124 REPERTORIO AMERICANO ESTAMPA DE WALT WHITMAN lllll vitalidad nativos. El sólo tiene conciencia de ser ese hombre. En su alma de titán siente laPor Antonio Montalvo.
tir toda el alma de su América, todo el emocionante drama telúrico, toda la pujante vi(En el Rep. Amer. da humana. siente también el espoleo de Bajo el mediodía estival, cargado de frala sentencia de Emerson, el sabio y Patriarca gancias marinas, que apenas logran desvanede Concord, lanzara en su credo de americanicer los aletazos de un viento agreste, va asdad: We will walk on our own feet; we will cendiendo, sin prisa, la empinada cuesta que work with our own hands; we will speak out lleva hacia Orient Point, en el flanco noreste own minds.
de Long Island. Ensimismado, no mira, como El manuscrito de Briznas de Hierba, que otras veces, los planos del paisaje, abriéndose, él corrige ahora, al parecer definitivamente, a la hora de su caminata, en nuevas perspecen el promontorio de Orient Point, logrado tivas, ni escucha, atento sólo al bullente ruen una decantación y forja de largos años, mor interno, el canto de las olas, medio sordo atesora lo que él ha querido: la expresión de ya, surgiendo de las rompientes.
la tierra y el hombre americanos. Su esencia, Cuando llega al promontorio, cuya arsu drama y su destino, Para expresarlos, se ha quitectura de paredes basálticas le han forma desert. barazado, con mucho esfuerzo, de la do, como para él solo, una arcada ideal, se poética tradicional. En el más libérrimo y detiene, mira al mar, lanza un sonoro resopuro verso blanco, amétrico y arítmico, ha plido de cansancio, y se deja caer sobre las vaciado, a través del filtro de su espíritu, un blandas arenas complacientes. Allí extrae de mundo original y nuevo, al menos no revesu bolsillo el primer manuscrito de Briznas lado en poesía.
de Hierba. Apegado a su espaldar de roca, Cuando, esa tarde, tras un batallar interprincipia, lápiz en mano, a releerlo y anotarlo.
ro, en el que su cerebro y su alma, conjunCuando esto ocurre. quedan atrás años, tamente, se concentran en la fragua artística, y muchos años de esfuerzo intelectual y de vitermina su trabajo, el sol pone rojizos fulgoda, que principiaron para Whitman temprares en las nubes y las olas atlánticas. El mar namente, quizás desde cuando, un niño, entra canta su canción crepuscular. De las campia los talleres del Long Island Patriotic, como FC nas circundantes suben rumores de esquilas y aprendiz de cajista o, más bien, desde el Long vores vegetales, mezclados al pungente perIsland Star, en cuyo ambiente se revelan, para fume de las marismas. Whitman se ha erguiWalt Whitman él mismo, sus aptitudes de escritor.
do en la postura majestuosa de un joven dios.
Quedan muchos recuerdos, que son obra. Visto por Ft. Cotard. El viento alborota su blanca melena bíblica.
vida, emoción, y lucha siempre. Sus balbuDe pronto, en un gesto de discóbolo soberbio, ceos literarios. Sus días de maestro de escuela encerrar en ella un mundo nuevo, del cual se va arrojando al espacio las páginas de Briz eu Babylon, Jamaica, Flushing, Woodberry, sabía su heraldo y su intérprete. Homero, Es nas de Hierba. El viento empuja a las hojas Whitestome. Sobresaliendo entre ellos, sobre quilo, Sofocles, Dante, los Vedas, si le ilus aleteantes hacia el mar. El las mira, con sus todo, está esa corta época de un año, en la tran, nada han podido enseñarle. Los mismos estupefactos ojos lacustres, huir como una que, fundador y propietario de su propio peLongfellow, Lowell, Holmes, Thoreau, Poe, bandada de gaviotas pavoridas, bajo el cielo riódico, el Long Islander, recorre en su mo1: parecen, apesar de su americanidad, desarrai lleno de extraños estremecimientos.
desto buggy. que él mismo conduce, día y gados, curopeizantes. Busca en su alrededor roche por los polvorientos caminos de Long y no encuentra quién exprese el espíritu y la Quito, Ecuador, 1947.
Island, vendiendo su periódico, con la alegría Je quien sabe que va repartiendo, en generosa dádiva, el oro de su espíritu.
Más adelante están sus días de Nueva York Escribe: Pilar Bolaños.
y su colaboración en la Democratic Review, al lado de los más brillantes y calificados va(En el Rep. Amer. lores de ese tiempo: Hawthorne, Bryant, Long La Compañía Joaquín Pérez Fernández es De terciopelo negro fellow, sobre cuya poesía ha de ironizar más caravara artística y escuela. Escuela en dos tengo cortinas, tarde, Thoreau, el apóstol vivo del trascen sentidos: aprender y enseñar lo artístico. Quiepara enlutar mi casa dentalismo, crédulo oficiante del idealismo des la integran entienden el arte como vínculo si tú me olvidas.
emersoniano, y de mister Poe, a quien admira, de unión entre los hombres, entre los pueblos. El nombre de la Compañía a pesar del intenta imitar, pero a cuya inspiración renun Ellos van por América cultivando a América. valor personal de Joaquín resulta en cierca también, forzado por la corriente impe Aman el continente. Su misión es recoger el to modo impropio por personal: Sofía Knoll, tuosa de su propia originalidad.
arte regional, estilizarlo y escenificarlo. Su ji austriaca de fina sensibilidad americana, imQueda toda una sucesión de periódicos: ra es peregrinación artística y estudio; identi pone el sello de su talento en la obra común, el Daily Aurora, evocando su pasajero dandys ficación con el alma popular de cada zona. estructurando el fondo musical; y Toño Guemo new yorkino; el New World para el cual Con ser estupenda, no es la interpretación ria que realiza el milagro de hacer brillante a y en el viejo Tammany Hall, escribe su úni de lo español lo que interesa; lo que encanta fuerza de buen gusto el más modesto material ca novela, de fondo moralizante contra la in y maravilla es la baraja multicolor de las dan en sus magistrales decorados y diseños, tamtemperancia: Franklyn Evans o el Borracho; zas americanas. esa es la misión de Joaquín bién marca su huella.
el Daily Eagle, el Crescent de New Orleans, Pérez Fernández y es grande: tahur que juega Compañía tan nuestra merece el afectuoso unido, como el perfume a la flor, a su más con orgullo en la categoría universal del arte, cultivo de los americanos, a ella debemos tobella y romántica aventura amorosa; el Free los vaiores originarios del indio, abuelo emo dos aportar nuestra cordialidad.
man, ardido en el incendio de Orange, que no cional de América.
Repertorio Americano conforme a su tralogra, sin embargo, quemar la fe en sí mismo Joaquín es Chile en La Cueca, Argenti dición, tenía que acoger la voz amiga de esy en su consubstancial ideal democrático. Que na en La Danza Pampera alegre y joven; sín tos cultores de la belleza que logran descoto puede expresarlo ni en sus conferencias, ni tesis de la raza nuestra en las danzas indíge mercializar el arte y ponerse al servicio del en su obra periodística, ni en la lucha de los nas de Perú y Ecuador.
pueblo.
partidos políticos, porque ese ideal, sencilla La danza del alcalde del Cuzco, habla Josquín Pérez Fernández en sus Cantares mente. necesita otro cauce de expresión, que de la unidad emocional del indio al recordar y Danzas de América, recoge y cuida el alma era el de su poesía.
nos las danzas típicas de los pueblecitos indi simple de nuestros pueblos.
Había, recientemente, abandonado su tragenas de Guatemala. Que nuestros pueblos lo entiendan!
bajo de carpintero, en el que ayudaba al viejo Como en una quena, habla en Terciopelo Whitman, y se había dedicado, de espaldas a Negro, la suave fidelidad del indio ecuatoria VII 1947.
toda influencia literaria, a forjar su palabra, no: San José, Costa Rica.
PEREZ FERNANDEZ COMPAÑIA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica