40 REPERTORIO AMERICANO SON SONETOS (Del libro ivédito Cuaderullo de Maria. Elección y envío de Gris. En el Rep. Amer. Lo que no pudo darme Primavera pródiga en flores, fue la excelsa rosa paradigma de rosas, y señera por su propia hermosura rigurosa.
Llegó el Oloño, este milagro viera feliz mi corazón: aquella rosa inasible hasta entonces, mia era encarnada en la más perfecta esposa!
Cuántos ingentes contratiempos para que de esa rosa me posesionara tuve por años que vencer, paciente!
Más todo ese pretérito sufrido, al fin, roh dicha mia. me ha valido este dichoso excepcional presente.
1940.
96 Mi alma está, tú lo sabes, jubilosa por este amor, como ninguno puro, por esta dicha, sin igual dichosa, Ya de nada ambiciono yo ser dueño.
equé tesoro más grande y más seguro que este tesoro que antes fuera sueño?
1941.
Así, déjame estar en dulce arrimo mi sien sobre la seno descansada, mientras alisas Mi, con suave mimo, mi cabellera ya casi plateada.
Tú sabes que este instante yo lo estimo más que toda la vida regalada que ofrecerme pudiese el más opimo bien temporal: ioh dicha sosegada!
Emocionado, los latidos siento de tu amoroso corazón: tu aliento.
es una leve brisa de ternura que suavemente rózane la frente.
No sientes tú también, intensamente esta dicha, este amor, esta ventura?
Te imagino por esas serranías, el paso firme, sin menguada dura, intrépida trepando hasta la aguda cima, con juveniles energías.
Te imagino sacando de las frías aguas de rauda acequia una menuda guija que en viva joya se transmuda en tus manos sin muertas pedrerías.
Sé que madrugas para oír los trinos de los flautistas pájaros andinos, y coger menta para olerla, de esa menta silvestre que embalsama el aire. sin soñar compruebo ese donaire que te hace lan hermosa montañesa.
1941.
Cuando mi corazón por ti sufría soñándote distante, aquella pena en un silencio amargo consumía mi voz, como la herida la gangrena.
Recobrándome estoy de esa atonía espiritual, y mi alma ya más plena de salud, con qué calida ufania logra cantar conforme se sevena Qué dicha es ésta de poder cantarte aunque con balbuceos, y expresarte esa felicidad, ese contento que siente el corazón cnamorado.
Mi voz, que con tu amor he recobrado, recobrando también va ya su acento.
1940, 1932.
Por esa mi actitud ensimismada en que suelo sumirme con frecuencia aux disfrutando tu fetiz presencia, no te debes sentir mortificada.
Sucédeme sin causa, sin que nada mediato o lueñe tenga alguna influencia; no es hastío, siquiera indiferencia menos desamor, ioh idolatrada!
Me sobreviene porque si, de pronto, me siento como náufrago en el ponto, el alma de mi cuerpo como ausente. en vano tus palabras, tu ternura hacen por rescatarme de esa oscura sumersión abismal, y tan frecuente.
1941: Cuántos años soñé poder llamarte con la seguridad con que hoy te llamo mía. desesperado de aguardarte y en la mano mustiado el nupcial ramo.
Mi dicha es suficiente a revelarte el hondo sentimiento con que te amo y sólo sé en silencio proclamarte imia. sin aspavientos de reclamo.
Gozo cabal el de sentirte mia luego de tan intenso sufrimiento.
sin tener un instante de alegría.
Pero para gozar este contento me ha sido necesario, día a día, angustiado esperar tre advenimiento.
1941.
Este rural camino recorrimos los dos: esto que miro lo admiramos juntos, y nuestra vista delcitamos con cuantas bellas cosas en él vimos.
Oh la intensa alegría que sentimos, cordial camino, cuando en ti encontramos campanillas del trópico: soñamos entonces con la tierra en que nacimos.
Hoy lo recorro triste, solamente pensando en Ella, mi amorosa ausente, y como está su espíritu doquiera solo no voy, pues Ella va a mi vera: al lado mío y en mi pensamiento. es por eso que solo no me siento, Camino de Turdera, marzo de 1946.
Oye lo que ya tienes lan sabido ol dielce compañera de mi vida: cres mi sola dicha conocida, un bello ensueño casi inmerecido.
Siento mi corazðu enternecido porque estás a mi lado, tan unida a mi destino, tan de mí nutrida como jamás imaginé. y ha sido.
EDUARDO URIBE Bs. Aires. Rep. Argentina.
Hogaño es alegria desbordante lo que fué antaño pena contenida: soñar contigo pero tú distante, saberte mía pero no a mi unida.
Pues a mi lado estás, buene y amante, en mi vida entrañada de por vida, olvido aquel ayer dilacerante que estuviste conmigo resentida, Tantos años de haber sufrido tanto, qué bien empleados por lo conseguido: dicha compensatoria de aquel llanto.
Por tu amor sosegado y jubiloso, el triste ayer y todo lo sufrido constituyen substancia de mi gozo.
1941. Me ha sorprendido la noticia de la muerte de Max Jiménez; es todo un valor intelectual que pierde Costa Rica y que tardará quién sabe cuántos años para reponerlo, si es que lo repone. Yo no tengo de él sino una novela, El Jaul, y conozco poco de su obra poética, o mejor dicho, sólo un libro, del que me ocupé en su oportunidad, y por cierto que por los juicios que emitía en ese articulito contra algunos pluıníferos de tu tierra, fui entonces inuy atacado por los tontos, y defendido por los que valen, entre ellos «Billo. si tuviera a mano libros de Jiménez, escribiría algo sobre el con motivo de su óbito. De una carta de Eduardo Uribe, a Gris. fechada en Buenos Aires, Argentina, el 15 de mayo de 1947. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional. Costa Rica