REPERTORIO AMERICANO 349 Canto a la luz de tu existencia (En el Rep. Amor. todo volvió a ser un planeta sin aires, un obscuro universo de duda y de penar.
En el arco del mundo, viviendo entre volcanes, sumergido entre voces que salieron rotas del sueño; aquí, en mundos que ahogan las gargantas y pedazos de aceros e incendios; aquí, donde amores malditos hacen lumbre es la noche la reina de los seres sin ropajes, en todo esto, y más allá de todo esto, está mi vida en sombras y me duele.
Lentos giros de nieves, suaves aires helados, lluvias mojando rostros anhelantes y sordos, enfriaban el calor de un corazón que volvía a nacer para el canto.
El mundo no era masa, era materia cruel hiriendo sus alfileres en la carne tan blanca.
Pero llegaron luces de milagro!
Luces bíblicas, de amor en tierna conversión.
Un nombre que era eterno en su misma expresión: Abigail!
tierna sonrisa y dientes de teclado de piano cabellos sedosos como tules al viento.
Abigail de carne y alma, de labios aceitosos, de lámparas encendidas al mundo iluminando sendas, Abigail con voz de tibia escala y manos que sanaban heridas.
Abigail de bronce Era la nueva resurrección, nueva hija de Jairo, a quien dijo el Amor: levántate y sé miel.
y el sueño ya tejía sus telares abría sus dulces ropajes, en mis noches sin pan y sin calor. hoy es toda el sueño en la vida y más allá de la vida, remontada de la tierra hasta el cielo, zzando sus banderas como palabras fieles, y el miedo de la sombra vencido por su lus huye de mi deseando ya sólo su dulce vos presente, el agua de sus labios; ja todo el mundo es fruta de azucarado néctar.
y seda, Estoy frente a la rosa de papel de los días mirando el número más esperanzado de mi destino.
Aqui fui una vez corazón de garras y desesperos ogonizando entre sombras, frias sombras y húmedas violetas, pisando reptiles, escuchando corazones morir, clamoroso de mi propia existencia entre los aires, siendo todo una huida, sin distancias insalvables.
Los poemas se estaban muriendo como la flor de aquel florero con sed de palabras, con precisa de decirlos al viento.
Las músicas eran huecas, tontas, vacías los templos estaban cerrados a la piedad mientras caras de mujer me hacian piruetas impudicas agitando sus monedas hipócritas para el amor.
La madrugada encontraba mi lecho san grante, las luces del dia subían por las sábanas espinándome Sombras, sombras, hasta cuándo sin luz?
Los aires me abrieron un día sus brazos cristalinos, los aires me dieron la flor de sus gaviotas, los cielos sus azules girando lentos como cisnes Los aires y el cielo eran meta y arribo, bol para el reposo, sombra para el cansancio, Los países se abrian en los aires como abanicos mágicos, tres caras con ternuras condecoraban el cielo de esta fuga, Cristo hacía florecer su madero con sangre del Calvario entre cantos de amor y salmos de dolor.
Todo el mundo era así una gran masa triste con noches sin voces antiguas, roperos, sin perfumes, matinal agua turbia, todo era negación y llanto en marcha hacia el pasado. Y desde el arco del mundo, apagando volcanes, proyecto mi pasado y lo miro vencido entre cerrojos, guardado por lebreles.
Sus medallas acuña el tiempo nuevo para un dia cuando vengan pequeñas voces tiernas nacidas de la Dicha.
Abigail de bronce nieve, de lucha de reposo, espadas de tus letras, vencieron muerte miedo, hacen ya en el tiempo sus vidas sin misterios; Abigail de seda y fuego juntos, milagro de la vida puesto a secar sus llantos.
Los apagados volcanes miran tus tiernos ojos para secar sus lavas eres todo el futuro proyectando en mi serenas luces.
Aquiles Certad Costa Rica, de abril de 1945 Era el mundo todo una negación a la risa, era la gran flor que el invierno deshoja sobre la nieve y espera renacer en el madero del verano.
Giraba el mundo en sus varillas geométricas traspasado como el corazón de un héroe.
Yo era el vencedor de mil batallas, viajero de los aires, sin espadas ni escudos, desolado en un campo de cadáveres, Otro mundo tocaba mis tímidas orillas como alga en mar sin tempestades bogaban mis días sobre la mansedumbre.
El dia felis y esperansado apuntaba sus filos hacia ella.
La música me trajo sus gestos, sus palabras sin voces como la voz de un Santo.
Lo amargo se hizo dulce batiendo sus azúcares, el mundo se hizo tierno, como un niño que nace, la vida se hizo dulce, como un niño muriendo.
Pero muerte y materia, vida muerte conjuntas abrieron más dolores a un ser que era dolor.
Los dias inquietos herian como puñales crueles, como carpas felinas emboscadas en selvas, kerida carne aquella que me hacía san grante.
Dibujo de Juan Manuel Sánchez. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica