REPERTORIO AMERICANO 351 RADIUS Calle del Variedades Variedades. TELEFONO 4692 Espejos de todas las clases Cuadros Marcos Objetos tallados Souvenirs Oleos y Acuarelas Vidrios para sobre de muebles y para Automóviles SERIEDAD RAPIDEZ EFICIENCIA de a un llamamiento que viene de sectores más hondos de la conciencia venezolana, no para responder o contender en manifestaciones de la etapa presente, sino para levantar la dignidad de los principios, en la auténtica hora de la jornada y de la tragedia nacionales, para que algún día la patria pueda, efectivamente, dejar de ser el botín de los vividores y de los logreros, de los que en nombre, precisamente, de los principios, hacen feria del deber y del honor y abandonan el puesto que les está señalado hasta la totalidad del sacrificio y, por la fuerza, quieren, una vez más, cumplir el atropello de la verdad y de la justicia.
El personaje con que ahora quiere Mario Briceño Iragorry que se familiarice el pueblo de Venezuela, porque estos son libros escritos con el alma puesta en la formación del pueblo venezolano, entra de lleno por el camino de la justicia, que, salvo contadas excepciones, viene en ser el camino único de la heroicidad.
Cuando no hay un propósito de justicia, aun la clarinada de los triunfos bélicos no suele ser otra cosa que el anuncio de la hora de las venganzas, de los odios y del botín y, muchas veces, en nombre de las aspiraciones más altas, que se están asesinando o siendo ultrajadas por el mismo pueblo al que se lleva por la ruta adversa. De la primera a la última página de El Regente Heredia alumbra el epígrafe de Romain Rolland, con la luz inmarchitable de la verdad: No llamo héroes a los que triunfaron por el pensamiento o por la fuerza; llamo héroes sólo a aquellos que fueron grandes por el corazón. Como ha dicho entre ellos uno de los más altos: no reconozco otro signo de excelsitud que la bondad. Cuando no hay grandeza de carácter no hay grandes hombres, ni siquiera grandes artistas, ni grandes hombres de acción: apenas habrá ídolos exaltados por la multitud vil; pero los años destruyen ídolos y multitud Estas palabras encontrarán eco largo en las conciencias honestas, en tanto existen vencedores que, en alguna forma, pretendan respaldar cualquier forma de la injusticia, en nombre de principios que se están asesinando.
En nuestra historia, tan abundante en el tono subido de la epopeya y de la gloria militar, hacía falta un libro como El Regente Heredia. Su pensamiento y su espíritu los hemos y los tontos de su tontería. Eso hacía que siempre hubiese luchas en la isla. por eso sus habitantes le encontraban placer a la vida.
EL VIENTO EL CIPRES encontrado más de una vez en páginas de nuestros grandes historiadores; pero había que sistematizarlos había que presentarlos hermosamente expresados y en forma que gane el interés para que pudieran llegar hasta el corazón de nuestro pueblo. Se puede decir que este libro viene, entre otras cosas, a llenar un vacío que se dejaba sentir dolorosamente en el alma popular venezolana. Este varón, que es el héroe de la justicia, enfrentado categóricamente contra el desmán y el atropello vencedores, que le cierra el paso, en nombre de la dignidad humana y del derecho a las lanzas implacables, este héroe, constantemente amenazado y perseguido porque no pone su toga y su autoridad al servicio del odio y de la saña triunfantes, tiene todavía muchas peleas, muchas batallas que ganar en las tierras de nuestros campos y en las plazas de nuestras ciudades, como, seguramente, que ya las tendrá ganadas en el corazón de las gentes del pueblo, de esos hombres humildes que son los primeros damnificados y que el destino trágico ha querido que, en la mayoría de las veces, hayan sido los instrumentos dóciles de sus más tremendas desgracias.
Pedro SOTILLO.
El viento le decía un día al ciprés. Me das lástima, hermano. Te esfuerzas para subir, para llegar hasta las nubes: hasta creo haber oído en mis correrías por debajo de las puertas, que los hombres te llaman altivo y majestuoso. Pero a mí, que te veo desde arriba, me das pena. Por muy profundo que arraigues, viene un huracán y te descuaja, una ventolera y te dobla. Los hombres te ponen en fila, como una muralla, para detenerme, pero no han de lograrlo nunca: pasaré por entre tus ramas y mi voz se volverá música y me llevaré al volver a remontarme hacia el sol, el recuerdo del cantar de los pájaros y del aroma de las flores.
Dicen que eres el símbolo del orgullo: yo no sé si el ser orgulloso es provechoso o no lo es, pero a mí me parece más bien la imagen de la fanfarronería. el ciprés le respondía al viento, en su lenguaje verde de hojas temblorosas. Podrás doblarme, pero siempre volveré a levantar cabeza cuando hayas pasado. Yo toco de pies en el suelo, en la tierra y saco de la tierra toda mi fuerza y aun la fuerza que me das. Tú, en cambio, pasas, te vas y te pierdes. Aunque me arranques todas las ramas, no lograrás abatir mi tronco. pensando hacerme daño me harás el gran bien de esparcir mi semilla; gracias a ti, pronto habrá un bosque entero de cipreses, contra el cual nada podrás, que te convertirá en una mansa brisa y que se divertirá con tus silbidos y tus remolinos.
Pero el viento ya estaba lejos.
FÁBULAS INOPORTUNAS Por Victor ALBA. En el Rep. Amer. Envío del autor, en México, Febrero de 1948. Concluyen; véase la entrega anterior. Entonces de tierra amarilla, que da la LA MEJOR TIERRA resignación. No; que los resignados siempre pierden.
Era un hombre que se quería hacer una Pues de tierra jacinto, que da la vaisla para vivir en ella. Fué a ver a un especia lentía.
lista en hacer tierras una especie de alfa. No, que los valientes acaban enconrero de continentes y le dió el encargo. trando un cobarde que los hace parar. Cómo la quieres. Quizás de tierra gris, que da la fuerza.
Quiero una isla que dé gusto vivir en No, que la fuerza se acaba.
ella, que haga que sus habitantes le encuen. de tierra dorada, que da la riqueza.
tren placer a la vida, tanto en medio de los No, que se pierde.
dolores como en medio de las penas. De tierra blanca, entonces, que da la. Podemos hacerla de tierra verde, que virtud da la esperanza. No, que es una leyenda inútil. No, que esperar es no tener nunca nada. Ya sé! La haremos de tierra roja que Pues de tierra ocre, que da saber. da el orgullo. No, que con el saber se encuentra gus Le pareció bien, y la tierra fué hecha con to al placer, pero no de la pena.
tierra roja que da el orgullo, y en ella los ri De la tierra azul, que da amor. cos estaban orgullosos de ser ricos y los po No; que el amor va y viene.
bres de ser pobres, y los sabios de ser sabios, LOS ESTADISTAS DE LA PIARA Fuese, un día, que los componentes de una piara, oyero gue su gañán le decía a otro.
hablando de un usmero del pueblo: a cada puerco le llega su San Martín.
Aunque no iba por ellos, los puercos se alarmaron y la alarma les hizo cavilar. Todo eran grupos en los que se reñía con pasión y sin un. o. Las bellotas se iban amontonando, porque decidieron, al principio, no comer pa Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica