REPERTORIO AMERICANO 205 España en un grito ATERRADOS, ENTERRADOS, DESTERRADOS Dibujo de Clement Moreau, Por José Bergamín. De El onal. Caracas 17, julio, 1947. Sepultada en maravilloso silencio Ni porque nos entierren en vida, ni porque Cervantes. nos destierren en muerte, nos debemos nunca aterrar. Del terror nos libra, nos inmuniza Las entrañas heladas aquella sangre aterradora que decimos que nos tornaron poco a poco en piedra dura; llena el alma, la memoria, el recuerdo vivo por las venas cuitadas español. Este recuerdo es el que debe desperle sangre su figura tarnos cada día de entre los muertos. Como el iba desconociendo y su natura.
alma dormida que decía el poeta. Porque viGarcilaso. vimos entre los muertos, durmientes o dormidos con ellos, y en nosotros mismos nos El terror político, policíaco y religioso, vamos durmiendo como muertos, nos va acuterror pánico del que se mantiene, cosechan nando la muerte con su canto para que no do su mortal siembra, el régimen imperante podamos nunca despertar ni siquiera de nuesen España, ha tomado ya, oficialmente, el tí tro sueño.
tulo, más o menos solemne y decorativo, de Pensando en España, pensando España, el Reino. Reino de la muerte o de los muer alma dormida se despierta si siente ese grito tos; de más muertos que vivos? Más muerto mudo de la sangre que en ella se derrama. La que vivo está el que se aterra, y ni que decir memoria se nos llena de sangre! Esa sangre tiene que el que se entierra, aunque se entie es la que nos abre los ojos y los oídos y no rre en vida: y, a veces, muchas veces también, la que nos ensordece y nos ciega: para enteel que se destierra o al que le destierran de rarnos, adentrarnos por ella, en la verdad de su suelo.
España. Verdad de tierra y sangre.
Aterrados, enterrados o desterrados, y más No nos aterramos. Ni fuera ni dentro de o menos muertos que vivos, desde hace diez nuestra tierra. Ni por enterrados ni por desaños, lo estamos casi todos los españoles. enterrados o desterrados de ella. Pensamos en no sólo los que están alla, los que se que España; pensamos sentimos España a tradaron en tierra, con la tierra encima, en ce vés de esa sangre que nos aviva su recuerdo, menterios y prisiones, sino los que peregrina que nos colma, nos llena el alma, de memoria mos por otros mundos sin dejar de estar, por suya: iluminados, encendidos por esa llama, desterrados, desenterrados o desaterrados del por ese fuego, por esa cristalina transparennuestro. Del nuestro, que es España.
cia: por ese mudo grito. Qué nos grita esa Cuando pensamos en España, algunos es sangre. Justicia. Venganza. cómo lo pañoles desterrados de ella, sentimos, como uno sin lo otro. Nos grita paz. cómo sin Santa Catalina de Sena cuando pensaba en justicia? No hay paz sin unidad. gritaba, Cristo, que la memoria se nos llena de san con su sangre, como la mística de Sena, el gre. La memoria se me llena de sangre. de desterrado de Florencia: y no hay unidad cía o gritaba la mística roja de Sena. Mística sin justicia. Pues. cómo haremos?
roja le llamó, muy acertadamente, Papini, el Notad amigos o enemigos que esto viejo zorro. La memoria, que es alma o es de la sangre como imagen enfurecida no es el alma, se nos llena de sangre a muchos es cosa mía sino de los que la hicieron correr, pañoles cuando pensamos en España, o cuando como los tiempos, por nuestra tierra: y que el pensamos España sintiéndola, soñándola, y no mirar por ella y querer ver y oír por ella, es solamente pensando en ella. Sangre que nos como hacer de la necesidad virtud que se dice ciega o que nos ensordece con su grito? Espa por el pueblo en España. mí la imagen de ña está en un grito, en ese grito mudo de la la sangre no me gusta porque tiene, para mi sangre que ni nos ensordece ni nos ciega, por gusto, mientras no es más que sangre, muerque nos enciende de mágica visión el mundo ta o viva, sabor de infierno. Yo prefiero la y nos abre el oído a voces lejanas, secretas y sangre presa en figura humana, y libre, por veraces. Por esa sangre se ilumina y resuena la lengua, sin romper su cuerpo, cuando se en nuestra alma, memoria toda llena de sangre, hace palabra. Que el alma ha de estar nos el sentido y valor de nuestra vida.
dice Cervantes con un pie en los labios y ¿Entrarse o enterarse, de España, es en el otro en los dientes. para escaparsenos meterrarse, sin aterrarse, en aquella tierra de la jor por la boca, por la lengua, en palabra vique andamos, algunos españoles, desterrados? va. La palabra es la sangre y con sangre entra, como la letra; porque con sangre sale, como el espíritu. Pero el recuerdo, el alma, la memoria, llenos de sangre, no nos gustan: tienen sabor de infierno. este infierno se le trata ahora en España de llamar Reino: y es un reino infernal, por enfurecido, porque está sangrante y fuera de sí, como una mortal bemotisis enmudecedora. a esa sangre se le pide no voz, que no la tiene, sino voto. esa sangre muda, sembradora de vida en los surcos de la tierra española entre las cizañas de la muerte, se le pide que vote; no que grite, no que hable, no que diga. se le pidió el voto! Voto sin voz es lo que quieren los verdugos de España que tengan sus hijos asesinados para ratificar democráticamente con su sangre muda el terror de la muerte. Reino democrático de aterrados de muerte es el que sueñan los verdugos. no sólo cuando se llaman Franco.
su más seguro servidor, sino cuando se llaman Churchill, Bevin o Truman. nosotros, los españoles, los enterrados y los desterrados, los más vivos que muertos, empeñados en no querernos aterrar. Porque nos queremos enterrar. Aunque nos entierren o nos destierren, que es lo mismo, porque nos entierran o nos destierran, vivos! Más vivos que muertos estamos todavía, por increible que parezca, los españoles no aterrados, ni por sideral ni por atómico espanto: si estamos, desde siglos, curados de espantos! en pie, hasta los más muertos. Como España, en un grito. los que tienen ojos para oír y oídos para ver, oyen y miran ese grito, se oyen, se ven a sí mismos en ese grito: y hasta por él se entienden o se desentienden mejor, de sí y de nosotros, que de todo tiene, como le decía la cabeza encantada a Don Quijote. algunos hasta dicen que se aterran. de qué se aterrarán?
Nosotros no nos aterramos. Estamos, digo. curados de tantos espantos. Dejamos a los muertos que entierren a los muertos, como quiere la palabra evangélica; y a los desterrados que se desentierren a sí mismos: por el recuerdo, por la memoria toda llena de sangre. Avivar esa memoria sangrienta en el destierro es, para nosotros, hacer patria: la patria que nos están deshaciendo dentro, los traidores a ella, y fuera los que les pagan esa traición. Recordar es para nosotros, los despara él, field, a Judith Kelly, no se lee a Quiroga. Se publican las obras completas de Hugo Wast, no las de Horacio Quiroga. La pasión nacional, señaló el agudo Fiejóo, es un afecto delincuente. No hay nada más dañino que el falso patriotismo, que la sobreestimación del propio país por lo que tiene de humillante para el vecino, por imponer desvaídas glorias estentóreas que se asientan sobre la irresponsabilidad de una conquista o el despojo de una libertad. Pero un escritor, un artista, enriquece la sensibilidad nacional, es una fuerza de cohesión, un vínculo fraterno. Nos sentimos honrados y orgullosos de que un Sarmiento, un Echeverría, un Alberdi, un Cambaceres, un Lucio López, un José Hernández, hayan nacido en la Argentina. El espíritu es la gran fuerza motriz de la humanidad. Desentraña lo perdurable de las gentes y de los paisajes en función de una realidad que no aspira a otra cosa que a crecer por dentro. como para Martín Fierro, siempre la tierra será chica y pudiera ser mayor.
Arquimedes pensó, sumergido en el baño, que los cuerpos perdían peso metidos en el agua. El hombre sumergido en el sueño. la muerte es un sueño también gana alas que le empujan hacia arriba. Quién es capaz de detener el impetu de la raíz, del pájaro, de la correntada? La miseria que reseca la tierra, el árbol y el río. Quiroga la conoció, felizmente para todos, cuando ya nos había regalado lo mejor: su obra. El sol de los muertos ilumina ahora su nombre. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional. Costa Rica.