REPERTORIO AMERICANO 93 Guillermo Alfredo Cook es uno de los más jóvenes poetas de Venezuela. Nació en Maracaibo, la cálida tierra zuliana, hirviente de brazos sudorosos de trabajo a orillas del Lago de su mismo nombre, el 15 de enero de 1919. Desde los catorce años de edad reside en Caracas. En octubre de 1940 viajó a los Estados Unidos, y allá cursó estudios en las Universidades de Columbia y Cornell. En el gran país del Norte, en el cual permaneció hasta 1941, escribió su poemario inédito Paréntesis de Hierro. Como años antes lo hiciera García Lorca, al escribir su bello libro Poeta en Nueva York, también este poeta venezolano se sintió admirado de la potencialidad acerada, fuerte, gigantesca, de las metrópolis norteamericanas, y esa emoción conjugada dentro de su vocación lírica la dejó sentir en la expresión poética. Luego viajó por el Canadá y por la hermana Colombia.
Ha publicado Apunte sobre tres poetas nuevos de Venezuela, año de 1940, habiendo constituído este estudio crítico la tesis con que recibiera su título de Bachiller en Filosofía y Letras. Posteriormente, en 1942, dió a publicidad su hermoso libro de poemas Letra para tu Música, ilustrado por él mismo con el pseudónimo de Waldo; este libro dió puesto de primera fila a Guillermo Alfredo Cook en la nueva y arrolladora poesía venezolana.
LO PRESENTO (En el Rep. Amer. ne en preparación un libro de cuentos titulado Hay sangre en la luna; y otro, en el cual recopila artículos de prensa y ensayos literarios que él titula Posdatas. En las Páginas Literarias de los diarios de Caracas su nombre es frecuente, y leído con verdadero afecto y admiración por los lectores.
Este joven poeta de Venezuela tiene en su sangre el mandato atávico de la Poesía. Es pariente del ilustre poeta zuliano José Ramón Yépes; y no desdice del parentesco, pues Cook cs, sin duda, un nuevo valor, un valor que aumenta cada vez sus quilates, de la poesía latinoamericana. un lado del poeta se encuentra también en Cook el hombre de estudio, vocado a la ciencia. Es doctor en Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela y pronto recibirá la borla doctoral en Ciencias Políticas en ese mismo Instituto. Pero aparte de esa vocación científica, hay en este muchacho venezolano, un poeta de sensibilidad exquisita, tocado él también por ese Mago admirable que nos hace saltar dentro de la sangre, más allá de nuestra latitud corpoGuillermo Alfredo Cook ral, el indómito corcel del poema. Una muestra la damos hoy en los hermosos poemas subien pronto tengamos en nuestras manos, ya yos que el Repertorio Americano, estimulador emocionadas por la poesía de este joven va de los nuevos valores poéticos del Continente, lor de las letras americanas, todas estas obras publica con verdadera simpatía hacia Venede Cook.
zuela y hacia sus verdaderos valores intelecGuillermo Alfredo Cook es también cuen tuales.
tista. escritor de prosa culta y amena. TieAquiles Certad.
Poeta infatigable, hombre de Universidad, tiene inéditos otros poemarios. Se titulan Agua Lustral, Bosque de Inquietud, Paréntesis de Hierto, Canción para no cantar y Cuando arden las lámparas. Estas obras suyas recogen su producción entre 1938 y 1945. Ojalá que CUATRO POEMAS de Guillermo Alfredo Cook. En el Rep. Amer. POR ESTA MUERTA EN VIDA, YO DENUNCIO.
Por eso, cuando contemplo esta ciudad callada al pie de la colina, con sus luces de dormida infancia Más allá de estas luces, más allá de esta ciudad y sus farolas llenas de una esperanza en vida, poblada de silencios y nieblas maternales, me palpo hondo viejas memorias se está destruyendo un mundo.
que duelen sus recuerdos en el lado sensible del corazón, una angustia echa sus redes al pie de mi garganta Arcángeles caídos con alas en escombros y lloro por los pájaros y la flor y la estrella.
gritan su voz y disuelven su espanto que jumbroso, unas voces de niños sin juguetes ni navidades, más lejos de este paraje para verter miel blanda.
una ternura herida de sonrisas y lloros.
un coro triste de rondas sin parques ni alegría, Distance de este universo blanco sumido en calma dulce, me sube hasta los ojos y destruye mis párpados.
derrama sus líquidos ácidos de sinsabor el miedo.
Caen voces de niños, como inocentes pañuelos Esta ciudad apacible me anubla la memoria, manchados por la sangre de bestias sin dolor.
y mis juguetes idos caen rotos de espanto, por toda la tragedia que yergue sus clamores ¡Oh. Qué atmósfera turbia echó a nadar su aire del seno de la Tierra.
sobre la candidez del que habla sólo para lanzar abejas melodiosas 15 XII 42.
y trinos de candor y azúcar y algodones?
OH, POBLADORES TRISTES DE LA TIERRA, SABEDLO!
Homo homini lupus. Plauto. Qué clima envenenado taladra sus vapores para tronchar la lanza rubia del trigo y el néctar de la flor. Por qué la mariposa cae herida revoloteando espirales dolidas, saturadas de angustia. Dónde ha de anclar el trino del pájaro y la huella inadvertida de la hormiga y el claro anillo que derrama la estrella entre esta pólvora, que oprime la garganta del mundo?
Oh, pobladores, vedlo. Mirad al hombre herido en su propia materia, transido de dolores.
Oh, pobladores tristes, sabedlo, es necesario: esta Tierra está en ruinas, es devorado el hombre por oscuros fantasmas que su poder ha creado, por el acero turbio, producto de su ingenio, por tantas maravillas para encontrar la muerte.
Si hay que arañar la sombra para asirse al lucero, y si su párpado de luz ya no golpea al párpado del agua en el pozo; si hay que ir a la dicha por desolada escala y si ya la hoja no mueve sus designios en el árbol. dónde hemos de arar el suico de levantada espiga para llevar al hombre el óleo redentor?
Oh, pobladores tristes, no lo olvidéis, sabedlo!
Somos la misma muerte, el odio, la hecatombe.
Nunca nos enseñaron sino a matar al hombre. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica