REPERTORIO AMERICANO Tomo XLIII CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1948 Sábado 12 de Junio Afio XXVIII No. 1049 No. 22 El próximo de enero se cumplen cien años del nacimiento de Don Manuel González Prada, uno de los más altos y luminosos númenes de la nacionalidad. Adelantándonos a los homenajes que habrá de rendirse a su memoria, nos es grato ofrecer a los lectores de esta página de artes y letras, la vívida y sugesriva evocación que su hijo Alfredo hiciera en 1943, a pedido del Director de Books Abroad, revista de la Universidad de Oklahoma, y publicado en el verano de dicho año.
Al reproducirla del libro Redes para cazar la nube (Editorial cumplimos con recordar a su ilustre autor, sensiblemente desaparecido cuando su talento y experiencia anunciaban una ópima cosecha. Nota. de La Tribuna de Lima.
19 de enero de 1948. Es una extrañísima sensación la que experimento al verme escribiendo sobre mi propio padre. Pero, como el director de Books Abroad ha insistido tan amablemente, no me puedo negar más, y trataré de reunir, en notas hasta hoy no publicadas, retazos de recuerdos y unas cuantas anécdotas que sirvan para esclarecer más la vida, la obra y la actitud de un escritor peruano de la generación pasada. р Емсы Manuel González Prada Mi padre era alto un poco más de seis pies. muy erguido y de complexión atlética; de ojos azules, nariz perfecta, cabellos plateados, barbilla agresiva y un todavía más agresivo bigote a lo Lord Kitchener. Hasta los cuarenta y cinco usó patillas a la española; pero un día, yendo por la calle, se miró a un espejo y se vió tan absurdo con aquellos pelos. que entró al punto a una barbería y se los hizo afeitar. Solia caminar con gran dignidad, lo cual era, sin duda, una de sus más saltantes características. Un periodista chileno, Jorge Hübner Bezanilla que, en 1917, pasó varios meses en Lima, escribía, poco después de la muerte de mi padre, lo siguiente: Yo lo vi pasar cien veces por las calles de Lima: alto, magnífico, atrayendo todas las miradas.
Su elegante manera reflejaba la serenidad de su alma. Su personalidad era tan fuerte, que daba la impresión de un hombre capaz de encararse a una asamblea tumultuosa y hostil, e imponerle silencio con sólo un gesto de su mano.
En casa era muy distinto. Por ser uno de los más beligerantes escritores de Hispanoamérica, la leyenda lo presentaba como un hombre violento y amargado. La realidad difería mucho: era tranquilo y pacífico, alegre y hasta juguetón. Pero, lo más extraño es que tal diferencia entre la impresión que causaba la realidad en que vivía, encuentra curioso paralelo en sus escritos: toda su prosa es severa; mas gran parte de sus versos, en especial los inéditos, son satíricos y humorísticos.
Etnicamente, mi padre era casi totalmente español. Su familia, por ambas líneas, venía RECUERDOS DE UN HIJO Por Alfredo GONZALEZ PRADA. En La Tribuna. Lima, enero 19 de 1948)
de Galicia, la céltica región noroccidental de la misma frente luminosa y la misma arrola Península; pero tenía alguna sangre irlan gancia.
desa, por una de sus abuelas maternas, hija Vivíamos mi padre, mi madre y yode madre española y padre irlandés. Este, de en una pequeña y atrayente casita en el cenapellido Phelan, fué uno de los refugiados tro de Lima, una casa de un piso, con su pa.
religiosos que, en el siglo XVIII, emigraron de tio lleno de plantas y flores, y una gran enre.
Irlanda en pos de asilo, hacia las católicas co dadera, en la que, por primavera, hacían los lonias del rey de España, y casaron con mu pájaros sus nidos. La casa tenía seis o siete jeres de su propio rito en la patria adoptiva. piezas y un espacioso traspatio. la izquierNinguno de los biógrafos de mi padre (ni si da del patio, entrando a la casa, había una quiera Luis Sánchez, el más acucioso de ventana de reja. pequeño departamento de todos) ha concedido gran importancia a la in dos piezas, con una ventana enrejada sobre la fluencia de ese remoto abolengo no bispáni calle. Esas ventanas de reja. que ahora esco. Quizás tuvieron razón, pero siempre me tán desapareciendo de Lima, son uno de los sorprendió observar los profundos rasgos de residuos de la arquitectura hispano colonial irlandés que mostraba su psicología, sin ha típica) Fué ahí donde, por más de treinta blar de su aspecto físico como, por ejemplo, años, vivió mi padre (1887 1918. abí tesu notable parecido con Parnell sin barba, nía su escritorio y su biblioteca.
pero con la misma nariz, los mismos ojos, Como regla general, se levantaba hacia las Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica