RBPERTORIO AMBRICANO 73 CANCION DE VIDA REDENCION Por Enrique Fernández (En el Rep. Amer. En esta hora de borror y de tinieblas en que todo el odio del mundo es llamarada 07 que sangra la tierra por sus cuatro costados y Patmos sólo es humo y confusión y muette Desde América tuya, que, como una paloma en un acto de mogia, produjiste, cubriendo con un pañuelo real una ilusa cabeza para que se posara con las alas tendidas como una bandera de paz sobre la tierra.
Desde mi Nicaragua, plexo solar de América, ombligo del mundo, tierra de promisión aun irredenta, tierra en ebullición de fe y de intelecto, donde dio el Almirante gracias a Dios. y Nicarao cacique y sacerdote, junto con Gil Gonzales como el abrazo fuerte, de dos razas potentes CC2 dos leños distintos la misma cruz cristiana.
Con un temblor de alma en el contrito labio mi esqueleto obatido como un arco de humildad del polvo al polvo con intimo dolor acumulado y amor más grande porque conozco desde la médula de mi sangre todo lo que me has dado cuanto me has hecho, lo que has amado canto desde aquí, desde mi lugar donde me has colocado este clamor en ersos trasladado esta canción de vida y redención.
II 29. BKENSE Oh Cristo, Dios que reinas desde un madero, cuyo reino, sin embargo, no es de este mundo porque el principe de este mundo, tú dijiste es el lucero aquel ensombrecido.
Las Lágrimas Autor desconocido. Museo Provincial Artístico de Burgos, España.
Dios! con nosotros, el fuerte, el admirable principe de la paz que nos traes la guerra blanco de contradicción y piedra de tropiezo la misma piedra hundida en los cimientos dolorosamente, noortalmente afanados en la búsqueda te encontramos en la calle de repente te encontramos en el teatro, en la oficina con guindajos de carne. con mugriautos harapos y ni siquiera nos detenemos en un gesto de curiosidad para ver como en balde se derrama tu sangre.
Jesús, hijo de David, rey a pesar de todo a pesar de los calles, los voltaires, los lazines los zolás, los renanes, los hitlers, los julianos que, sentados sobre un trono o de pie sobre un libro pretenden desiruir con sus pequeñas manos tu cruz que es el trono de la Redención. pesar de todos los que aun te ignoran los que te olvidan por comodidad o miedo los que te echan a puntapiés de sus moradas los que, pedros sin el amor, niegan tu nombre los judas que te venden, los caifases los débiles pilatos, los mediocres los que te hieren y te crucifican.
El jadeante troteo de todos los caminos esculcando la piedra hasta lo hondo para embrazar el oro el registrar ia selva más difícil tras el raro laurel mustio mañana, el mundanal oloido de como los lirios se visten y engalanan con más grande pompa que la de Salomón, y que las aves Luego, otras modernas preocupacicozes: el complicado rituol de la etiqueta la inexorable ley establecida la política de los hombres tan contraria a la simple política de Dios el destrozar la Vida por un sorbo de mar o 117 bocado de tierra el periódico con las últimas noticias de la guerra la fórmula científica que nos hace sentirnos más altos que los cielos la cita al fin logroda para hablar del negocio y al doblar una esquina tú, de improviso, con un gesto nos dotienes.
que no tienen graneros, nunca han hambre. Quien no toma su cruz y me sigue 20 es digno de ti, rey del amor, del agua que da vida de la nueva palabra, del dolor y la muerte cuyo manto se tiñó en escarlata el dia de la embriaguez de la vendimia y cuyo cetro no es otro en tu mano sino tu mismo corazón ardiendo, este canto donde entierro mi más profunda voz este gemido, est: grito cortante como la lanza para abrirme la entraña ternura de tu pecho.
III Ocupados y preocupados en este diario correr en este acucioso buscar y tratar de retener aquello que se nos escapa porque lo buscamos en todas partes menos en tu pecho menos en tus llagas cariñosas mazos en tu iruz y en tu regazo.
Por qué te empeñas, Cristo, 17 detenernos no ves que el tien:po es oro y la prisa (7 que me ves también es oro y esta libreta de apuntes y este cartapacio repleto de papeles y de planos es oro, oro que se transforma en cuanto desear pueda el alma humana. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica