Death Sentence

Inmóvil para siempre en las alturas, el mar de piedra levanta su turbión geológico EL CRISTO KOLLA hacia el cielo.
Por Jean PAUL Aquel tremendo desgarrón del planeta amontona cumbres y mesetas, farallones y de(En La Nación. Buenos Aires, rrumbaderos, o el ancho paréntesis del alti16 de noviembre de 1947. plano tendido entre dos paroxismos de la roca. Flota sobre todo ello una atmósfera alu dentes cayó sobre las olas encrespadas y enta todas del Kollasuyo. derramando en ellas la cinante, estremecida por el misterio de la le bló con ellas tremebundo duelo. Todos los regracia de su predicación. Que los hombres fueyenda. Paisa je lunar o paisaje de planeta le gistros del cataclismo alcanzó la contienda, ran buenos, adoctrinaba, que no alzaran jamás jano, allí la fantasía es realidad y la realidad hasta que el mar, derrotado, debió buír a lo mano asesina sobre el prójimo, que no usurparece fantasía. Abrense a otro mundo los ojos lejos desmelenado y aullante. El Genio de la pasen bienes ajenos; que no bebieran el licor del viajero. Se habrá inmovilizado el tiempo Tierra, ejercitando su propio poderío, inmo maldito. Abominaba los pecados de la carne en aquellos parajes, como el mar de roca de vilizó entonces a las cumbres vencedoras, y y los desafueros del poderoso. Amaba a los tenido en la suprema crispación de los Andes?
el Ande fué. como dice el libro de Bolipobres, a los tristes, a los humildes, a los opriTal es Bolivia; la Bolivia andina abrazavia Reinó en adelante para siempre la cor midos, y tenía para ellos palabras de esperanza, da a su sillar ciclópeo, la Bolivia entraña de dillera convertida en mar de piedra inmovili Contra los déspotas, contra los entregados a la América, palpitante aún con el ritmo de sus zado en el instante más borrascoso de su crisviolencia y el estrago invocó Thunupa, con orígenes cósmicos, mientras el compás de los pación. La tierra triunfadora se mostró pia apostrofes enérgiccs, la justicia de Wiracocha.
tiempos nuevos va ganándola. Tal es, por lo dosa con el mar vencido, asegura el mito. ConSolo andaba por los senderos de la cumbre o menos, la Bolivia que aparece entre el macizo cedióle la gracia de un recuerdo y una vez arropor la planicie yerma: solo con su inmensa de sus montañas, y que alienta todavía el mi jado de su antiguo dominio le permitió dejar bondad y su alta sabiduría. Un pajarillo monto de Thunupa, tanto en el sortilegio de su un rastro de su poderío abolido en las montatañés nosábase en su hombro o volaba en torpaisaje com en el alma supersticiosa de sus ñas. Recogióse el océano en sí mismo y medi110 su yo a lo largo de sus peregrinaciones.
indígenas.
tó. Qué marca de su soberanía pasada bincaría Miráronlo. principio con indiferencia los Para el hombre de Bolivia que surge y misobre el dorso de los montes? fué la honda hombres del Kcllasuyo, pero los niños lo amara el porvenir, Thunupa es un símbolo de lu congoja de su derrota la que originó esa huella.
ron y se acercaron a oírle, hasta que las mujecha, según el concepto fundamental sostenido Pues el mar lloró. Lloró una lágrima tan beres y los ancianos lo comprendieron y lo sinen un reciente libro apasionado y vibrante de lla, tan azul y tan pura, que el Genio de la tieron en su corazón. Pueblos enteros espiaFernando Díez de Medina, portavoz de una Tierra la guardó como preciosa joya en su cerron más tarde su aparición sobre el horizonte fe y una rebeldía sedientas de tohesión pa co de cumbres, transformada en el Titikaka, dislocado de la Cordillera. Le acogían, le esra la patria boliviana.
lago misterioso y sagrado, cuna mesiánica de cuchaban, derramaban su palabra hacia los ¿Quién fué Thunupa, en la cosmogonía culturas y de dinastías, en cuyas linfas embrucuatro rumbos: en los valles, en las chozas coldel universo indígena? Gran sabio y sejadas flotan todavía los enigmas de tiempos gadas de los riscos. Prodigios y signos sobreñor lo llamó el antiguo morador del altipla pretéritos y danzan lírica ronda leyendas y fánaturales solían anunciar el advenimiento del no o de la cumbre, porque fué para él represenbulas de los imperios que fueron.
Sabio. Una vez era la tempestad que huía antación de la piedad que ampara y de la norma Madre de la vieja raza andina es conside te él dejando apacible el cielo sobre el poblado vital que sostiene y conduce; porque supo con rada la montaña, porque les dió a sus hijos es tembloroso; otra era la sequía súbitamente trosolar al desvalido y al opreso; porque se alza pacio para luchar y mitos para creer, rogar, cada en lluvia ante la presencia de Thunupa, ba contra toda injusticia y todo despotismo. tejer sueños y crear poesía. Agrega el remoto o el agua brotando de las rocas bajo su planFué también Thunupa bálsamo y plegaria: génesis indígena que una vez conquistada la ta. Ocasión hubo en que los escabrosos peñasconforte del viandante solitario de las punas región antes marítima, púsose la piedra a pal cos se abrieron para dejarle pasar. Cómo rio espectrales, alivio de fatigas, luz en los cami pitar y a alumbrar hombres fuertes y osados: había de reverenciarlo e invocarlo el kolla?
nos, lenitivo de los que sufren rigores del des ellos organizaron reinos y construyeron las La persecución de los impíos y de los déstino sin auxilio fraterno. Todo lo fuerte y primeras ciudades megalíticas del Ande. Aquel potas sufrió también Thunupa. Un caudilo bueno es para el kolla Thunupa: la mon ser primigenio, nacido de la piedra, fué el mallllo atroz lo mandó lapidar en cierta ocasión raña eterna, el lago sereno, el hombre justo, cu por excelencia, el fundador de culturas, cupor sus honderos, hasta dejarlo yacente sobre la recondita energia sustentadora de los seres yo esfuerzo recio y tenaz alzó el Portal de la tierra parda, desgarrada la túnica y cubieren los combates de la vida. Thunupa es, en Wiracocha ahora denominado Puerta del to de sangre el cuerpo. Mas Thunupa reapafin, fe, virtud, reposo; y se lo encuentra hasta Sol. para rendirle homenaje al creador de la reció con la aurora, inmaculada la veste y la en el núcleo materno de la piedra y de la tierra. montaña engendradora de pueblos. Aquella ra carne intacta. Otro día, un hato de miserables Afirma la leyenda llegada hasta nosotros za primitiva perdida al presente en un misteprendió fuego al lecho de pajas en que dormia desde el oscuro génesis andino que Thunupa rio de milenios, vió en Thunupa al Sabio y el hijo de Wiracocha, pero las llamas sólo sirfué el hijo de Wiracocha, Creador del Uni al Justo, al numen protector, al misericordio vieron para guardarle el sueño. No faltó alverso. Numen tutelar de la raza, tiene una do so, al purificador, al que marca un camino, guna vez quien lo torturase y escarneciese, sin ble proyección cósmica y humana. En la auro en última instancia, al hijo de Wiracocha. conseguir ahogar el verbo de verdad y de jusra de los tiempos, Thunupa actuó como su Pero algo más fué todavía Thunupa pa ticia fluyente de sus labios.
premo juez en el conflicto de los elementos, ra el hombre de la cumbre y el altiplano. Al Por todos los senderos del mundo andino y se oiría salmodiar al Ilimani el épico relato go más grande en su proyección humana e sigue la huella de sus sandalias la tradición ancestral, si humanos oídos pudieran compren histórica: algo así como un Cristo Kolla, cu mítica. Dondequiera que estuvo encendió Thuder la voz de las nieves y los basaltos.
yo tránsito por la tierra pudiera seguirse en nupa la esperanza, mitigó el dolor, sostuvo De esencia divina, es para el hombre de los la intensa poesía de su leyenda.
los ánimos y predicó la constancia. Es el piAndes la montaña, no sólo por su belleza su Existió. dice la fábula un Thunupa Toto del alma india afirma Díez de Meprema, por su cumbre empinada hacia el fir hombre que anduvo por montes y altipampas dina en su libro fervoroso, escrito para retemmamento, por la majestad con que su mole di mil años antes del último rey incaico. Thu plar la energía de su pueblo.
buja sobre el horizonte una imagen de la eter nupa era alto, fino, de ascética figura, como No podía faltarle el epílogo del martirio nidad, sino también porque todo cuanto alienta consumido en la fiebre del Bien. Larga túnica a la leyenda del Cristo Kolla. Una muchedumbajo el sol tuvo en ella cuna y regazo. Algo de lana y ligeras babuchas indias constituían bre despiadada lo condena a muerte y los made madre y algo de escudo hay en la monta su atuendo. Un vástago de olivo silvestre le gos de la tribu azuzan contra él fanática jauña. Cuando el drama geológico del continen servía de báculo y erraba por los caminos de ría. golpes y pedradas tunden su cuerpo y te llegaba a su más fuerte apogeo, ella venció la sierra o entre la desolación de las mesetas, lo arrastran por la arena. La sangre del justo al mar en descomunal contienda, disputandole sosegado el ademán, humedecidos de piedad iba sembrando de rubíes la playa dorada del a la cordillera de aguas el imperio del mun los ojos mansos. Llevaba su palabra encendi Titikaka: sus ojos estaban sin luz, sus labios do, es decir nido y patria para su prole. da de virtud a los humildes caseríos, y cada mudos y exangües, pero para sus verdugos eso El mar había sido dice el viejo mito atardecer se desvanecía entre las ráfagas del no era bastante. Amarraron su cuerpo al mássoberano señor de los ámbitos. No consentía viento o los velos azules de la montaña. Nue til de una balsa y lo abandonaron sobre la obstáculos a la soberbia cabalgata de sus cor ve soles alumbraban en la sucesión de nueve móvil superficie del lago sagrado. El Titikaceles de espuma; amo del mundo, reflejaba el auroras andinas su figura tutelar cuando llega ka encrespó entonces sus aguas, la tormenta cielo y azotaba la atmósfera con el frenesí de ba a cada pueblo. Partía después misteriosa incendió el cielo, el viento y el rayo empujasus tempestades. Pero un día alzó la montaña mente, para ir a difundir en otra burgada el ron la canoa a través de las aguas embravedesde el fondo de las simas su potente mole; consuelo y la enseñanza de su prédica. Volvía cidas, mientras Thunupa, majestuosamente erun turbión de rocas y un huracán de layas can al cabo de un tiempo y visitaba así las aldeas guido sobre aquélla, se agigantaba en la pers Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica