82 REPERTORIO AMERICANO Aliento. Suyo era el evangelio de los placeres sencillos de la vida y la prosecución de la felicidad, idea y palabra que fueron la consigna de sus nobles, sus amigos y partidarios. Sus Himnos revelan cuánto era su regocijo enmedio de los encantos de la Naturaleza y las escenas de familia que nos quedan trazadas por sus artistas hablan de la ternura y delicadeza de sus sentimientos en la vida del hogar. Su esposa está siempre al mismo nivel suyo y sus deseos son siempre cumplidos por él. por dondequiera, sencillez y naturalidad.
fertilizante para su huerta. Golpeó la azada contra una pequeña cámara escondida en donde la mujer halló tablillas de arcilla grabadas con estilo agudo. Llevolas para su venta a un vecino que le dió unos pocos centavos por ellas y remitió muestras a Francia para inquirir el valor que aquello pudiera tener. Vínole una sabia y muy autorizada respuesta: Se trata de falsificaciones. Suebe haber suficiente ignorancia en los expertos.
De todo aquel hallazgo sobrevivieron apenas unas 350 tabli.
llas. Las demás, viajando de tienda en tienda, se habían pulverizado.
Esto no obstante, cuando las tablillas cayeron en manos de verdaderos expertos, rudo comprenderse que en ellas había un tesoroso archivo: las cartas cruzadas entre los dos faraones egipcios por un lado y los capitanes y principes vasallos de la Siria y Babilonia y Chipre.
Son los ricos archivos de Tell el Amarna, Diose principio a excavaciones fulgurantes que desde 1903, con el descubrimiento de la tumba de Thutmosis IV en Tebas, hasta 1922 en que se descubrió la de Tutankhamen, pusieron de manifiesto una civilización y una cultura que no se había sospechado hasta entonces haber sido patrimonio de la décima octava dinastía egipcia.
III Enfrente de Tebas, del otro lado del Nilo, Amenhotep III, erigió su palacio real. Allí se desarrolló la adolescencia del Principe que de.
bería heredar el trono bajo el nombre de Amenhotep IV, agasajado por las cuatro princesas, sus hermanas, mayores que él.
Pinturas de patos, pichones, peces y ganados de un arte ex.
traordinario, por su realismo y perfecta ejecución, adornaron los cielos rasos de los aposentos palaciegos, así como sus pavimentos.
De las terrazas se veían los jardines de plantas exóticas y los árboles asiáticos en las orillas del lago. vastos horizontes desde todas partes del palacio.
Túvose gran cuidado del niño porque se preveía que su padre no duraría largo tiempo. Consta que el Rey de Mitanni, Siria Setentrional, en dos ocasiones le remitió imágenes de Ishtar que deberían emplearse para la curación del Rey.
El Príncipe vivía rodeado de damas y mimado por sus cuatro hermanas mayores. trece años contaba cuando sucedió en el trono a su padre, 1375 antes de nuestra era. Bajo la dirección de su madre Tiy, Reina Regente, comenzó su carrera de gobernante.
Casó con Tadukhipa, una de las viudas de su padıy que le había venido de Mitanni, como las imágenes de Ishtar. Luego, a la muerte de ésta, hallándose el Rey todavía en sus dieces, esto es, antes de cumplir sus veinte añes, casó con su hermana Nefertiti, a quieni adoraba, se hemos de juzgar por las escenas de familia, de un bello reaj lismo artístico en las pinturas descubiertas en la tumba de Tutankhamen, en especial la silla de leonados brazos y patas. También aparece en carroza en compañía de Nefertiti y de sus hijas, rompiendo con ello una vieja tradición de la Corte de Menfis. Estas grandes alteraciones de una antigua tradición requerían una libertad de pensamiento incompatible con el Amonismo dominante en Tebas.
Comenzó a fermentar la tempestad sacerdotal.
Celog del dios Amón, temeroso del dios de Heliópolis traído a Tebas en la mente imperial de Amenhotep III, cuyo. genio habla concebido, por primera vez en la Historia que nos esi conocida, la idea del mundo que es hoy nuestra. En torno suyo, desde la Nubia hasta más allá del Eufrates, los reyes pagábanle tributo y le rendían reverente homenaje. En su persona se concentró un poder imperial.
Cesó de reverenciar los dioses locales y linsitados de los diversos pueblos conquistados. Por encima de Amón concibió la presencia de un dios Sol, el Ra Horakhti Aton a que su consorte Tiy había consagrado a su hijo Amenhotep IV.
El genio poético de este Príncipe, seguro de sí mismo, valeroso y revolucionario, despliega un saber extraño, muestra una profundidad de vórtice en medio de aquella antigua y venerable Tebas. Erige y da cima a un templo en Karnak, en donde aparece por la primera vez la imagen del Sol, cuyos rayos se terminan en diminutas y perfectas manos. Símbolo que de allí en adelante apaçecerá en todas las construcciones inspiradas por Akhnaton, como la más bella imagen de Aton, divinidad suprema y única.
Tintes orientales surgen en el pensamiento filosófico religioso de Akhnaton. Al hogar los ha traído su padre; pero él los acendra y los enciende en la llama de su místico entendimiento. Muchos de los nobles le siguen, como Horenheb y Ramosis, en cuyas tumbas se en.
contraron fragmentos de los Himnos compuestos por el Rey Poeta, Akhnaton. a medida que los cambios se producen en la Corte la hostilidad del sacerdocio en Tebas acentúa su sorda virulencia. Amenhotep cambia este nombre cuyo sentido es Paz. de Amón por el de Akhnaton, Aton cstá satisfecho.
Decide Akhnaton abandonar a Tebas. Para lo cual urge buscar un sitio donde erigir una ciudad que consagrar a Aton, como Tebas se había devodado a Amón. Iza las velas de su dahabiyeh para surcar el Nilo en la dirección del mar. Le acompañan su familia y nobles ami.
gos. Contempla, admira; pero sólo se le salta el corazón de alegría cuando a doscientas millas de Tebas y a ciento sesenta de la contem poránea ciudad del Cairo, adivina el maravilloso emplazamiento de su ciudad, la Ciudad del Horizonte de Aton, Akhetaton. Rodeado de magníficos peñascos, bañados sus pies por las aguas del Río, alli construiría sus palacios, sus templos, sus jardines, las ricas moradas de sus Nobles, las tumbas elocuentes en cuyas paredes, como en páginas de piedra, grabados para lectura de ojos asombrados treinta y tres si.
glos más tarde qucdaron sus magistrales Himnos. al cumplir sus veintiún años trasladó su residencia a la Ciudad del Horizonte de Ason, Akhetaton, en lo que hoy es Tell el Amarna.
IV VI Fué extraordinario el genio de este Príncipe.
Lo fué también el ambiente de grandeza, de universalismo, en que se desan olló. No solamente su padre y su bisaba elo babían poseido singular talenia de conquistadores, organizadores y gobernantes, sino también su madre, la Reina Regende Tiy, la más amada de las tres esposas de Amenhotep III. Ella consagró a su hijo a RaHorakhti Aton, triple nombre de la Deidad del Sol.
Los artistas pintaron el retrato de este Rey con un realismo singular, a instancias de él mismo. Porque este Príncipe había soplado su aliento en aquel nuevo florecer del Arte. Porque él fué el inspirador de ese maravilloso renacimiento de la Pintura, de la Escultura y de la Arquitectura que dicron fulgencia deslumbradora a su época, novecientos años antes de Pericles y dos mil cuatrocientos antes de Lorenzo el Magnífico.
Quebranto, pues, una tradición más: la representación de los reyes de una manera uniforme, hierática y solemne. El joven Rey quiso aparecer ante sus pueblos y descendientes como realmente era. Tenía cabeza grande, un siesnoés deforme, facciones delicadas, cuello largo, prolapso el abdomen y caderas gruesas. Ese retrato permitió la identificación de su momia cuando se la encontró en la tumba de la Reina Tiy, Había en esta franqueza, sincero amor de la verdad y una nueva concepción del Arte.
El giro poético de su mente se transparentaba en sus ojos soñadores semivelados por sus párpados alerados densos. también en sus gustos, reflejados en los jardines, las aves, las aguas de que se rodeaba. Algunos de sus cortesanos llamábanle Señor del Dulce En su carroza de electro amalgama de oro y plata entro Akhnaton, seguido de su corte, en la Ciudad del Horizonte, de Aton y en la ceremonia inaugural pronunció esta breve oración: Contempláis la Ciudad del Horizonte de Aron, que Aton quiso que yo erigiese para perpetuar el gran nombre de mi Majestad por siempre.
Porque fué Aton, mi Padre, quien me trajo a esta Ciudad del Horizonte.
En adelante ella será su residencia definitiva. Uno de sus Nobles la describe así: La poderosa Ciudad del Horizonte de Aton, deliciosamente bella, señora de las plácidas ceremonias, rica en posesiones, pues la ofrenda del sol está siempre en ella. la vista de su hermosura se siente regocijo. Es graciosa y bella: verla es como recibir una vislumbre del cielo.
En este medio de comprensión simpática prosperan sus reformas en el Arte que lo liberan del hierático Amonismo de Tebas; las actitudes de las figuras son espontáneas y enteramente reales las es.
cenas familiares: Nefertiti se sienta sobre las rodillas de su Rey, o le da a oler un ramo de flores, o apoya su mano derecha sobre el hombro izquierdo de su marido, mientras juegan en torno los niños. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica