desacertada y destructiva la pasión antiindígena o indófoba en los países que, como México, han nacido de la mezcla de indios y españoles, no lo es menos la pasión antiespañola o hispanófoba. Las dos son suicidas.
Habría que entrar ahora a una discusión sobre lo que es México y la mexicanidad. Baste decir que el indio precortesiano tuvo una cultura de altos valores, inferior a la occidental en el momento del choque, pero no por eso poco valiosa como ingrediente esencial de nuestra fisonomía como pueblo: que defendió su tierra y escribió páginas cívicas, como las de Tenochtitlán, que el país débil de hoy debe empeñarse en subrayar, en destacar, en señalar como ejemplo; que fué vencido en su propia tierra y confinado a la más baja capa de la pirámide social y su tragedia y su situación actual imponen a todo mexicano el deber moral revolucionario de reivindicarlo.
El indio es, para nosotros, mexicanos de cualquier color, el antiguo amo de la tierra en que vivimos; es riqueza tradicional en el orden estético; es ejemplo de bravura patriótica; es, al lado de blancos y mestizos, el constructor de la nueva nacionalidad, es el Maestro Ignacio Ramírez, es el gran prosista Altamirano, es el Presidente Juárez; y es, sobre todo. numerosa parte, injustamente postrada y explotada, de nuestra población nacional. Está en nuestra historia, en nuestra sangre y en nuestra tierra: en nuestro espíritu.
Nada de esto presupone una negación de la cultura hispánica, ni renuncia a la lengua española, como de un modo o de otro sugiecon igual necedad, los hispanólatras o los indólatras, racistas ciegos de la peor especie. La conquista y la colonia nos incorporaron a la cultura hispánica, y hoy la lengua española nos une a un mundo inmenso y nos da prestancia universal. No por este hecho cvidente, resultado del atropello de ayer, vamos los mexicanos a gritar: Viva el derecho de conquista. ni a cantar la derrota de los indios. El ser mexicano consiste en mantenerse en el difícil fiel de esta balanza, sin deslealtad para nada ni para nadie.
Juárez, indio de raza, educado en la cultura hispánica, que en lengua española defendió el derecho de las nacionalidades débiles y encarnó la reivindicación del indio, es también en esto símbolo mexicano. Mestizo en el orden cultural, universal en el moral y el político, es un mexicano ejemplar y de todos los tiempos. Como fué el hombre en vida, como lo vieron sus contemporáneos y sus estudiosos, Don Justo Sierra y Héctor Pérez Martínez, siempre impasible, así permanece su figura ante la agresión constante y ciega: impasible, firme, eterna.
Vía crucis (En el Rep. Amer. En el arduo recorrido de esta mísera existencia, he sufrido los rigores del Destino; la inclemencia ren, de los crueles desengaños en mi carrera afanosa, que ha sido para mi daño una vía crucis penosa.
Siento en lo hondo de mi ser un tenaz abatimiento, al mirar que ya se esfuman en el azul firmamento las radiantes alboradas de mis sonrientes abriles y se mustian los rosales de mis líricos pensiles.
Un calvario es esta vida de constante pesadumbre, sin surgir en mi horizonte el más mínimo vislumbre de consuelo en esta hora de tinieblas y tormento, cuando siente el alma mía el funesto sufrimiento y el espíritu hoy añora su bregar intenso y largo en la ruta escabrosa de este existir siempre amargo!
Mauricio VERBEL Fausto. Panamá, 1948. Del libro, próximo a editarse, Anfora. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica