224 REPERTORIO AMERICANO si en brisa, en nube, o en tormenta algún hombre formula tu pasada o en las leyes de la ciencia ya te cuenta, para él, quizás, nunca seas nada o sólo formas que tu cuerpo inventa, pero esa forma. en la ciencia de quién ha sido cread: Si algún día la noche se cubre de sedas y sientes la brisa de nuevas estrellas.
Que quisiera tenerte en la vida y adorarte y besarte abrazado al dolor y después acercarme a tu lecho muy quedo a tu lecho lejano y los dos con amor, así solos y al aliento que inspira tu santa ternura, tu entrega total, arrojar en tus senos mi triste y doliente pesar! así, allá lejos, sin nada de sol, sin nada de lucha sin siquiera tener que mirarte, sentirte, eso es todo, sentirte arder en mi pecho y besar con acierto tu faz virginal.
Yo quisiera que tú te llenaras de mi soledad que tú me dijeras. jamor. No más! Que no pienses.
Que no llegue la duda tu amor a quebrar, que te dejes mostrar a mi instinto por la senda que a ti yo he de dar.
Bien sabes mujer que en la vida de este ciego despojo de brumas, de este eterno quemar de rencores sólo amor de este mío podría en tus labios romper la distancia, Sólo amor. ide tus sueños haría sellar la esperanza!
Sólo tú. y si tú fueras mía, isólo así sentirías la calma que pide tu sed por amar!
Si escuchas al viento cantando su queja y de augidos rayos el alma te llena.
Si a veces te formas la eterna pregunta y el cielo y la luna la misma respuesta.
Si agitan tu pecho las aves que pasan y al ritmo del tiempo sus alas te abrazan.
Si algún día esa noche a tus sueños llega y sientes callada que todo lo lleva.
Oscuro nubarrón de las neblinas aire frágil en nubes convertido que en la pena de tardes mortecinas desde el cielo mostraste tu gemido.
No tardes, despierta, que sobre esa seda dibuja su sombra el amor que espera. otras veces en nieve cristalina tu pasado sentiste envejecido y otra vez para el mar fuiste cortina donde el cela je al mundo ha sorprendido.
Mario PICADO UMANA.
San José, noviembre de 1947.
Dos cuartillas de Trigueros Trigueros de León posas de los senos. qué repetir tu nombre si ya eres algo como un sollozo!
Balan corderos rubios en el espacio. Un caballo de sombra, anochecido, sabe el secreto de la estrella. En el Rep. Amer. DIARIO Luna de plata líquida. Luna de azahar.
Luna verde.
Abril Cada quien tiene su luna y la ahoga en He pasado leyendo, al comenzar la noche, el corazón.
los poemas de los niños de la Escuela de Jesualdo.
Golondrinas Qué grata sorpresa!
Los hallazgos refulgen en mis manos. Tarde. Es ancha la emoción y su corriente, in Bécquer, novio de las golondrinas, pulsa tensa. Palabras de canto rodado van en ella. su guitarra de nostalgia desde la ventana, cieMantenido pulso de viento y alta marea.
ga de enredaderas.
Los niños de Jesualdo artistas por los cuatro costados me regalaron toda su pe ¡Volverán las oscuras golondrinas. drería, esta noche de abril.
Las manos blancas de los árboles se desFina lluvia de tristeza le envuelve las mahojan.
nos y un jazmín, ya marchito, le duele en el pecho.
Luna no luna AUSENCIAS Esta noche hay luna; pero me imagino Madreselvas de olvido crecen a tu vera.
que no está encendida su lámpara pálida, so Estás más lejana que la luna; más delgada que bre las azoteas y los tejados.
la golondrina. Yace un río de espanto entre ¡Luna no luna! Como diría el niño mío, la hierba. Tenue rocío bate sus alas misterioque no existe, si lo tuviera en los brazos. sas y el elefante tiene miedo al rosal.
Luna sin cara barinada, sin hielo, sin tiza. Es la hora propicia al llanto: el instante Luna negativa, sin forma, ni espacio, ni en que muchas mujeres han de quedar encintiempo.
ta y muchos tréboles morirán bajo unos pies.
Todos tenemos nuestra luna que se aho Aquí, en mi corazón, hay un ángel dorga en nuestro corazón sin ventura.
mido y una alondra.
Luna marinera.
Luna negra de hollín.
Azucena celeste crece en tus dedos. Vives Luna de oro oscuro.
en estatura de aroma. Han volado las mariEl gemido del agua se prolonga. La noche tiembla de estrellas. Un viento agrio muerde las colinas. Un sabor a nostalgia, a nube errante, a gaviota, invade lentos estuarios.
Suena su noctámbulo cascabel el río del tiempo y mueren los ruiseñores de pie, sobre las ramas.
Delgada luna, golondrina, azucena celeste, mano en asombro, estrella, trébol, caballo anochecido, marcan el rumbo de tu ausencia.
San Salvador. El Salvador, Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica