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148 REPERTORIO AMERICANO Vienen a tiempo estas dos estrofas de Alfonso Reyes en su reciente libro Cortesía (1909 1947. El traje hace al caballero y lo caracteriza Sátira de las armonías de Bastiat la SASTRERIA ¡Armonía natural que reina en mi gallinero: cada vez que canta el gallo pone la gallina un huevo. LA COLOMBIANA la independencia nacional. También aquí la multitud es el protagonista, pero iqué profundo el grito y qué distinto el fuego de la entraña. El tremendo drama se inicia con la famosa carga de los Mamelucos en la Puerta del Sol; y contra los negros jinetes se levanta la afilada ira de Madrid, como si viera resucitados en la horda africana a los moros de ocho siglos de reconquista; como si presintiera ya en aquella galopa colonial la ferocidad del Tercio y la salvaje gumía de las Mejalas que, andando el tiempo, habían de salpicar con sangre civil los muslos de aceituna de Extremadura y el pecho de carbón de Asturias.
El coro irresponsable y cobarde de Aranjuez es esa burda imitación de pueblo que los tiranos necesitan exhibir buscando en su demagogia callejera una apariencia de voluntad nacional; pero el verdadero pueblo es esto otro: el tuétano vivo de un país, que desafía de pie a la muerte, por la justicia y por la libertad. En El País de Montevideo. mayo de 1948. Bs. Aires, 26 III 1937.
de FRANCISCO GOMEZ e HIJO le hace el traje en pagos semanales o mensuales o al contado. Acaba de recibir un surtido de casimires en todos los colores, y cuenta con operarios competentes para la con fección de sus trajes.
Especialidad en trajes de etiqueta Tel. 3283 30 vs. Sur Chelles Paseo de los Estudiantes Sátira de sistemático Dice el bobo: Yo quiero mirar el mundo por aquel agujerito: como estará más redondo parecerá más bonito.
Bs. Aires, 27 III 1937.
HISTORIA FILOSOFÍA Por Leopoldo ZEA (En El Nacional, México, Ediciones del 30 de octubre y el 10 de noviembre de 1947. La sofrosine y la hibris rico, un buen demagogo. Los más fuertes en este aspecto, los mejores entre los demagogos, son los que tienen derecho al gobierno. Allí está como un brillante ejemplo el hermoso Alcibíades.
La razón, el logos como razón y palabra deja su lugar a la hibris. Esta vuelve a sentar plaza en la Polis. La violencia pronto seguirá a la demagogia. Las ciudades lucharán entre sí, como ya dentro de ellas lo hacen sus ciudadanos, en un supremo esfuerzo por alcanzar la hegemonía de los más hábiles. Los caudillos que han triunfado dentro de las ciudades tratan de convertirse en caudillos de todo el orbe griego. Se desencadena una lucha hátendrá como base la voluntad, capacidad de apresar.
La destrucción de la Polis por la Hibris es el mundo que les toca vivir a los grandes filósofos griegos: Sócrates, Platon, Aristóteles.
Contra esta destrucción lucharán, cada uno a su manera, los tres grandes filósofos. la hibris opondrán la sofrosine, la sabiduría. Pero la sabiduría como capacidad de limitar la hibris. Sabio no lo será tanto el que sepa más, en un sentido erudito, sino el que sepa como limitar mejor sus instintos, ambiciones, apetitos.
Una vez que ha sido destruído el Logos impersonal que establecía el orden en las ciudades, como lo establecía en el Universo, los filósofos recurren al logos personal que pueda someter su propia hibris. El orden, si ha de haberlo, ya no será obra de dioses, sino obra de hombres. Esto es la sofrosine, capacidad del individuo para establecer el orden interior, el cual habrá de reflejarse en el orden de la ciudad. Este tipo de sabiduría, este tipo de sofrosine, empezará por el conocimiento que cada hombre tenga de sí mismo. Esta será la enseñanza de Sócrates.
bil, de engaños, de sofismas políticos. La de Sócrates y la Polis Griega Los sofistas griegos al descubrir el resorte político que animaba a la filosofía no habían hecho otra cosa que expresar su tiempo. La lucha entre las democracias y las aristocracias se había recrudecido. Una nueva aristocracia, la del saber, quería encargarse de la dirección de la ciudad. Frente a ésta se encontraban los sofistas destruyendo las pretensiones que acerca de un saber divino tenían tales filósofos.
En adelante la filosofía se preocupará más abiertamente por el problema político. Esto es, lo envolverá menos en metáforas en apariencia ajenas a tal problema.
Pero los sofistas habían planteado un grave problema, habían puesto en crisis a la propia Polis. Esta, como límite de la hibris, la violencia que entre sí solían hacerse los hombres, perdía su fuerza. En adelante la ciudad será lo que sus ciudadanos quieran que sea. Ya no una entidad ordenadora, sino una entidad puesta al servicio de los mejores en habilidad. Esa misma habilidad que los sofistas ofrecían en la plaza pública. La polis deja de tener un carácter impersonal, empieza a encarnar en audaces caudillos. La razón deja de ser la ley; ésta lo va a ser la voluntad del caudillo. Ya no hay límite suprahumano que limite la hibris del hombre griego.
La Polis va a dejar de ser un instrumento de convivencia para convertirse en un instrumento al servicio de intereses puramente individuales. La ambición individual, personal, encontrará satisfacción en el dominio sobre la ciudad. Se ha mostrado que todos los ciudadanos tienen aptitudes para gobernar defendiendo sus particulares intereses. El gobierno será para los más hábiles. La lucha política no es sino una lucha de habilidad. Sólo es menester saber convencer a los demás de que los propios intereses son los intereses generales. Para ello sólo hay que ser un buen retomocrática Atenas se niega a conceder iguales derechos a las ciudades que están bajo su influencia. Frente a Esparta se sostiene, antes de llegar al choque armado, una lucha de habilidad cuya principal base es el engaño y el soborno. Los taimados espartanos, por su parte, se prestan a un juego que produce ganancias a sus caudillos, a reserva de llegar al choque armado cuando no quede otro remedio.
Tal será el espectáculo que ofrezcan las famosas guerras del Peloponeso.
Estas guerras no son ya guerras entre ciudades, entre polis, sino luchas entre caudillos.
Ya no lucha Atenas y Esparta sino Alcibíades, Cimón o Cleón, contra Lisandro o Agesilao.
Los límites que la Polis había impuesto a la ambición individual han quedado rotos, la hibris se desboca. Ya no sólo se quiere dominar la propia ciudad, sino Grecia o todo el orbe conocido. Pronto habrá de aparecer la más poderosa de estas individualidades: Alejandro el Grande. Con él terminará la Polis y se inicia una nueva forma de gobierno político y de concepción de mundo: el Imperio. La Polis tenía como base la razón, límite; el Imperio Sócrates ha sido el primero en darse cuenta del peligro que corría la Polis y ha tratado de evitarlo educando a sus conciudadanos.
Al problema de la ciudad se dirige abiertamente. Al igual que los sofistas lleva su enseñanza a las plazas públicas. Su punto de partida es el mismo de éstos: el hombre como medida de todas las cosas. los atenienses no pide otra cosa que eso, que sepan su medida, que sepan lo que cada uno es como individuo para que no trate de ser otra cosa distinta.
Sócrates es también un demócrata. Pero en esta democracia no han de gobernar todos necesariamente. El oficio de gobernante no es sino un oficio entre otros. La ciudad, para subsistir, necesita de otros muchos quehaceres: el de los estrategas, el de los jueces, el de los artistas, el de los educadores, el de los zapateros, el de los panaderos, etc. De estos diversos quehaceres no se puede decir que unos sean superiores a los otros. Todos son igualmente valiosos si cumplen plenamente su cometido.
Los habitantes de una ciudad no sólo necesitan del gobernante que dirija los asuntos del Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica