264 REPERTORIO AMERICANO Cuando la alarma de su fallecimiento EN MEMORIA DE ANTONIO CASO corrió por la ciudad por cierto, interrumpiendo trágicamente una discusión de filó(De Cuadernos Americanos. México, Mayo Junio de 1946. sofos que a la sazón se desarrollaba en la Antonio Caso representa toda una era casa de San Cosme pareció, de pronto, mexicana. Campeón de las reformas indisque aquella desgracia súbita no encontraba sitio en la conciencia. No contábamos con pensables y guardián de las tradiciones esenciales, se encuentra situado en el punto que también Antonio Caso había de morircrítico de la catástrofe. Cuando sobreviene senos. Acabábamos de dejarlo en plena sala intensa sacudida social que entre mulud. Muchos, de cierta manera tácita, nos referiamos a él como a un supuesto indischas cosas malas, pudo derrumbar muchas pensable en toda empresa de cultura. Alcosas buenas, le incumbe providencialmente la tarea del sóter, del salvador, del congunos aun lo dábamos por presente, como tinuador. hombres como éste correspona un interlocutor invisible, en nuestros de, de generación en generación, el evisolitarios combates con el espíritu. Todo tar que se desgarre la tela, siempre en trapensamiento de amistad tenía que evocarma, de nuestra conciencia nacional. Así ha lo por derecho propio. Valíamos más, porde contemplarlo la historia.
que él nos acompañaba. Nos consolaba que Pero, junto a estos rasgos del monumenexistiera, que estuviera aquí, al alcance to, hay que recoger piadosamente los rasde la mano. nos aflige saber que ha gos del hombre, del varón de virtud senci.
muerto entristecido ante el espectáculo del lla, del caballero cortés y delicadamente cemundo. Su partida tiene algo de acusación.
remonioso, del amigo cuyo encuentro era Con él se nos ha ido más que un hombre, una fiesta del espíritu, del ameno conversamucho más que un amigo: acaso una épodor lleno de elegancias y oportunidades feca, acaso una actitud de la mente y de la lices. Amateur ames. disfrutaba como cultura. Hoy sólo nos queda hacer votos pocos de todo lo poble y lo selecto, y sabía por que su recuerdo nos oriente y vigile, a celebrar las gracias con aquellas risotadas manera de centinela insobornable.
Antonio Caso tan suyas que llegaban a cortarle el aliento.
Aquella tarde lluviosa, de crudos nubaSu mero saludo, por la calle, parecía un rrones y ráfagas inclementes, acompañamos nética; inolvidable su emoción, siempre presente magnífico. Siempre echaremos de al cementerio los restos del gran mexicano, corregida en la geometria de un pensamienmenos su apretón de manos, su fértil charque cada día aparecerá mayor y mejor, to seguro; inolvidables su habla que ya acala, su mesa en Lady Baltimore. donde se tel qu en lui meme enfin éternité le riciaba o ya mordía las palabras, su cara ofrecía al trato de sus amigos y sus admichange fuerte y persuasiva, su cabellera negra y radores; durante las breves horas que robaDe él habíamos escrito hace años. La revuelta, sus ojos tremendos que a veba a su incesante labor y a su reclusión historia de la filosofía, él ha querido y ha ces parecían fascinados en la contempla obligatoria. Nos falta ya mucho de su sabido vivirla. Con tal experiencia de las ción de las ideas puras. Inolvidable, para sorprendente tarea de periodismo filosóideas, y el vigor lógico que las organiza, quienes disfrutamos el privilegio de su infico, verdadero alivio entre las turbulencias su cátedra llegaría a ser el orgullo de nuestimidad, el calor que comunicaba a nuestro mundo upiversitario. Su elocuencia, su del diario. desde ahora señalo a sus cotros ideales nacientes, en aquellos días de mentaristas esta labor de vulgarización y eficacia mental, su naturaleza irresistible, las campañas juveniles en busca de una de síntesis, jamás igualada que yo sepa. lo convertirían en el director de la juven cultura más humana y más generosa.
menos que nos transportemos al siglo en tudo.
Evocando, más tarde, las «veladas de que Descartes y el Rector del Colegio de Antonio Caso lo entendía todo, desde las Santa María. reuniones informales donde Breda se detenían a discutir los problemas arquitecturas etéreas de la música de Bee descubrimos, en compañía de Antonio Cade física que el Príncipe de Orange mandathoven hasta las evidencias ciclópeas del so, las dos o tres direcciones definitivas de ba fijar en las esquinas.
pincel de Diego Rivera. En el orden de su nuestra carrera humana, escribí en Madrid, En la modestísima sala, donde una cama especialidad, vivió en un progreso conti allá por 1917, estas palabras: nuo, y aun parece que sus propios discípu di Adiós a las noches dedicadas al genio, cualquiera y un aguamaril anticuado al.
ternaban con unos estantes frágiles y solos se hubieran detenido en tal o cual etapa por las calles de quietud admirable o en la brecargados; sobre aquella mesa ahogada que él había salvado con empuje constante. biblioteca de Antonio Caso, que era el propor los bordes entre varias filas de libros, Pero dejo a otros la tarea, hermosa y abru pio templo de las musas! Preside las conque componían una como enciclopedia permadora, de relatar para mañana pues hoy versaciones un enorme busto de Goethe, sonal y que apenas dejaban sitio para escri todos lo saben cuánto significan, y no so del que solíamos colgar sombrero y gabán, bir, el cenicero mostraba todavía los despo.
lamente para nuestro país, las enseñanzas convirtiéndolo en un convidado grotesco.
jos de su último cigarrillo; y como un inesdel catedrático, las obras del escritor, la ac un reloj, en el fondo, va dando las horas perado símbolo de mando, descansaba, allí ción del maestro que, como Sócrates, sus que quiere; y cuando importuna demasiaentre los papeles, su bastón con puño de citaba las vocaciones a su paso, sin inculcardo, se lo hace callar: que en la casa de los plata, emblema de su mariscalato: el más ni imponer otra doctrina que la probidad filósofos, como en la del Pato Salvaje, no noble, el indiscutible.
mental, el arduo estudio, el amor a la be corre el tiempo. Caso lo oye y lo comenta lleza y a la verdad, la limpieza ética, de todo con intenso fervor; y cuando a las tres ALFONSO REYES que siempre fué vívido ejemplo.
de la mañana, Vasconcelos acaba de leerMe retraigo al instante en que, rodeado nos las meditaciones del Buda, Pedro Herya de la fama, aunque era todavía un estu ríquez Ureña se opone a que la tertulia se Busque la diante de Derecho, lo escuché en el Minis disuelva, porque alega entre el general Imprenta Huorora Social terio de Instrucción Pública, saludar el ad escándalo apenas comienza a ponerse inpara toda clase de Impresiones venimiento de Justo Sierra, cuya herencia teresante. esta hora de la vida dedicaTeléfono 4310 Apartado 884 puede decirse que ha recogido en mucha mos hoy copiosos recuerdos, seguros de que San José, Costa Rica 38 BE parte. Inolvidable aquella su presencia mag fué la mejor. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica