46 REPERTORIO AMERICANO a yo pensé Tú, Consolador: emplumada efectuamos nuestra excursión a las ruinas Mi maestro se llama la Palabra.
Cruz, haces posible el peso.
de Panamá la Vieja. Desde la última vez Mi Espíritu es un ave que revolotea ¡Paloma: que visitamos esas ruinas hace cinco en inenarrables gemidos dá tus alas a este grito y hay un árbol desnudo en toda mi soledad que se posa en el hombro años no poco se ha puesto en evidencia cuyo fruto cuelga como un corazón maduro del Hombre gracias la obra inteligente de las excava de sollozos y pueda así cargar cicnes. Todo esto nos dice nuestro viejo ¡Ah! el rumor de la sangre es ensordecedor. su carga. Déjalo llegar!
amigo Ernesto de Castillero se diría Yo cantaba. tú que carece de historia, pues ningún cronis¡Oh Madre Maria!
ta, ningún historiador, ningún viajero de PARA CL TO Madre carne, esposa del Espíritu, siglos pasados nos dan luces acerca de lo Señora virgen proletaria Padre de los Pobres. Proletario que fue la vieja Panamá. En los archivos canta.
Espíritu. Gime, españoles tampoco se ha encontrado nada Dad tu sombra al huérfano, que nos hable de la importante ciudad Oh compasión: fuego al dejado dad que fué incendiada frente a las actitudes de la Pasión: incendia la pluma del consuelo amenazadoras de Morgan. Sólo existe el la Ciudad de la riqueza.
el ala y vuestro Viento.
Quema el corazón; relato de aquel pirata que aprovechó Mén¡Criad palomas!
horna el pan, dez Pereira para su libro sobre el tesoro la comunión del Dabaibe.
solidaria de los hambrientos.
TESTAMENTO Purifica el sucio lugar del pobre Recibid, sucesores, Tras el espléndido almuerzo con que donde su sueño no conoce paz.
vosotros esperadores en la frontera de nuestra nos obsequió el querido Emilio, o sea el duración, señor Embajador del Perú, que hoy ocuLengua: transporta al pecho recibid este Hombre herido.
pa la hermosa mansión, propiedad de nuestanta secreta luz Esta agonía que nunca termina.
que al triste anima.
tro gentil amigo el doctor Adolfo Arias, Esta muerte que ya encontramos muriendo Pájaro amante pía: nos entregamos a la grata tarea de retornar pero que os espera a vosotros arroja cielo porque todavía no se ha colmado su medida. visitas y a recorrer uno que otro templo, y voz de altura pues las actividades febriles de Panamá se al peregrino.
Granada, Nicaragua, 1945.
paralizaron en homenaje a la virtual conclusión de la guerra. el día nueve, con EN LOS DIAS DE LA VICTORIA nuestro pasaporte en regla para poder permanecer en San José de Costa Rica, tomaPor Enriqueta Tovar y mos otro avión de la Panair. que tras (En el Rep. Amer. breve estación en David, nos dejó algo meEl siete de este lindo Mayo, al llegar nal y a las compañías de transportes a jorados de la quebrantada salud en el prenuestra avión a Talara se nos hizo conocer someter al viajero a una serie de tramitacioso aeropuerto tico de la Sabana, donla noticia de mayor bulto, o sea la refere ciones que, naturalmente, hay que cumde, amabilisimo, nos esperaba el Ministro te a la definitiva e incondicional rendi plir, y cumplir con complacencia maniperuano y querido compañero de labores ción de Alemania. Denotaron algunos fiesta.
hasta hace poco, César Elejalde Chopitea.
viajeros su regocijo por la conclusión de Como no había alojamiento en el Hotel Ciudad acogedora, de clima bastante pala guerra en Europa. Otros exteriorizaron Tivoli y se nos dijo que sólo podríamos recido al de Guatemala, San José nos recipreocupacion enorme por la serie sucesiva encontrarlo en el Internacional. pues allá bió con cariño. Instalados en un excelente de problemas que tendrá que afrontar el fuimos. Una muchacha nicaragüense, a hotel, ya no dispusimos de libertad, pues mundo en la trasguerra, con el conjunto de cargo de la barberia, nos rasuró. La noche la tiranía de Elejalde llegó al extremo de pequeñas crisis que fatalmente habrán resulto deliciosamente toledana, acaso por vedarnos que almorzásemos y comiésemos de producirse al transformar la mayúscula las estridencias de la celebración, por las en parte alguna que no fuese la Legación maquinaria bélica en maquinaria benéfica gentes portuarias, de la victoria sobre los del Perú. El, su bella esposa y su señorita para la paz y el bienestar de todos los alemanes. Qué música más aparente para hija, nos abrumaron con sus manifestaciopueblos.
taladrar los oídos e impedir el reposo del nes henchidas de gentileza, y además el fiNuestro paso por Guayaquil nada tuvo viajero! De otro lado, la servidumbre, de no diplomático y su carro estuvieron en todo de novedoso. Pero no sucedió lo mismo raza africana en su mayoría, y de nacionali momento a nuestra disposición. Así visitaal llegar a Cali, en cuyo aeropuerto en dad indefinille pues priman los jamaica mos la ciudad de Heredia, con justa razón contramos al eminente Obispo de Kan nos, barbadenses de Trinidad. no también la ciudad de las flores. cuyo temsas City, Monseñor Hara, con quien de deja entender, ya que habla un inglés bár plo plurisecular fué cantado por Darío, y partimos pocos días antes en intimo al baro y un español difícil de reconocer de a cuya Escuela Normal acuden los estudianmuerzo ofrecido por el tan respetado co inmediato y parece haberse completado pa tes de todo el país. Por escasez de tiempo mo querido Excelentísimo Nuncio de Su ra hacer abandono de buenos modales y disponible, no pasamos hasta Alajuela, la Santi lad en Lima, Monseñor Cento. entronizar, en cambio, en aquel ambiente ciudad que inmortalizó con su proeza. El pioseguimos la marcha en el douglas. de ascensores, comedores, servicio de ca Erizo Santamaría, varias veces por nospues los pilotos parecían deseosos de arri mara de teléfono, la más agresiva inso otros recordado en nuestros trabajos históribar temprano a Panamá, tierra en donde lencia para con el pasajero infeliz.
cos; ni fuimos a Cartago, residencia y esya nos esperaban buenos amigos y colegas, Afabilisimamente atendidos por un an cenario de la muerte de nuestro infortunasuelo querido que ahora por décima tiguo compañero de labores, el Embajador do mandatario, General José de La Mar, vez estábamos ansiosos de acariciar. Ortiz de Zevallos, y su distinguida consor ya que se nos había dicho por el General llegamos, en verdad, pero previo el paso te, cumplimos con diversos amigos nues Volio otros historiadores que nada del por la zona, en donde las necesidades de la tros; y en compañía del Director de la conjunto de moraldas del Cartago de aqueguerra obligan a las autoridades del Ca Biblioteca Nacional, Profesor Castillero, llos años del siglo diecinueve quedó en pie se Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica