REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLIII San José, Costa Rica 1947 Sábado 22 de Noviembre No. 12 Afio XXVIII No. 1039 NO NOS OLVIDEMOS DE ALBERDI EN LA CONFERENCIA DE PETROPOLIS Es inseparable la idea de Patria de la de Justicia Por Alfredo Palacios. De Argentina Libre. Buenos Aires, 18 de agosto de 1947. La Conferencia Interamericana sobre pro Creo que urge en nuestra América, sistemablemas de la guerra y de la paz, celebrada en tizar la cultura y estructurar un régimen eco1945, declaró que todo atentado de un estado nómico, dándoles forma y sentido originales pacontra la integridad o inviolabilidad del terri ra que no sean un simple trasplante, lo que retorio, o contra la soberanía o independencia quiere previamente reunir y diferenciar nuespolítica de una nación americana, será conside tras cualidades específicas. Tenemos que orderado como un acto de agresión contra los de nar los elementos indispensables para obtener más paises del continente. Recomendó, asimis y ensanchar el conocimiento de nuestros paímo, para el mantenimiento de la paz y la seguses, cuyos idiomas son idénticos o afines. Sólo ridad internacionales, que los gobiernos de las así podremos entablar provechosas relaciones repúblicas de América considerarán, de acuer con la otra América que debe servirnos de do con sus procedimientos constitucionales, la ejemplo, no sólo por el progreso técnico, sino celebración de un tratado que estipule las me también, sobre todo, por la inquebrantable didas encaminadas a conjurar tales amenazas unión de sus estados.
o actos, por medio del retiro de los jefes de Frente a la gran república del norte, debemisión diplomática, o de la ruptura de rela ría aparecer nuestra América en unidad de ser ciones de todo carácter, o del empleo de las y de destino, en su unidad profunda, encubierfuerzas militares para evitar o repeler la agre ta hoy por el aislamiento de sus pueblos. Es sión.
claro que estas palabras no expresan una acPara dar forma contractual y fuerza eje titud prevenida o excluyente para con ningún cutiva a la declaración de Chapultepec, en un pueblo o grupo racial. No pretendo contribuir pacto de defensa continental, se encuentran reu a que se levanten murallas destinadas a recluir nidos, en Petrópolis, los representantes de vein en un recíproco aislamiento a la humanidad tes repúblicas americanas. Nicaragua no ha sido de las dos Américas. Quiero significar, sólo, la invitada. Vendrá después la Conferencia de Bo urgencia de desentrañar los valores fundamengotá, con el propósito de crear un organismo tales que atesora nuestra tradición espiritual, militar que garantice la efectividad del pacto. convencido de que las dos grandes comunidaHe mantenido, siempre, serias reservas, res des que integran el continente, habrán de copecto del panamericanismo, auspiciando, en laborar algún día como iguales en la reacambio, con verdadero fervor, una acción ibe lización de finalidades históricas, fundadas en roamericana.
la libertad y la dignidad del hombre.
Juan Bautista Alberdi EL CRIMEN DE LA GUERRA LOS DELEGADOS ARGENTINOS Pero hemos de atenernos a la realidad actual. Los delegados argentinos están ya en Río de Janeiro y han asistido a la inauguración de la Conferencia de Petrópolis. Ocupan asientos que ocuparon Roque Sáenz Peña, Manuel Quintana, Luis María Drago, Estanislao Zeballos y Manuel Augusto Montes de Oca. Representan a nuestro país y por eso deseamos que mantengan la línea recta del idealismo de nuestra política niternacional. Olviden nuestros delegados, que su gobierno ha prohibido la lectura, en las escuelas, de El Crimen de la guerra, lo que significa repudiar la instauración de un orden jurídico en el mundo.
El presidente Dutra ha hablado del derecho público continental, silenciando, como en Chapultepec, el nombre de su ilustre fundador.
Reivindiquen los representantes argentinos, para nuestra América, la gloria de Juan Bautista Alberdi, y todos aplaudiremos.
En las Bases, el prócer olvidado estructuró las normas de la convivencia nacional y en El crimen de la guerra las de la convivencia internacional. En les Bases aparece como el constructor por antonomasia; trabaja en las realidades primitivas de América y pone todo en orden para levantar el edificio de la nacionalidad. Ese libro admirable es todavía actual en muchos de los países del continente.
El crimen de la guerra es un alegato en favor de la paz y la justicia del mundo; es un razonamiento vigoroso, rígido como teorema alfebraico, que no vacila ni se detiene ante ningún interés, convención o formalismo. Adquiere hoy una trágica realidad. Alberdi es el precursor de Wilson. Estudió, casi un siglo antes que el presidente norteamericano, la cristalización de una gran fuerza social, con carácter ecuménico. Consideraba que el principio natural que ha creado cada nación, es el mismo que hará nacer y formarse una sociedad de las naciones, corolario, complemento y garantía del edificio de cada nación, como el de cada nación lo es de sus provincias, departamentos, ciudades y familias.
La idea de una sociedad superior, con una justicia internacional para evitar la guerra, dice Alberdi, lejos de excluir la idea de patria, la fortalece, como la individualidad del hombre es compatible con la existencia del Estado de que es miembro. En ninguna parte sería tan absurdo como entre nosotros, atenuar el sentimiento de la patria. Los argentinos tenemos el orgullo de nuestra nacionalidad porque nuestro país posee una tradición tan idealista depurada que representa la más alta tendencia y la más avanzada en el mundo. No separemos la idea de patria de la idea de justicia. En esto estriba la fuerza moral de la Argentina y ese principio debemos sostenerlo en América contra todos los azares y peligros.
IBEROAMERICANISMO PANAMERICANISMO Pero Alberdi no era un iluso y comprendía las inmensas dificultades de constituir una autoridad imparcial que juzgara en nombre del mundo. Dificultades que no encontraba para la realización de una vinculación estrecha en nuestra América.
Alberdi en su Memoria sobre la conveniencia de un congreso iberoamericano. hace más Alfredo Palacios (Por Clement Moreau. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica