REPERTORIO AMERICANO 333 28H1XENCE Dibujo de Durbán. EL HUMORISMO DEL QUIJOTE se requiere tanta o mayor audacia como para batirse con pellejos de vino confundiéndolos con el gigante Pandafilando de la Fosca Vista.
Por lo demás, y ya tratando tímidamente de entrar en materia como un quien se arriesga a introducir un dedo del pie en el agua fría, diré que el Quijote es fuente tan espléndida de humanidad y de sabiduría que, al correr de los siglos, cada quien ha tomado ese libro o ha tomado de ese libro, según su leal saber y entender le dicta.
Para unos, el Quijote es el libro de la lengua y del estilo, el crisol extraordinario en cuya cuenca el castellano se acendra y se depura para esparcirse luego como riego maravilloso de belleza y de arte. En su concepto, el Quijote es la raíz más jugosa y fecunda de la literatura española, la inagotable fuente del buen decir, el tronco añoso pero fresco del árbol de la novela, ya no española, sino mundial. Ellos ven el Quijote como gloria de nuestro lenguaje y como rutilante gema del arte universal, y a fe mía que no les falta razón.
Para otros, el Quijote es el libro de la justicia porque es la historia de un caballero que abandonó casa y hacienda para lanzarse en busca de aventuras y peligros, con el propósito de castigar a los malandrines y a los follones, de defender a los menesterosos y a los desdichados, de enderezar los tuertos y deshacer los agravios. Nada importa que el testarudo hidalgo sea apaleado o burlado al final de cada aventura, si su fe se mantiene intacta, su valentía incólume y su denodado pecho resuelto a acometer nuevas y desiguales luchas en amparo de los débiles y de los desposeídos.
Tal interpretación del Quijote es la más elevada y la más hermosa y a ella principalmente se debe que el nombre del soñador manchego se haya sembrado tan honda y perdurablemente en el corazón de una humanidad cur vada por la injusticia y la desigualdad. Sembrado justamente en el mismo sitio en que reposaba, con quince siglos de prioridad, el nombre de un carpintero, que se llamó Jesús, nació en Galilea y como Don Quijote recorrió los campos y atravesó las ciudades predicando la igualdad, arrojando los mercaderes de los templos, enderezando tuertos y deshaciendo agravios. Poco interesa que ambos hubiesen sido locos, o al menos considerados locos por sus contemporáneos que les escucharon, a causa de que el uno se decía Dios y el otro se decía caballero andante. Al uno le creyeron sus apóstoles o escuderos; al otro le creyó Sancho su apóstol o escudero; y ello ba bastado para que quien proclamaba la justicia creyendose Dios y quien la proclamaba creyéndose caballero andante, por locura o por lo que fuese, hayan perdurado centuria tras centuria como paradigmas de lo que ambos dijeron ser.
Llevó Jesús la ventaja de que su historia la escribieron sus apóstoles o escuderos los únicos que en la sensatez de sus palabras creían mientras que la de Don Quijote no la escribió Sancho sino un genial humorista de su época que jamás abrigó fe en la cordura del caballero. Pero fué tal la pasión que ambos pusieron en la dulce sinrazón de sus palabras, tal la valentía con que sostuvieron sus principios frente al peligro y ante los poderosos adversarios, tal la hermosura de sus ideales que, al correr de los siglos, si se pregunta al azar a cualquier ser humano. Quién es Dios. nos responderá el mote de alguno de los guno de los dioses tradicionales, de los dioses creadores de sistemas planetarios, de los dioPor Miguel OTERO SILVA. En el Rep. Amer. Envío del autor, en Caracas, en la Redacción del diario El Nacional. Trabajo leído en la Universidad Cen es que estas palabras no deberían llevar por tral de Venezuela para inaugurar el ciclo título humorismo del Quijote. como han de conferencias cervantinas. dado en llamarlas los periódicos, sino De como un desatinado periodista atrevióse a dicSeñor Rector de la Universidad: tar una conferencia sobre el Quijote en una Señoras y Señores: ilustre Universidad, creyéndose tal vez giganInevitablemente, y no por falsa o estudiada te y no molino de viento como era y confunmodestia sino porque ello corresponde ajusta diendo su muñón enclenque con el poderoso damerte a la realidad, he de comenzar esta brazo de Amadís de Gaula. Lo cual sería, charla preguntándome a mí mismo lo que ya indudablemente, mucho más ceñido a la vervosotros os habréis preguntado al ver mi nom dad de esta historia.
bre incluído entre los forjadores de este ciclo Pero ya sobre el caballo, o más apropiade conferencias cervantinas. qué hace allí me damente, sobre el burro, que es la cabalgadutido o entrometido, en medio de sabios y pro ra que a Sancho y a mí nos corresponden, fesores, ese periodista que no tiene de cervan no me queda otra elección sino dejarme guiar tino más que el Miguel y de Don Quijote más por el instinto y el destino a través de este que la falta de seso? como tan descomunal campo de Montiel, para mí poco menos que absurdo no encuentra otra explicación que la desconocido, que es la maravillosa e impereceanécdota, me veo precisado a denunciar al Pro dera prosa de Don Miguel de Cervantes. El fesor Rosemblat como principal y único res otro más reciente Don Miguel, el de Unamuponsable de tal desaguisado. En efecto, estaba no, afirmaba que España y la humanidad estayo de lo más tranquilo y resignado en la redac ban urgidas de la audacia, la valentía y la fe ción de mi periódico, como lo estuviera San que Don Quijote ponía en mantener que las cho en su parcela de labrantío antes de que bacías de barbero eran yelmos y en batirse lo solicitara el hidalgo manchego, cuando fué contra quienes le sostuvieron lo contrario. AI en mi busca el Profesor Rosemblat y tanto me menos la audacia no me ha faltado en la prepersuadió y tantas razones adujo que determi sente ocasión. Podéis vislumbrar la demasía né el salirme con él hasta la Universidad y el de esa audacia si os confieso que sólo tres veservirle de escudero. Debo confesar, en su des ces he leído el Quijote: la primera en la adocargo, que no me prometió insula alguna, ni lescencia, la segunda a los veinte años y la me ofreció trocar mi falta de sal en la molle tercera con motivo de esta charla. habréis ra por elevado ingenio, si me decidía a acom de convenir conmigo en que, para atreverse pañarle en la descabellada aventura que para a hablar del Quijote ante un auditorio unimí entraña esta conferencia. Ya que lo cierto versitario, con tres lecturas apenas y de prisa. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica