Hitler

276 REPARTORIO AMERICANO zarse el momento terrible en que nuestros cuer hombres sus barbas de cuatro días. las Al mirar en torno nuestro, vimos la ciupos tomaran contacto con el agua, en que ocho de la noche, apareció por estribor, el dad arrasada. Los árboles de las avenidas nuestras bocas se inundaran de sal, en que faro de las islas que marcan la entrada habían sido sacados de raíz. Postes derrumla sangre de nuestros pulmones reventara del rio. Estábamos isalvados! Dentro de bados, calles inundadas, techos volados, con su glúrglú escarlata y espeso a través poco rato, navegaríamos sobre las quietas murallas derruidas, tal era el espectáculo de nuestras gargantas y narices. Alguien aguas del Yang szé kiang y al día siguien que la ciudad bella multitudinaria ofredijo, siguiendo el hilo de su pensamiento, te estaríamos fondeados muy de mañana, cía a nuestros ojos. para quienes nos es que era el pensamiento de muchos otros: en el maravilloso puerto de Shanghai, el peraban, nosotros ofrecíamos el espectácu hay tiburones en estas aguas. París de Oriente. Habíamos nacido de lo de un desfile de fantasmas, de seres Vaya si los hay. replicó otro, como nuevo. según la frase que salía de todas ultraterrenos escapados de una pesadilla, un eco.
las bocas. Por esta vez, al menos, habíamos arrancados de la muerte. Tiburones. La idea mordía en nuestros burlado a la manada de tiburones que nos Quisiera decir a mi amigo, escritor de espíritus con un anticipo de las dentella seguía ¡Buen trabajo tuvo el barman temas marinos, que es mil veces preferidas de la bestia misma. Un pasajero japo aquella noche para atender a todos los pe ble que su formación literario náutica se nés, hombre de cierta edad, que hasta endidos: los hombres querían recuperar, y quede incompleta antes que someterla a la tonces no había despegado los labios, ex con creces, todos los high balls perdidos! prueba de agua y vientos de un tifón. La clamo: Fué una noche de gran alegría, tan gran impresión es tan horrenda que no se puede Contra tiburones, recomiendo en vol de casi como las angustias sufridas. ni siquiera describirla. Aquel ulular del verse el cuerpo en una sábana blanca. El Al Capitán no lo volvimos a ver Su viento, aquel bramido de las olas, incesanabominable shark odia el color blanco. conciencia pesaba talvez sobre él y sin du te, obsesionante y tenaz, se quedan adhe Esto está probado. Los pescadores de per da prefería, por prudencia, esquivar voces ridos a nuestra sensibilidad sin que nos las en el archipiélago de Saipán. o manos acusadoras que lo apostrofarían sea posible librarnos de ellos. Recuerdo Lo interrumpió bruscamente un america al desembarcar en el Shanghai Bund. que, durante varias semanas, no podía yo no, empleado de la Standard Oil que regre Aquellas angarillas en que hubo que bajar escuchar el sonido de los ascensores en el saba a Shanghai después de unas vacacio a las dos jóvenes norteamericanas eran tes hotel o en los edificios de apartamentos, nes: timonio harto elocuente de la inconscien sin que mis nervios temblaran angustiosa Boberías. Contra tiburones no hay cia o del absoluto desprecio por la condi mente. El recuerdo del tifón es casi tan más que el puñal en los dientes. La cu ción humana que caracterizaban al amo y terrible como el tifón mismo. Nos asalta chillada a tiempo!
señor del General Lee.
en las pesadillas y aún en la vigilia, duUna mujer dijo a su esposo, cerca de mí: Cuando pusimos pie en tierra, los vende rante mucho tiempo. Más vale no conocer. Lo oyes? Hay tiburones! Sólo un fa. dores de periódicos pregonaban las últimas lo sino al través de las descripciones que vor te pido, querido: tu tienes un revól.
noticias de las cuales nosotros no tenía otros nos hagan. Es el caso más apropiaver. Cuando llegue el momento. me enmos ni la menor idea durante nuestra trado para la experiencia en cabeza ajena!
tiendes? el último momento, aquel de lanvesía por los Infiernos: Alemania invao de caer en el agua. mátame!
de Polonia. Inglaterra y Francia de ¡mátame por favor! Soy cobarde, lo conclaran la guerra a Hitler. Shanghai, 1943.
fieso. No me abandones. No dejes de hacerlo!
Agua grande El marido la abrazo y la tuvo en sus bra(En el Rep. Amer. zos largo rato, sin responderle.
El cuarto día fué un dia de locura. Los De una amarra de clima, de agreste y hasta que las águilas del tiempo ardan y minutos transcurrían en un plano pluridi de fecunda entonación que va desde el río suban por los peldaños del frío olvirlando mensional, las horas nos parecian eternas. a la montaña y de la montaña hacia el lo intraducible.
Las gentes habían perdido la razón. Ahomar, Nero aparece asomado a la ventana Cuando la luz se encierra y se entierra rraré al lector la descripción de algunas es de todos los tiempos. Escucha crujir cri en el ocaso, Nero se recoje bajo el techo cenas que me tocó ver en aquel salón sálidas (espesas como silencio, se encuclilla tenaz que lo cobija.
campamento.
y mira de soslayo los sembrados que mecen. Dónde has estado todo el día? dice la. En dónde estábamos. era la pre su sueño en las inmensas siestas del Ve. madre.
gunta que nos hacíamos todos los que con. Dónde? dice Nero abrumado por las servábamos un resto de razón.
Dentro de la escuela rural que es un preguntas que no logran equilibrarse sobre En cuatro días deberíamos estar lle cascarón hueco lleno de polvo y de viento, su contagiosa y frívola efervecer. cia. Dóngando a Hongkong, o si hubiéramos re Nero es como el canto precipitado de un de? y mira sus manos rasguñadas llenas gresado atrás debiéramos, cuando menos, zorzal herido. Cuenta los días y los meses, de flores silvestres, arañas, Isapitos, coliestar en Yokohama. los años: en una rueda muy alta, arriba, hues, batracios y todo se le rueda de las Como a las cuatro de la tarde de ese día, Enero y bajan por la izquierda como por manos. Come taciturno y al alba desde el el viento comenzó a declinar y las olas a un reloj los minuteros. vienen los de torreón suspendido mirará las hojas temamainar. El ruido del viento fué bajando más, Febrero Marzo Abril, etc. También blar.
isu lúgubre nota aguda hasta transformar los días van subiendo por una escala sin Será Jueves y Nero se sentirá ensise en un sonido casi musical. Los ste tropiezos y ahí Nero los toma, al bajar, y mismado entre las madreselvas. Llegan wards vinieron a ofrecer té, café fru los coloca debajo de su almohada. Va vol labriegos descoloridos, viejas con atados tas. Luego se abrieron las ventanas de la cándose en los pretéritos asesinando fre y palabras intermitentes. Nerc está amogran galería y pudimos respirar el aire sas, perdices, heliotropos. Miércoles, dice, y dorrado como queriendo continuar los marítimo a pleno pulmón. las seis de la lo estrecha contra su corazón, Miércoles día sueños nocturnos sumerjidos. Enai él, él tarde vimos ¡ay! y con qué alegría. la da gasa descolorida, inútil, en donde arro mismo, niño gris azul que cruzó empalizaprimera estrella. El tifón había pasado! bado descubrirá los mirlos y los tordos das y campos interninables, ululantes. Roº bien nosotros habíamos cruzado a tra tan negros como la mirada del afuerino za las grandes aguas del mar colocado en vés de él! Luego apareció la luna en cuar cuando atraviesa sobre los verdes múlti una embarcación de oro que lo devuelve to menguante y después otras estrellas. La ples. Miércoles, y en la orilla del río, está a la noche y a la marea sin rumbo con gente empezó a bajar a sus cabinas a ba la balsa con las redes donde caeran los entonación sobrecogida.
ñarse, a cambiarse ropas, a afeitarse los peces azules que lo miran y lo mirarán Fué un Viéres, el campo estaba quieto, itamo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica