76 RBPBRTORIO AMERICANO es volviendo nuestros ojos a los Grandes del ayer, que encontramos nuevas fuerzas, en el Templo del Saber, para darle guerra eterna a los fieles de Ariman, los carniceros, a los trágicos titanos, a los tétricos verdugos, sanguinarios y malditos, traicioneros, que poniendo las cadenas, las carlancas, los grilletes van violando la virtud y se empeñan por trnernos otra vez la esclavitud. Pues, cantemos a Bolivar!
Haya palmas para El que vió calvarios, y por El y con su ejemplo, brille el culto de los Héroes Libertarios que tuvimos en América!
Por su Efigie, por su bronce bien forjado, por la enhiesta fiel figura de su Estatua, de Poeta y Gran Soldado, por el Sol de Libertad de su tizona, por el indice inmortal de su verdad que señala a nuestros pueblos la razón resplandeciente de su propia dignidad!
Costa Rica, 1945 DE LOS LIBROS (En el Rep. Amer. Gutemberg, el milagro ya está hecho y nadie pára sus efectos Los panes siguen multiplicándose.
Dos tiranías han perseguido el libro: la de la ignorancia y la de la intransigencia. De la primera recordamos con pena al máximo representante, Omar. De la segunda, hay demasiados autos de fe para recordarlos todos. Hablemos del primero. que conste que es Víctor Hugo quien nos lo recuerda. Reinaba en Egipto Ptolomeo Evergetes. Este señor aumentó la biblioteca de Alejendría. En su tiempo llegó a reunir cien mil volúmenes. perc, cosa curiosa, no poseía las obras del Esquilo. Dándose cuenta de aquella anomalía, manda embajadores a Atenas a pedir, bajo fianza de quince talentos de plata las tres cuartas partes del tributo anual que Judea pagaba a Egipto el ejemplar único de las tragedias esquilianas guardado por el notario de la República, bajo promesa de devolverlo tan pronto se hayan obtenido copias. El ejemplar pasa a engrosar el contenido de la biblioteca y no es devuelto a sus dueños, a pesar de las protestas de éstos.
Cuando Antonio regala a Cleopatra la biblioteca de Pérgamo, pasan todas las obras al templo de Júpiter Serapis, a donde fué San Jerónimo a ver si verdaderamente Esquilo profetizaba a Cristo en las palabras: Ve y di a Júpiter que por nada del mando revelaré al que le ha de destronar. No fué sólo este Santo el que consultó el manuscrito tan mal adquirido.
Aristarco, Ateneo, Diodoro de Sicilia, Clemente de Alejandría, Valerio Máximo, San Justino. lo tuvieron en sus manos Pero he aquí que aparece el enemigo de la cultura. Omar.
Dicen que montado en un camello, metido entre dos sacos, uno de bigos y otro de trigo y llevando colgado del cinto un plato de madera. Este tan singular caballero, después de haber incendiado treinta y seis mil ciudades, aldeas, fortalezas y castillos; destruido cuatro mil templos paganos o cristianos, quema la biblioteca de Alejandría porque contenía libros contrarios al islarismo. se pierde, para siempre, el libro de Esquilo.
Hay quien dice que no fué él, sino César. No tenemos muy buen concepto del autor de La guerra de las Galias después de conocer los motivos del paso del Rubicón; pero éste sabía el beneficio de los libros. Sea el que fuere, lo cierto es que aquel caudal de conocimientos pasó a la nada dejando al hombre sin saber muchas maravillas. De César no sabemos que mandara quemar otra biblioteca, y sí conocemos la destrucción de la de Persia, por Saad, obedeciendo al Omar del camello, de los higos y el trigo. pesar de ello y de repetirse en el devenir del tiempo tanta destrucción, el libro no sólo subsiste, sino que renace de las cenizas multiplican lose con más fuerza y vigor. El nilagro está hecho y ya nadie puede anular su acción.
Si la imprenta hubiese aparecido antes, quizás la Revolución francesa o habría tenido que ser una realidad. El renacimiento de las ideas se hubiese hecho con un ritmo uniforme y el hombre habıía alcanzado posiciones avanzadas sin tragedias cruentas. El libro da categoría aristocrática a las domina.
ciones. No obraron igual las ciudades de Fenicia que las de Grecia. Atenas se ha impuesto a todas, y es que en vez de la espada y la mala fe, llevaba emporios y teatros, y en éstos el pueblo poníase en contacto con los dioses y los héroes. Al de Atenas acudían hasta los esclavos. El teatro, con el areopago y la ágora, dersocratiza. Esquilo es el primero que hace interTenir el pueblo en sus representaciones, El símbolo tiene el don de la interpretación, porque ésta es varia. De esta variedad nace la discusión. Esquilo se le tiene por cristianos, porque en su Promoteo anuncia al que ha de venir a vender Júpiter Jesús habló en símbolos, seguramente para que los distintos pareceres hallaran satisfacción. El símbolo es el hermano menor de la parábola. Y, ya sabemos que ésta iba dedicada a los de difícil comprensión, que eran los más. Aun hoy nos hallamos frente a la duda cuando de interpretar se trata. Pero la nisma vida pone hechos que caen en la significación del símbolo y el milagro.
Nos referimos, hoy por hoy, al de los panes. qué panes se refiere el Evangelio. los del cuerpo. los del alma?
Me decido por los últimos los llamo libros. El escritor seria, pues e panadero. Gutemberg el llamado a materializar el milagro.
Si éste se hubiera realizado desde los comienzos de la inquietud mental. los pueblos estarían más avanzados. Por poseer pocos libros herros perdido centenas de años de adelanto, Conocemos, del pasado, una misérrima parte. aún, lo poco que hemos podido arrebatar al olvido se ha hallado desperdigado.
Según Laercio todos los filósofos anteriores a él escribieron mucho más de lo que nos ha llegado. Una mala voluntad, un capricho de un tirane, un incendio, ponían al traste obras que nos hubieran iluminado. De Esquilo mismo ¿qué nos queda?
Siete tiagedias, cuando sabemos que por lo menos salieron de su pluma catorce trilogías las que componían un total de cincuenta y seis obras. Además, se perdieron las tragedias, los Egipcios, el Rescate de Héctor y Memnon, las sátiras, Sísifo tránsfugo, los Heraldos, e! León, los Argivos, Amimone y otras. qué no pasaría con los otros autores. veces se poseía un solo libro éste se perdía con suma facilidad o lo hacían perder, porque hay que recordar que el genio ha sido siempre perseguido. Esquilo lo diría, ya que de él hablamos. La verdad no es para ser dicha. Por esto hoy todavía hay Omares que queman bibliotecas. Pero, a pesar de todo, gracias al alemán Lorenzo Vives.
Costa Rica, 1945. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica