REPERTORIO AMERICANO 377 Los hombres huecos (En el Rep. Amer. Versión y envio de José Coronel Urtecho. Granada. Nicaragua, 1945. Somos los hombres huecos somos los hombres estofados apoyándose entre ellos las cabezas repletas de paja. Ay.
Nuestras voces secas, cuando murmuramos juntos son silenciosas y sin sentido como brisa en hierba seca o patats de ratas en vidrio seco en nuestro seco sótano.
IV Porque Tuyo es el Reino.
Aquí no están los ojos Entre la concepción aqui no hay ojos en este valle de estrellas moribundas y la creación en este hueco valle entre la emoción esta rota quijada de nuestros reinos per y la contestación cae la Sombra.
didos En este último lugar de cita La Vida es muy larga a tientas nos juntamos y evitamos el habla Entre el deseo agrupados en esta playa del tímido río el espasmo Ciegos, al menos entre la potencia que reaparescan los ojos y la existencia cual la perpetua estrella entre la esencia multifolia rosa y la descendencia del reino crepuscular de la muerte cae la Sombra la única esperanza de los hombres vacíos.
Porque Tuyo es el Reino Figura sin forma, matis sin color, paralisada jucrza, gesto sin movimiento; los que han cruzado con ojos directos, al otro Reino de la Muer.
te nos recuerdan si acaso no cual perdidas violentas almas sino sólo como los hombres huecos los hombres estofados.
Porque Tuyo es la Vida es Porque Tuyo es el II Aquí vamos rondando la espinosa, pitahaya espinosa pitahaya, espinosa pitahaya aquí vamos rondando la espinosa pitahaya a las cinco len punto de la mañana Entre la idea y la realidad entre la moción y el acto cae la Sombra Este es el modo en que el mundo termina este es el modo en que el mundo termina este es el modo en que el mundo termina no de un porrazo sino en un sollozo.
Ojos que no me atrevo a ostener en sueños en el reino del sueño de la muerte éstos ya no aparecen. alla, los ojos son sol en columna rota; allá, hay un árbol meciéndose y voces hay en la del viento cantando más distantes y más solemnes que una estrella apagándose. Eliot yo No esté yoʻmás cerca en el reino de sueño de la muerte lleve también puestos tales disfraces deliberados cota de rata, piel de cuervo, cruzadas asti llas en un campo conduciéndome como el viento se conduce no más cercano aquel final encuentro en el reino del crepúsculo.
III Esta es la tierra muerta esta es tierra de cardos aquí las imágenes de piedra elévanse, aquí reciben la súplica de la mano de un muerto bajo el parpadeo de una estrella apagándose.
Es como esto en aquel otro reino de la muerte despertando solos en la hora en que estamos temblando de ternura besarían forman preces a rotas piedras.
labios que Ventana de la Habana vieja. Cuadro de Max Jiménez. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica