Democracy

REPERTORIO AMERICANO 207 cazar. su propio rabo (En el Rep. Amer. 58 46 Diligencias para despachar por el correo un paquete de dos libros al exterior (llenar formularios, hacer declaraciones, comprar estampillas, etc. Pagar el derecho de timbre para una letra con la cual me cancelaron una deuda de cuarenta pesos, al cabo de dos meses de cobranzas Viajando en tranvía o en bus, comprimido, magullado y en prensa, cuatro viajes de a 45 minutos Tomando dos tintos (el tiempo estrictamente necesario para el servicio)
Saludando conocidos y escuchando consejos para mejorar mi vida, para hacer mejor las cosas y más prácticas o escuchando confidencias políticas o sentimentales Visitando a un médico (5 minutos de consulta y 56 de antesala)
Una Imprenta para REPERTORIO Este noble propósito del escritor venezolano Aquiles Certad, sigue su curso, en Costa Rica y en América.
Anotamos las últimas contribuciones: La señorita Adela Leal y otros maestros de Santa Cruz de Guanacaste contribuyen con 11. 00.
La señorita Jenarina Ramírez Barrantes, en Heredia, contribuye con 00.
Don José Miguel Zúñiga, en Limón, contribuye con 00.
Seguiremos anotando las nuevas contribuciones que nos lleguen.
180 94 61 Un día de sol, miraba sin mirar cuando vi sorprendido un perrito que giraba como rueda loca.
Qué extraño, pensé. qué le sucederá a este su jeto?
Pues nada.
El perrillo había visto la punta de su propio rabo y se imaginaba que algo ajeno a él, era.
Se dispuso, caninamente, a darle alcance.
Con gran cautela se fué volviendo fauces abiertas y colmillos listos. pero la víctima escapaba!
Otro intento y. nada!
Pensó en ese momento el amigo perro, que era necesario usar rapidez y ser decidido y emprendió veloz persecución.
Corría el perro, giraba más bien y siempre a distancia invariable el maldito rabo!
Imposible resultaba cazarlo!
Ay compañero! Me parece a ratos que como el perrito estamos empeñados en la cacería de nuestro posterior apendice y como él giramos y giramos ante la sorpresa ajena y sin lograr nada. más que caer al final agotados de tan gran faena! si para alguien, creyendo que el rabo transeúnte es el mismo al que necesitamos darle alcance, corremos tras el otro y clavamos el colmillo en el pobre rabo que inocentemente pasó a nuestra vera!
Juan José CARAZO.
Costa Rica. 1948.
Total 696 Once horas y treinta y seis minutos de un día cualquiera se han invertido de esta suerte. El resto del día lo he destinado a leer los periódicos, al aseo personal, a escribir algunas cartas y a otras cuestiones que dependen de mí mismo y que acaso sean los únicos lapses realmente aprovechados.
Entonces me hago un cálculo tremendo, que me produce la desoladora conclusión de la absoluta inutilidad de los días que me restan sobre la vida. Calculo un promedio diario de diez horas en estos diminutos menesteres. Invierto siete en dormir y dos y media en otras ocupaciones, como comer, afeitarme, etc. De donde debo deducir que de cada día sólo podría disponer para algún fin provechoso, de cuatro horas y media: pero aun en esto fallo, porque no estoy seguro en la definición de la frase fin provechoso y a lo mejor, los actos que creo de alguna importancia sean más inútiles que todo eso: preparar. por ejemplo, uno o dos libros más.
Si todos los tiempos individuales de sujetos capaces de contribuir al bienestar colectivo se gastan de esta manera y si lograra establecerse estas pérdidas en guarismos, encontraríamos que diariamente, los bogotanos arrojamos por la borda, millones de posibilidades mientras esperamos con la bocina al oído el qué número. mientras desciende el ascensor hasta el piso donde nos hallamos, esperándolo o mientras un portero se digna atendernos.
aseó, la pintó, le hizo adaptaciones para disfrutar de comodidades elementales y desde la entrada hasta la puerta aquella mansión no se cambiaría por el palacio del príncipe Jacinto que creyó tenerlo todo en un estupendo apartamiento de París. En cada casa aquí un hierro viejo, allá un baúl, acá un pergamino o un rostro inmortal en la telala maestra ha puesto ese resplandor que sólo puede irradiar de las armas y las manos en diario trance de alegría. Cuando le pregunté por la guaria la orquídea que es la flor heráldica de Costa Rica me la mostró a punto de abrir sus pétalos.
Hay veces me dijo que al despertarme al canto de los gallos siento como se despiertan mis orquídeas, como si estuvieran pensando en su montaña.
Amor a las flores, a los niños, a la tierra que da ciento por uno, a sus héroes civiles, sus maestros; esta es la salvación de ese pueblo que trabaja, ama, sueña. Lo que tiene lo ha hecho con sus propias manos, pero no ha desdeñado la colaboración de las que han llegado de fuera para darle nuevos estremecimientos, nuevas formas de la cultura. En esa tierra los gobernantes españoles no dejaron obra digna de aprecio; la tuvieron abandonada, y acaso por eso el costarricense se refugió en sí mismo, se aisló en lo suyo propio, en el trabajo, en la disciplina, la fuente de su felicidad. Una felicidad modesta, pero que sigue siendo su orgullo y que explica por qué no ha querido unirse a otros países en que el desdén al trabajo, el amor al desorden, la falta de escuelas, el desprecio al educador, el afán de vivir del empleo público, la falta de Educación, en fin, seguirán siendo los mejores aliados del retroceso. Por eso Costa Rica es el pequeño gran país de América y por eso su paz, su democracia, sirvan de meta y ejemplo México, Viene de la pág. siguiente)
porque todos los días hacía declaraciones, contestaba ataques, tomaba parte en polémicas, como cualquier ciudadano.
Cada ciudad costarricense está unida por el amor de sus carreteras. Por eso Costa Rica es una sola ciudad, en la que vive una sola familia. hay que visitar las casas en que la vieja hospitalidad sigue siendo el más limpio tesoro. Invitan a tomar el café el mejor café de Costa Rica se bebe en Inglaterra, pero el mejor del mundo sólo en Costa Rica y hay en el aire, en los manteles, en las sonrisas, una distinción tal, que cada uno de los de la familia agasajante es un príncipe que procura superar al otro en la cordialidad, la sencillez, el afán de agradar y servir.
Escazú es una población que está al alcance de la mano, a poco de haber salido de San José. Su sólo nombre es una seducción. Se dice que hay allí corrientes subterráneas que los brujos auscultan. Pero lo que da un sello propio a tal sitio de paz y de hechizo son sus casas, su silencio, su sol, su intimidad.
Un gran amigo mio me llevó a conocer una de ellas, sin anticiparme la sorpresa. Vive en ella como retirada del mundo, gozando de paz perfecta, una maestra que viajó por las tierras ilustres de la cultura, y que al cabo de los años prefirió fugarse del bullicio y la ostentación, para labrar con sus propias manos, sin hacer gastos superfluos, el recinto maravilloso en que vive su gran vida interior. Ha logrado demostrar con su ejemplo que no se necesita disponer de dinero para encontrar la felicidad entre cuatro paredes, de esas que visitan a diario, discretamente el aire, la poesía y el sol. Compró una casita de labriego, la OSORIO LIZARAZO.
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Back Bay Boston, Mas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica