86 REPERTORIO AMERICANO es porque, al comparar su existencia con la del paisaje, comprende lo incoercible efímera que es. Decir que todo paisaje es un estado LA ANTIGUA ACREDITADA CASA de alma, es poco decir. Enrique Federico Amiel era un místico. Un paisaje es alegre o triste en MARCOS ESPEJOS LLERANDI sí y no por estar triste o alegre la persona que lo contempla. Las ruinas de Itálica con (Esquina Diagonal a la Biblioteca Nacional)
sus zarzas y jaramagos son tristes, salvo para un mentecato, y los jardines de la Costa Azul LE RECUERDA que, como siempre, tiene para Ud.
de Francia alegran el espíritu, si no es el de un intonso o de un místico. El concierto campesCUADROS con finas láminas suizas, tre del Giorgione, en que ese inspirado artis MARCOS con molduras nacionales y extranjeras, ta nos hace sentir, hasta la embriaguez, la dul ESPEJOS de distintas formas y medidas, zura de vivir, para un místico es un cuadro inPORTARRETRATOS en vidrio, cristal, cuero, plástico, dorados, tallados inoral porque sólo se ve en él la desnudez de y calados.
la figura central del paisaje. Lo demás, no lo entiende ni quiere entenderlo. Para los místicos Para su regalo, le ofrece SUVENIRS del país y de fuera, así como óleos, no hay paisajes alegres ni bellos en la Natuacuarelas y tallas de distintos artistas.
raleza, cómplice del Paganismo, y es curioso observar que los místicos y los libertinos, por Asimismo, se encarga de replatear espejos manchados y de restaurar marcos artísticos antiguos.
igual, no sienten la Naturaleza, ausente, lo mismo de Las Moradas de Santa Teresa que de Teléfono 4688 San José, Las Memorias de Casanova. Este cazador sin amor de doncellas, recorrió los países más bellos de Europa ciego y mudo delante de las maravillas de la Naturaleza, sin mirar un árvida, como Isaacs y Silva, son los predilectos de gritos estridentes, se recogían en sus nidos bol, sin acercarce a una flor.
los dioses porque durante la vida la dicha pue agitando las alas, como ornamentos animados Lo asombroso en el idilio de Isaacs no es de tener su mérito, después de la muerte lo de esos troncos escuetos. He aquí, querido Sópierde. los ojos de la posteridad sólo son la perfecta descripción del paisaje, sino la gecrates, dijo la adivina de Mantinea, lo que vale bellas las existencias ilustres y desgraciadas. la nial consonancia emotiva del poeta con ese pena de vivir: poder contemplar la belleza paisaje. No conozco obra antigua ni moderLibro palpitante de vida, de la emoción del como esencia inmaterial y eterna.
na en que se hayan fundido tan intima, enprimer amor que Isaacs guardó hasta su muer qué sorpresa cuando a lo lejos, turbantrañablemente el artista y la Naturaleza hasta te, y de que están llenas sus poesías: como las do el misterio de la noche apacible, se elevó, hacerse inseparable, indivisible, el uno de la grandes maravillas de la naturaleza o del inge de repente, esta melodía: nio humano, todo lo que a él se refiere nos orra. Tan profunda y vigorosamente sintió Soñé vagar por bosques de palmeras.
Isaacs el paisaje y con tal sencillez eglógica lo seduce y atrae. Libro sublime como aquellos La canción de amor del poeta que, moevoca, que a fuerza de sentimiento lo idealizó en que se cantan las aventuras de Ulises y el dulada por la voz de un gañán, al conjuro del hasta hacerlo paradisíaco, como apurando la cautiverio del pueblo de Israel y, al propio ocaso la guitarra, fué a rozar sensibles oídos adorable realidad de la joven amada la transsiempo. como ellos, ingenuo, sencillo. Pasto de jóvenes campesinas y continuó su ronda formó en hada de ese Paraíso. María es un til, rústico; escrito cual una carta de amor al hasta morir en las onduladas y nemorosas vepoema humano e ideal como aquellos en que despuntar la juventud; inspirado y sentido en gas de El Paraíso los máximos poetas del amor cantaron a Eloila tierra idolatrada donde yo, por larga dádiva Esı melodía, en su expresión, era el eco sa, Beatriz y Laura, Ofelia y Julieta, Margade los dioses inmortales, abrí los ojos a la luz vibrante del clamor nacional levantado a la rita y Mignon, Ulalume y Virginia.
del día; en ese Paraíso real y efectivo (no mi gloria de aquél que un día, al son de pastoril tológico ni bíblico) del Valle del Cauca, que zampoña, cantó los ríos, los campos y labrana mí mismo me hace olvidar el encanto de la zas, las aldeanas y pastores de su patria queLibro perdurable por la melancolía y gra eterna Grecia. María, la más bella, candida y rida; que nos dejó el encanto infinito de los cia de sus diálogos, el hálito de poesía que ani triste flor de poesía que haya abierto sus pé atomas de la tierra natal, y erigió en ese Valle ma todas sus escenas y ese ambiente celeste, talos en los jardines de América! María, en un monumento de imperecedera ternura, toreufórico. purísimo, candido que sin duda fué todas las latitudes del mundo donde haya cora nando nuestras selvas en florestas bíblicas, imel de la primera mañana del mundo. Idilio zones sinceros, la Biblia de los quince años! pregnadas de incienso y de mirra. Pasan los diovivido, pintado y cantado por un poeta arses envueltos en sudarios de púrpura; se sucetista que tuvo la unción y el fervor en el pin CONCIERTO CAMPESTRE den las filosofías; la misma ciencia sufre eclipcel y en el laúd, y fué el Rafael de la Natuses parciales (debido a los sabios, no a la cienraleza, el Claudio Lorena del Valle del CauLas cigarras acaban de suspender la musi cia. sólo la Belleza resiste al Tiempo, porque ca y el Schubert de sus melodías y canciones, ca de sus alas doradas: languidece la tarde, la: es de todas las épocas y de todos los climas, porque de Jorge Isaacs puede decirse lo que noche desciende sobre las montañas, y reposa porque es alegría eterna. thing of beauty los sabios helenistas del Renacimiento dijeron la campiña. Una a una aparecen las estrellas is a joy for ever!
de Homero: Leyéndolo se le oye cantar. alborean las constelaciones y la gran paz noc. Cuánto te engañabas, glorioso maestro, dón tan precioso y raro que a muy pocos turna se cierne sobre la inmensidad. El campa cuando en tristes versos y en intimas confiaédas lo concedieron los dioses.
nario de San Antonio de Pajonales suspira el dencias con tus amigos te dolías de la ingratiMás que La viña y la casa, de Lamartine, Angelus y vela sobre su rebaño de árboles y iud que cubriría tu sepulcro con un manto de me conmueve Leyendo a María. Dulce canción, de casitas purpurados por los últimos arreboles olvido! Lejos de tan mezquinos sentimientos, cmpapada de lágrimas, como fueron todas las del poniente. Paso a paso y mugiendo buscan los amantes de la Naturaleza recordarán siemque escribió este gran elegiaco que no debía sus sesteaderos las vacas a orillas de los gua pre tus cantos al vadear las transparentes aguas conocer la alegría ni la tranquilidad en la vi duales. En el aire flota ese acre, indefinible olor del Amaime, o las quejumbrosas del Paporrida. Por eso Isaacs es el poeta menos pagano que que exhala la tierra tostada por el sol y, mez nas. Los labriegos de las ardientes pampas de haya existido y el más profundamente judío, clado con ese aroma, llegan las cristalinas vi Santa Elena, los montañeses de Pie de Chinche, oriental, que haya cantado en lengua españo braciones del Zabaletas.
que regresan al Valle, y los vaqueros del Cerrila. La noche de insomnio en que escribió su Jamás había experimentado tal emoción to y Guacarí cuando llevan a beber sus ganaáltimo canto, y en la hora que precedió a su de soledad, ni sentido tan vivamente el rumor dos a las frescas aguas que descienden de El muerte, quizá recordó que veinte años antes, profundo y vago del reposo como el día que, Paraíso en rumorosos torrentes, seguirán enen plena juventud, cuando publicó María, un acompañado por mi dilecto amigo Sanín Cano, tonando tus melancólicas endechas y perpetuaeximio escritor le había vaticinado. visité esos lugares inmortalizados por el ge sán la tradición de un amor florecido que descarrera desgraciada, porque no hay ejemplo de nio. El silencio es el sólo lenguaje del hombre hojó la muerte, y siempre habrá un corazón que los hombres de genio hayan vivido feli cuando lo que siente sobrepasa la medida orces. El privilegio de conmover los corazones gozar de tranquilidad y sana aledinaria de sus impresiones. Yo quedé mudo gría bajo la choza del antioqueño José, que se compra muy caro: al precio del propio co al contemplar sobre una ceiba, despojada de palpitará con el enamorado Tiburcio la razón. Pero esos que no fueron felices en hojas, grandes coclíes o ibis negros que, con til Salomé, o se enternecerá con los aullidos de una que soñará y gen Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica