Joaquín García MongeJoaquín Gutiérrez

172 REPERTORIO AMERICANO CRONICA LITERARIA Por RICARDO LATCHMAN (De La Nación de Santiago de Chile. Comt4 Manglar, por Joaquín Gutiérrez (Nascimento. Santiago. 1947. La literatura centroamericana, mal conocida entre nosotros, empieza a difundirse por el esfuerzo de ciertas editoriales.
La novela nicaragüense Cosmapa, de José Román Orozco, recomendada por el escritor Enrique Amorim, fué editada en Buenos Aires en 1946; los Cuentos Panameños de la Ciudad y del Campo, de Ignacio de Valdés recogen costumbres y tradiciones de uno de los países más ignorados en su evolución literaria; y, por último, llegan otras muestras de la producción intelectual de ese originalísimo grupo de naciones, entre las cuales Costa Rica exhibe obras coma Una burbuja en el limbo, de Fabián Dobles, El valle nublado, de Abelardo Bonilla, Mamita Yunai, de Carlos Luis Fallas, y ahora la novela Manglar, de Joaquín Gutiérrez radicado en Chile y vinculado activamente a la Editorial Nascimento.
Estamos ante un hombre de letras que sabe su oficio; la narración no se desliza en los planos familiares del costumbrismo, sin perder tampoco el contacto con la realidad de un suelo dominado por una rica naturaleza de insólito esplendor. En Manglar el idioma del descriptor es de una fluidez esencial, sin arriscada superficie ni excesiva sensualidad. Las literaturas tropicales suelen sofocar a los personajes en su manigua de imágenes, de tropos emavantes de la geografía, del clima, de la flora y de la fauna. Joaquín Gutiérrez se interesa por lo psicológico y también por lo social, sin extender su trama con exceso. La sobriedad de su estilo (esquemático a través de su técnica modernísima) está regida por una mano de artista, que busca líneas simples, sin lograr todavía la unidad de lo acabado. El escritor siente la atmósfera fresca de un río, y en el primer capítulo de Manglar ya nos ubica en el reino de los colode los sonidos, de los susurros tropicales. El trópico es un vasto friso de paisajes, que hemos recorrido en toda clase de vehículos, en penetrante sondeo y en atisbo continuo. No hay una dimensión total del trópico, sino una sucesión de perspectivas, de climas, desde el infernal de la selva hasta el ahogante de la costa, con zonas intermedias de ríos calurosos, de tierras calientes, de mesetas templadas, de golfos ardientes, de valles refrigerados, de oasis incrustados en desiertos o parameras. La región de los manglares, reflejada en el libro de Gutiérrez, está constituída por un dédalo de canales que se escurren bajo las raí.
ces retorcidas de los mangles. Tocamos pronto, para situarnos geográficamente, la luz descarnada e intensa del Golfo de Nicocoya. Más adelante se sitúa el relato en Guanacaste: polvo bajo el sol y barro en la sombra; los grandes calmanes, principes de los pocerones; el paludismo con su espectro verdoso. Página 46. Desde José Manuel de Labardén, en su Oda al majestuoso río Paraná, y el Padre José Gumilla, en El Orinoco Ilustrado, hasta Rómulo Gallegos, en Canaima, encontramos excelentes descripciones de este monstruo.
El poeta colonial dice que el Paraná va en carro de nácar tirado por caimanes verde oro. y el jesuita valenciano lo llama «dragón de cuatro pies horribles, espantoso en tierra y formidable en el agua. Joaquín Gutiérrez se ha familiarizado con un medio más parecido al reflejadoen Canaima, novela que representa un mundo aventurero colocado sobre la teoría de los ríos americanos, con caños dormidos entre los verdes manglares. Lo que en el gran novelista venezolano es sinfonía cósmica, evocación de una peregrina e indomada naturaleza, en Gutiérrez resulta más bien una sucesión de estampas y miniaturas, deliberadamente ceñidas a un argumento o trama de amor: la vida de una maestra de Costa Joaquín Gutiérrez Rica desterrada en un medio rural, junto a individuos toscos, a un cura vulgarísimo ESTOS VERSOS.
y espiador de sus inquietudes eróticas, a mujeres primitivas y niños paupérrimos del agro Guatemala, 20 de Junio de 1947.
vecino. La humedad tropical satura el amSeñor don Joaquín García Monge, biente, transforma a los pobladores y diseña Director del Repertorio Americano la melancolía en el alma de la profesora. Los San José de Costa Rica.
protagonistas viven dominados por las fuerAdmirado amigo: zas físicas; lo telúrico tiene en el trópico un poderoso aliento que conduce a la acción La prensa de apoche trae la noticia de la muerte de nuestro mutuo y querido o establece una pausa, propicia a lo muelle, amigo Max Jiménez. Yo tengo la espe a la turbulencia de los sentidos, a la ape ranza de que no sea cierto. No sé r qué tencia rabiosa o simplemente a la laxitud no puedo creerlo. La noticia fué tomada espiritual. Un día el viento se aletargó de prensa sudamericana y no de Costa Ri de súbito, se paralizó denso y pesado. Ni ca y a eso me atengo para concebir esa una brizna se agitaba en toda la inmensidad esperanza.
de la pampa. Sólo al norte un nubarrón de todos modos mi sincera pena, mi cariño para ese gran amigo, han hecomenzó a encapotarse amenazador. El vacho que a su memoria escriba estos por del sol, calcinante sobre los lomos de versos que le ruego publicar en el Re la tierra, se vió endulzado por aquella sqm pertorio que él quiso tanto: bra protectora que se abrió de improviso y comenzó a llover a chuzos, rabiosamente.
CATORCE REGLAS La tierra bebía ávida la humedad, y un olor PARA PERDER LA VIDA a pan horneado flotó sobre la comarca. PronA la memoria de Max Jiménez to apareció el moho, en los zapatos guarda dos, en los rincones, hasta en los pedazos Entregar el cuerpo por salvar el alma, de pan de la víspera. Su verde contacto se Dejar de ser hombre para ser artista, expandía bajo los dedos multiplicando sus En lugar del oro preferir la palma, motas en la obscuridad. Página 91. Perder el diamante por pulir la arista.
El novelista ha combinado con sutileza Ser Gigante bueno para los enanos, en Manglar lo descriptivo y lo psicológico.
Hacer que la sangre se convierta en vino, Sorprende su tendencia a escaparse de Hacia las serpientes extender las manos. la simple realidad con métodos sobrerreaDar pan, casa y vino al mal peregrino. listas o superrealistas, como los evidenciaSin comer el pan convertirlo en migas, dos en el capítulo XXVI. En él la utilizaVolvernos de miel entre las hormigas, ción de sueños, de inmersiones en el subconsciente, traen el recuerdo de los proceBuscar en la noche numo de llorar.
cimientos de los más audaces novelistas Llevar en la frente corona de espinas, contemporáneos. No todo está envuelto en Perdonar a Judas, y en las cuatro esquinas el primer plano del relato: quedan todavía del mundo, buscar a la Magdalena un segundo y un tercero, que se insinúan. y amar.
en traslúcidas olas de recuerdos, hasta dar CARLOS GIRÓN CERNA (Concluye en la pág. 169)
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