Joaquín García Monge

148 REPERTORIO AMERICANO Beba cervera SELECTA CM De malta y lúpulo is DEBAJO ESTA LA VOZ QUE TIEMBLA (Fragmento de una novela inédita)
San José Costa Rica, 23, Julio, 1945 Señor don Joaquín García Monge Pte.
Muy distinguido y buen don Joaquin: Don Rafael Salas me habló hace unos días de dar a Ud. una coloboración para el número de Repertorio que está en preparación, y que será especial por la fecha que conmemora. Tenía pensado escribir un cuento, y por eso me había tardado. En definitiva, el cuento no me resultó como lo quería, y hube de guardarlo para darle más adelante otra cincelada. Extracté ese pequeño capítulo de una novela que tengo terminada, para suplir mi primera intención; quizá por ser un extracto, no llene su cometido bien. Usted lo decidirá.
Dispenseme si me tardé más de lo deseable.
Si no llego a tiempo, quizá en otro número posterior pueda dar alojamiento a ese modesto pasajero que se ha escapado de su casa, Una burbuja en el limbo, novelita que ya terminé, para embarcarse en su amplia nave: Repertorio Americano.
Con la cordialidad grande que le tengo, lo saludo muy atentamente, Fabián Dobles ¿Ni ha gozado nunca cogiendo un pececillo para ponerlo sobre la arena de la ribera y verlo dando saltitos desesperados, y luego, muy apresuradamente, persiguiendo la vida, volverlo al remanso mientras se le dice: Pez, vuelve a ser pez. No ha llegado usted alguna vez a apretar entre sus manos el hocico de un ternero tierno, para olerlo, para sentirle un aroma tibio, de leche, que sólo él tiene allí, entre sus narices?
No, usted no lo ha hceho. sin embargo, así se sentiría más cerca del ternero y más alejado de los hombres. Algo tiene el ternero que no se le conoce. Algo llevan la vaca en su mugido y el caballo bajo sus cascos, cuando los golpea contra las piedras del camino. Pero ustened ordeña la vaca y se monta en el caballo sin percatarse de que la leche huele bien, con un olor que es humano y no es humano, y no oye al caballo cuando va con usted. se desliza sobre la tierra musculosa cuando están empezando a caer las lluvias y todo reverdece; y la rompe con su arado, y la toca con sus manos, y sólo piensa que de esa tierra sacará frutos. Pero no se inclina hasta ella para meterla por su olfato y sentirla, verla de cerca y llevarla en adelante muy adentro en la sangre.
Ah, el hombre ignora tantas cosas.
No, usted no conoce lo que es una montaña, lo que es una colina llena de chaparrales, ni un árbol, ni una flor. Todos hablan, si quiere oírlos. įes qué usted no puede oírlos?
Por eso se me ve algunas veces con mi nariz en el hocico de los animales, y buelo la tierra y hasta el polvo del camino, o aspiro el aire que llega desde la montaña. Usted, entonces se imagina que estoy loco. Ah, es lamentable Sí, todas estas cosas podría haberlas enseñado Ignacio. Pero nadie se las preguntaba, y él, tal vez, no hubiese querido decirlas, porque era el último en pensar que debían ser comunicadas.
Era así: todo lo olisqueaba, escuchando lo que los demás no escuchaban: y veía y sabía que andaban personajes hondos dentro de las cosas que lo rodeaban, porque ellos burbujeaban y tenían su mejor vivienda en la sangre que corría por sus venas y nutría su extraordinario cerebro. Existía un extraño deseo de animarlo todo, para vivirlo él como vivía todo dentro de sí mismo, y este deseo era uno solo con sus ángeles y sus papelotes de colores. Qué gran creyente Ignacio de todo lo invisible!
Fabián Dobles El Traje hace al CABALLERO y lo caracteriza. la Pero hé aquí que también debemos hablar domesticados. Por qué las aves no le huyen?
ya de Ignacio y la tierra, de sus árboles, ríos ¿Por qué no le muerden los perros, ni el toro y montes. Porque para él estas cosas no eran lo bravo de don Jacinto Mejías lo embiste? Se que para la generalidad de sus contemporáneos. le ha visto alguna vez pasarle por el frente Significaba personajes vivos, animados, que como si tal cosa, y el animal se ha quedado hablaban un idioma desconocido, el cual trató tan quieto!
siempre de entender de un modo desapercibido Sí, pero las gentes tan sólo hacían pregunpara su conciencia, y, por lo mismo, muy pro tas superficiales. Solamente decían: Será que fundo en su adentro.
es desquiciado ese mocoso?
Debajo de ellos intuía, y lo intuyó siendo Y, cuando ya él más grande, alguno por apenas un adolescente hay algo más, intan casualidad lo veía tirado cuan largo era en las gible a las manos y a los ojos, pero real: bay orillas del río conversando con el agua, o de una voz.
espaldas a la grama mirando el ir y venir de Por alguna razón, apenas de escolar, aprendió un par de yigüirros en las ramas de un árbol, a despreciar don Faustino, a trueque de sus es riéndose solo, silbándoles muy quedo para que capadas hacia los potreros aledaños o el río, don vinieran hasta sus manos, ya no hacía la prede nadaba como el mejor, y las gentes dijeron de gunta, porque todo el mundo, desde tiempo él. Qué sucederá con este niño de don Pablo atrás había dado la respuesta: Ese es el Vago Ríos. Por qué pasará a menudo por las calles Rios, que va para loco a grandes trancos laterales de la ciudad rumbo a los barrios cam Ríos les hubiera podido explicar qué aconpesinos. Qué diablos tiene que hacer echado tecía. Les hubiera dicho, por ejemplo, que los horas y más horas de panza en el borde del pájaros, para él no sólo apanecían bonitos, arroyo, viendo el fluir del agua, en actitud ora agradables y de divertido canto, como para tica o divirtiéndose en cazar pececillos con la todos sus vecinos; eran algo más: una honda mano, llevándolos en su palma hasta un pozo palabra debajo de los mismos: la voz de lo subhecho por él en la ribera y volviendo a traerlos terráneo, de lo invisible, de lo cálido y vivo.
a la corriente luego, incansable, necio, ensimis. En todo hallaba aquel temblor oculto. En el mado. Tendrá algo de enajenada esta criatura río también; desde él le llegaba un cristalino de Dios que a diario corre por los potreros en susurro de senderos frescos, transparentes y apapos de los pájaros, eternamente seguido de un cibles. Había algo más sonriente que un río?
gato y un perro, trepando a todos los árboles ¿Había una cosa más sincera. Existía algo para mirar los nidos nada más para eso que nos pudiera reflejar así, tal como somos pasar su mano por los huevecillos, nada más de verdad, muy de dentro. Usted no oye que por el gusto de pasarla, sin causar a las lo que puede decir el agua, ni siente la fanaves daños con pedradas, como todos los otros tástica emoción de echarse en ella y dejarse llerapaces. Qué habrá con él, si parece que los var por su fría corriente hacia abajo, hasta las pájaros lo entienden, cuando muchas veces se piedras cubiertas de algas, escamosas de peces y e ha visto cogerlos cual si fuesen animalillos babeantes de musgo?
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