Omar Dengo

REPERTORIO AMERICANO 121 vir, colaborando con esta tendencia natural de las cosas y de la existencia, lo hace más feliz, más generoso, más útil.
De todo esto me parece justo y oportuno derivar que existe en forma irrefutableotra medida que yo llamaría auto determinismo evolutivo. Está patente en todo cuanto nos rodea y se manifiesta desde luego con zucha mayor fuerza en la especie humana.
Hay un algo que nos habla del auto determinismo evolutivo de los seres inferiores, de los animales y las gentes. El psicólogo y aun los mortales más comunes, presienten esa medida dicen del niño: irá lejos. del profesional: es competente. o bien del artista: tendrá el triunfo. ello no los lleva la sola aparente inteligencia de los así calificados. La maldad inteligente, la inteligencia intrigante y servil, el hurto de ajenos lauros, podrá conquistar éxitos lisonjeros, pero transitorios y perecederos. Uno de mis profesores más queridos e indiscutiblemente uno de Jos que más influencia espiritual tuvo en nuestra generación y en mi don Omar Dengo, de grata memoria siempre, nos observaba en una ocasión, en el curso de una de sus preciosas lecciones sobre Lógica y Debate, que lo que se encauza conforme a leyes elevadas e inmutables, propende a tener el valor y carácter de éstas.
El localizar y apreciar la medida del auto determinismo evolutivo nos dará de cuanto nos rodea, una idea más precisa y acertada además del tamaño de la belleza, la perfección y grandeza de las cosas y los seres.
Esta medida, aplicada consciente e inconscientemente, es la que ha ayudado como ninguna en mi modesta opinión a alcanzar las proporciones de la grandeza humana.
Ella es la síntesis de la aptitud, cultivada afanosa, persistente, acuciosa e inteligentemente, hasta producir resultados que invariablemente nos impresionan con las caractelísticas asombrosas y a veces irreales, del genio y lo sobrenatural.
dean y sus ideas y sentimientos nos van siendo tan clara y nítidamente visibles, que sus propósitos y cálculos no podrán engañarnos.
Conocidas además las fuerzas inmutables de acción y reacción que gobiernan el universo; conocida la existencia de los polos opues.
tos del bien y del mal; conocidas las leyes de las afinidades las desafinidades, no sólo la naturaleza nos irá brindando sus pequeños y grandes secretos, sino que lo que es más importante ciertas formas de predestinación pueden entreverse y aun predecirse. al observarla, presentirla, vaticinarla y tomarla en consideración completamos finalmente, las medidas de los seres y de las cosas.
Después de todo, ello no es tan difícil ni imposible. La conciencia individual no es sino un reflejo, una partícula de la conciencia universal, afectada según las circunstancias que rodean los seres o las cosas. Lo que tiende a lo bueno, a lo justo, tiene en sí una fuerza espiritual y magnética. Conocida la materialidad de las circunstancias que rodean a niertos seres y hechos y conocido el autodeterminismo evolutivo mayor, menor o negativo de esos seres, tendremos una mayor facilidad para comprender, para presentir y apreciar la medida de la predestinación.
Nuestra vida será aun más interesante y agradable para nosotros mismos; avanzaremos más firme y rápidamente en nuestros buenos propósitos y destino; nos sentiremos mejor guiados y con mayor confianza en nosotros mismos, en el valor de la obra realizable, en la cooperación y digna orientación para los nuestros y nos serán más propicios la dicha y el porvenir, si alcanzamos a comprender y podemos apreciar y usar esta medida de la predestinación y si ayudamos lo fasto y combatimos lo nefasto.
Estas breves notas podrían desarrollarse amplísimamente.
Por lo pronto, mi primer objeto es el de suministrar a propósito de las medidas de las cosas, un campo fértil, dentro de los dominios de la filosofía, para el hombre de espíritu sereno y estudioso, que gusta de observar, pensar y prever. Para él pueden servir de alguna guía y ayuda estas medidas de las cosas: alto, ancho, fondo, edad o tiempo, circunstancias que rodean los seres y las cosas, auto determinación y predestinación.
Realmente ninguna de esas medidas es nueva. ellas existen desde tiempos prehistóricos; son compañeras del universo. Lo novedoso y útil reside en su agrupamiento y clasificación, y en que tal clasificación sirva de inequivoca guía y norma para apreciar la identidad trascendencia de las cosas y los seres. Es éste el aspecto desde el cual el buen conociuiento de las medidas podrá en ocasiones ayudarnos; servirnos a veces de inspiración iluminadora; contribuir quizá a nuestra alegría o aprontarnos tal vez el consuelo.
Raúl Ugalde San José, Costa Rica, 28 de Julio de 1947. ER Finalmente me parece que después de esa sexta medida, hay aún otra.
Me refiero a la que suele escapar a los arcanos del hombre y consigue muchas veces permanecer escondida en los designios de la vida y la muerte, del triunfo y el desastre.
Ella vive en lo que consideramos la ironía del destino, trabajando muy a menudo en forma de fuerzas ocultas. para revelársenos de pronto en ocasiones, bajo el aspecto de golpes de suerte o de tragedia. Ella alienta a veces el éxito inmenso y ayuda en cambio en otras ocasiones a consumar la espantosa tragedia.
Ella palpita en y precipita la acción las tragedias gigantes de Ibsen y en los dramas impresionantes de Shakespeare. Está comprendida en el refrán humano: el hombre propone y Dios dispone. Es en el derecho referida por la fuerza mayor. y los ingleses la implican al hablar del hecho de Dios. Tal medida es la predestinación.
Para los Yoguis que clasificaron los sentidos espirituales en: inteligencia, memoria, intuición. adivinación y trasmisión del pensamiento, esta sétima medida existente innegablemente y con relación a todos los seres y las cosas no es, sin embargo, un misterio, un secreto tan impenetrable.
Si nos conocemos sincera, profundamente y si además estudiamos con ahinco y cariñosamente la naturaleza, poco a poco se nos va Bevelando el alma humana cuantos nos roApunte al lápiz (De Pierre Fostry. CANTO BEATRIZ (En Rep. Amer. Aquel pequeño punto que nos hace tan orgullosos se me apareció por completo, desde las montañas a los mares. Después fijé mis ojos en los hermosos ojos. Dante. La Divina Comedia. Canto XXII de El Paraíso.
Beatriz, ala de ángel, escultura perfecta, gracia de alma, elevada, como nunca estaría; belleza peregrina, canto, dolor, presencia; ausencia para mí, tu mano, mano fría, ensaya en esta noche la nota más profunda, más alta y desolada que pudiera el Nocturno de Asunción, suspirar desde su tierra eterna.
Hermana mía, solo, en soledad tremenda, te llamo con las voces que no han de oírse nunca, te pido con la angustia quebrada, con el sueño de insomnes noches largas, con la voz de tu casa, que vuelvas y que siembres la rosa que, vencida, se cae en espinares de dolencias perennes. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica