Hitler

REPERTORIO AMERICANO 195 XIV XVI Hermana Argentina, aquí esperamos y luchamos por tu vida, y sabemos lo que lucha tu pueblo para Incorporarse.
No creas los falsos consejeros que se toman el nombre de Chile para endurecer tus cadenas, hermana.
No creas que cierto minúsculo personaje representa la tierra que Sarmiento aceptó como palacio para su pensamiento.
Chile espera la libertad del día de mañana, y no se engaña a Chile, ni Franco ni Bolivia ni tirano alguno ha engañado a este pueblo que conoce la libertad.
Rosas es un guano que no vale tu polvo.
Franco Marcó del Pont está hace tiempo muerto, Hitler ha derramado toda la sangre en vano.
Las tiranías se las lleva la lluvia hacia los cementerios, y si la buena lluvia no llega, tu pueblo barrerá con sus banderas el altar deslumbrante de la patria.
XVII Argentina: al oído te decimos: Levántate.
Hermana, mira la nueva nieve que cae, no te entierres, no te mueras, levántate para que mano a mano luchemos y ganemos.
Porque Chile no vive con una hermana muerta. hoy te tiende la mano que ayer tú le tendiste cuando del otro lado llegaron tus gigantes a derramar la sangre que nos dió nacimiento.
XVIII Llámanos Argentina: tus hermanos crecieron y pueden devolverte la sangre derramada para que estemos juntos sobre la nieve libre!
XV Argentina Sarmiento, Argentina, Argentina, no se oye nada. Oyes, nos escuchas?
No queremos comprarte nada, no queremos venderte nada. Oyes, hermana?
Argentina, Argentina, Argentina: escucha lo que te decimos al oído.
Interpretación de nuestro tiempo ORFANDAD DEL HOMBRE DEL HOMBRE CONTEMPORANEO Por Luis López de Mesa (De El Tiempo. Bogotá, 17 noviembre 1947. Los viajes, prensa periódica y la radiocomunicación, que nos permiten hacer cotidianamente el balance del mundo, revelan que la humanidad carece hoy de conductores espirituales de primera magnitud. Con efecto, si repasamos mentalmente la serie de los pueblos libres que hogaño representan la civilización y la historia, en ninguno hallaremos hombre que entienda lo que ocurre ni, menos todavía, conduzca a sus conciudadanos por rutas iluminadas de fe sosegadora o siquiera de relativa certidumbre.
No que estadistas y rectores de la cosa pública ignoren los problemas que hoy atribulan a la especie humana, pues que son evidentes para todo el mundo y constantemente observados, iluminados y aun desmenuzados hasta su último fondo por los hombres de estudio y los innumerables órganos de publicidad de que la actual civilización orgullosamente dispone, sino que no se ve por ninguna parte la inteligencia que sintetice su letal encadenamiento y logre así descubrir el núcleo genitivo de estas alteraciones.
Tratar aisladamente esos trastornos que perturban la vida humana y en mucho, sino de todo, la van haciendo insoportable ya e inútil, sin el claro conocimiento de su concatenación y origen, es conducta ciega y alocada actitud que afligen la existencia del hombre y aun su destino histórico final comprometen.
La economía individual, nacional e internacional carece de orientación estable; la política partidaria y la general de los pueblos, tanto administrativa cuanto ideológicamente consideradas, marchan a tropezones, en caótico turbión de inmoralidad y de locura; la vieja urdimbre moral de individuos y naciones se desmorona a ojos vistas, sin que uno pueda advertir el surgimiento de otras normas suplentes; la religión es sólo lamparita languidecente que parpadea en recodos sentimentales de angustia; el arte recorre incongruentes senderos de pesadilla, emotivamente ya casi infecundo; la ciencia, tenida por señora y sultana de estos últimos tres siglos, de esta atormentada vigésima centuria sobre todo, como los avaros, día a día se enriquece sin gozar de lo suyo ni a otros permitir que de ello gocen, inmensamente acaudalada, sin duda, pero aun espiritual y hasta hedonísticamente estéril.
La filosofía, la gentilísima filosofía, otro tiempo orgullo del hombre y su más egregia consoladora espiritual, talismán y joya a la vez, ya apenas subsiste. Qué ocurre entonces? Si somos algo más de dos mil millones de este Homo Sapiens que dominó el planeta; si el cielo, el mar y la tierra nos pertenecen; si la riqueza general de las naciones cultas se ha centuplicado: si el espacio y el tiempo desvelaron su secreto ante nosotros; si el átomo, la gravedad, la luz y el éter ancilarmente nos sirven. si los mismos dioses eclipsaron su rostro ante la soberbia inquisición de nuestros juicios. por qué yacemos derrotados y humillados en el mundo?
Conviene que cada uno de nosotros diga lo que opine, hasta donde le asistan su mente y los recursos intelectuales de que disponga. Por mi parte, pueda o no, así lo intentaré en las muy breves líneas que a continuación voy a escribir sobre este tema, y muy someras, naturalmente, como mero pespunte periodístico que son y sólo intentan ser.
Nuestra generación no puede morir tranquilamente sin hacer algún esfuerzo espiritual que siquiera en algo compense las enormes barbaridades de que es responsable ante la historia y las generaciones futuras. Los que hemos vivido cuanto va ya del siglo veinte nos reconocemos culpados de la mayor estupidez que registran los anales del mundo y no damos signo perceptible de enmendar nuestro criterio. Es un trastorno colectivo intelectual y moral que recuerda la ceguez con que las Euménides aturdían a quienes deseaban castigar más duramente.
No de otro modo se explica uno que en un momento dado se apague la inteligencia del hombre en tantos pueblos ilustres que siempre la tuvieron iluminada y eximia, y aunque sólo sea como atenuante de nuestra grave culpa, debemos, cual más, cual menos, aportar el esfuerzo humilde de nuestro estudio en solicitud y procuración de volver la vida humana a los cauces de su dignidad, de su tranquilidad y de su gloria Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica