BourgeoisieWorking Class

REPERTORIO AMERICANO 201 SELECTA van a NAKON RON La Cerveza del Hogar ROBOT EXQUISITA SUPERIOR pensiones y subsidios que deben amparar al hombre, o, si es más exacto, al trabajador desde que nace hasta que muere. Una revolución, en suma, como dicen los ilusos. nuestro tema le importan muy poco, en realidad, los problemas internos de esta revolución. no le preocupa hasta dónde los laborista realizar de veras ni cuándo ni cómo van a coordinarse el gobierno y la City, los laboristas y los conservadores, y muchas otras cuestiones que son del negociado exclusivo de los ingleses, de los que van a perder y de los que van a ganar.
Lo que a nosotros nos interesa sobremanera es la proyección internacional del famoso programa. Nuestra actitud se resuelve en una sola pregunta. quiénes van a pagar los gastos de esa fenomenal revolución. Las islas europeas del Imperio, el ilustre Reino Unido? El Reino Unido no ha pagado jamás nada, ni el beneficio de los capitalistas ni el subsidio de los obreros. De la misma manera que todo el mundo en el Reino Unido come huevos y jamón y mantequilla importados, todo el mundo también cobra dinero importado.
Los capitalistas, sus ganancias, los obreros sus jornales. Ese vasto y disperso territorio que forma el Imperio, donde cerca de quinientos millones viven bajo el dominio de las cuatro rayas, es el que efectivamente paga lo que en las afortunadas islas del Canal de la Mancha unos acumulan y los otros consumen. Para esos millones de seres de todas las razas y colores no hay ninguna diferencia. no debe haberla, por lo menos en el hecho de que sus hambres y sudores produzcan el boato del duque de Westminster o las pensiones de los laboristas. Porque lo característico del fenómeno insular británico es que los cuarenta y cinco millones de criaturas privilegiadas que lo componen, si bien socialmente se dividen, aunque con menor rigor que en otras partes, en burgueses y proletarios, como naturales de aquellas islas forman todos juntos una clase privilegiada con respecto a las grandes masas que dependen de su dominio. Esas masas constituyen el verdadero proletariado de la Gran Bretaña, el que produce la efectiva plus valía; un proletariado de constitución tan singular que comprende, en cierto modo, a muchos burgueses de la India, Egipto, América del Sur, etc. de igual manera que la burguesía británica comprende a los obreros de las dulces islas. Incluye el fabuloso programa laborista a los millones de seres coloniales y semicoloniales que de polo a polo dan su vida por la grandeza británica? No, desde luego. El programa no puede incluirlos porque si los in cluyera, no podría haber programa.
esta caudalosa emigración, que repetiría las más dramáticas visiones de la Biblia, el amable suelo insular tuviese fecundidad bastante para nutrir a los veinte o veinticinco millones de indígenas que se quedaron adheridos a la gleba nativa. Pero tendría que ser a condición de trabajarlo, de volver a los idílicos tiempos de Enrique VIII, cuando los descendientes de las huestes de Guillermo el Conquistador comían buenos trozos de carnes jugosas, mientras los nativos, los que habían presenciado las incursiones de Julio César, alimentábanse de raíces. Aceptarían los obreros de Manchester y de Cardiff, los que hoy tienen sus casitas con jardín y poseen acciones de alguna empresa, volver a la dichosa edad de sus abuelos? Yo, por mí, no lo creo.
Tampoco creo que hubiese otra salida económica. Inglaterra no es ya la potencia industrial y financiera que fué hasta principios de este siglo. La industria británica no puede ir ya a la libre concurrencia del mundo; por el contrario, necesita, imprescindiblemente, para vivir y prosperar, mercados propios, cotos cerrados y vigilados, en los que no entren más productos que los suyos. La imperterrita crisis de la minería es el testimonio más fehaciente.
La industria insular económicamente más llena de posibilidades, la que entraba invencible por todas las aduanas, ha vivido durante las últimas décadas arrastrando su quiebra, su medio millón de parados y sus encarnizados problemas. Varias teorías, incluso teorías inglesas, que son las que nunca han resuelto nada en Inglaterra, nos dicen que la crisis proviene de los derechos que cobran los landlords, de las utilidades excesivas de los explotadores de las minas, del escaso desarrollo de las industrias eléctricas. Es cierto, en parte; pero cuando el duque de Northumberland deje de cobrar sus doscientas mil libras al año de royalties y desaparezcan las compañías, aun será necesario que el carbón inglés compita con el alemán, el polaco, el australiano, el norteamericano, etc. Lo cual quiere decir que será necesario que tenga mercados propios donde ninguno otro, nacional o extranjero, le salga al paso.
Más aún: será necesario que todos los productos ingleses tengan los mismos privilegios, única manera de que puedan desarrollarse las industrias eléctricas de la isla, y que las cocinas y las chimeneas británicas conserven y acrecienten su lumbre. Si no es así, no habrá, claro, royalties para Lord Londonderry, pero tampoco salario para los mineros. Lo mismo ocurre a los tejedores de Manchester. Inglaterra irrigó el Sudán y se libro del monopolio algodonero de los Estados Unidos. Pero no obstante tener ya su algodón propio, en 1929 tenía dos millones de telares parados, aunque las telas inglesas, son, sin disputa, las mejores del mundo. Ocurre, sin embargo, que las minorías que las disfrutan son muy reducidas y que la gran muchedumbre de europeos, asiáticos, americanos y africanos que se viste, prefiere, desde hace algunos años, cubrir sus carnes con las telas propias, más baratas desde luego. No creo que estas preferencias varien cuando los telares pertenezcan a las Trade Unions. qué sucederá si no varían. Se decidirá entonces el gobierno laborista, recalcitrante en su ideologia, a destruir la industria de Manchester y devolver a la labranza los centenares de miles de tejedores británicos que son uno de los más claros orgullos del trabajo humano? Ni la mente más insensata se atrevería a admitir semejante posibilidad.
Tampoco podemos admitir, en consecuencia, que el rigor ideológico de los laboristas vaya hasta el punto de renunciar a los mercados que hoy absorben, quieras que no, por fuerza del Imperio, los espléndidos tejidos ingleses. No; la política laborista, del famoso programa revolucionario que le hace poner los ojos en blanco a los semicoloniales de todas las castas, significa, por el contrario, un reforzamiento vigoroso de las ligaduras imperiales. El imperialismo de los conservadores británicos le cuesta al mundo enormes cantidades de sangre y de dolor. Cuánto más le costará si llega a establecerse y desarrollarse el imperialismo proletario de los laboristas? Yo no estoy haciendo cálculos económicos; no puedo, por esto, figurarme tan tremendo coste. Me parece, no obstante, que asegurar la infancia, la pubertad, la juventud, la madurez y la encianidad de millones de trabajadores manuales e intelectuales le costará tanto, por lo menos, si no más, que asegurar la holganza de los magnates de la City. That is the question. Cree alguien que un gobierno laborista está más dispuesto que un gobierno conservador a permitir que las colonias y semicolonias adquieran su independencia y cada cual en el vasto Imperio disponga y goce sus propios bienes? La ingenuidad es el patrimonio de ciertas mentalidades hispánicas. Sin embargo. veamos la cuestión de cerca. Qué significaría la independencia económica de los numerosos satélites británicos? Hablo, claro es, no sólo de los metales de Africa del Sur y los algodones del Sudán.
sino también del mercurio de Rio Tinto, las carnes argentinas, los nitratos chilenos, el estaño de Bolivia, el petróleo de Venezuela. El cuadro seria edificante. Veinte o veinticinco millones de los llamados ingleses, tendrían que convertirse en canadienses, australianos, neozelandeses, norteamericanos y abandonar las islas para siempre. Es posible que después de aquí viene ahora lo que más importa. Qué política internacional corresponde a las necesidades descritas. Acaso la de aflojar los vínculos del Imperio, como se imaginan los que tienen la inocua voluptuosidad de echar sus cabezas a pájaros? No necesitaría más el laborismo para hundirse con su programa en los mares que lo rodean. mayores necesidades económicas, politica internacional más vigorosa e intransigente. Es preciso comprender que la realización de un programa revolucionario cuesta más, infinitamente más que la de un programa conservador. La diferencia se cubre con la mejor y más racional explotación técnica y humana de las riquezas naturales. dónde están las Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional. Costa Rica