334 REPERTORIO AMERICANO y en la fiesta de piedras preciosas de tu cielo que incendia el mar, bajo la tarde, abriendo lentamente su vieja puerta de oro para alumbrar la muerte sin muerte de tus rios; así estás vivo tú y tan profundo en el año segundo de tu viaje.
He de cantarte ahora como fuiste, con la luz dominante de tus ojos, tan sencillo tan lleno de sonrisas; he de cantar ahora tu amistad tan severa y tan grande hacia los niños; he de cantarte ahora tan rebosante de pasión, y que odiaban de lleno, también, hasta la muerte, manos para el timón, para el libro y la espada, manos de hombre que nunca dejó de estar de pie, ni al través de la sierra de Chiapas, sri ante la adversidad en Guatemala, vi en la blanca provincia de Felipe, Ni en Tabasco 20 años, ri ante la confabulación de la canalla, ni apostando en la raya de la amistad en México, ni en decidir de un golpe cuando Cárdenas comprobó tue medida en 35; extraño tipo de excepción: para tu altura nuestro medio y su clima resultaron estrechos!
y acción y movimiento, y energia como el Usumacinta en su carrena, redivivo en la fuerza de los hombres que fueron he de cantarte como fuiste, desde Juan de Grijalva; he de contarte como fuiste, tan señor entre todos, indoblegable como la ceiba portentosa de tasta; he de cantar el día que aún tengo aquí, dia hondo en el llanto que crispó el puño hasta dejarlo yerto, dia del corazón y su agonia, día de despedirte sin adioses, mientras el viento con puñales fríos arrasaba los ojos de tu madre, sujeta alli, clavada con su dolor, transida, estrujada por dentro en sus raíces, ciñéndote en sus brazos por vez última, con su preciosa austeridad, doblada. sin doblarse con su pena, quisa por que tuvieses, como siempre, su inmarcesible imagen, Sie entereza, su integridad, verdad de su amor intraducible.
Como las joyas de otras épocas, por desusos y méritos que aduna la pátina del tiempo, así fueron tu nombre, tu prestigio y tu vida, 1or eso he dicho yo que no pudieron cubrirte la estatura con montañas de lodo; por eso hubo mucha escoria terrena contra ti questo que estabas hecho para acabar con ella; por eso te maldijeron la envidia y la ceguera, mánsfugas del subsuelo, jugadores sin ley; porque eras mucho peso en la revolución, la inclinaste a la izquierda, junto a tu corazón; 7orque traías signo de rectificador resultabas el blanco de la putrefacción; Por eso estás en mi poesía, como un ejemplo de voluntad, como una lección de hombría resurrecta como un símbolo que permite recuperar la fe, como una enseñanza de pudor político, ana vida que no conoce deshonor, un tránsito de linea recta, todo en cincuenta años de cátedra invariable son la menor claudicación, tú solo, fire e, seguro de ti mismo, más allá del presente, abriendo surcos a la indiferencia de quienes no miraron cien años más allá; así fueron tu nombre, tu prestigio y tu vida.
He de hablar de tus actos sólo con la memoria de mis ojos: he de hablar de tus manos con el fervor de quien las vió en la siembra; manos de sembrador de maestro, de gran capitán para el ejido, manos de agricultor y de jinete que pasa sobre el tiempo y que lo vence; manos de su libertador, de mi libertador, de nuestro libertador, manos de dictador que padecieron por las de los demás, manos que hicieron la justicia de un tajo nada más, manos incontrastablemente cálidas a veces, kan generosas para el bien como inflexibles dentro de la ley, nobles y pródigas en uso del poder, yo he de hacer el dibujo de tus manos con el recuerdo de Epigmenio Antonio, y tu afán ganadero que atalayara el porvenir, tu invicta visión educativa que hiso volver a todos la cabeza como si echara a andar, con su perenne actualidad, nuestro mejor varón, el Presidente Juárez; así recuerdo aquí tus manos, que se entregaban definitivamente He de cantar ahora tu limpia preeminencia te quedaron tramos de camino inconcluso y pues que no ha caído, odavia, tu brazo: permanecer aqui, contra la muerte, es natural a tu desdén del olvido y la muerte; no de otra suerte pienso en el proceso de madurez de México, y en la semilla que regaron tu palabra y tu mano, en tu obsesión por hacer de la tierra un sitio grato al hombre para vivir con dignidad; es en tal equilibrio de las cosas, como veo tu presencia en el año segundo de tu viaje; así te veo de nuevo en el puente de mando, calsado el sombrero de ala ancha, abierto el cuello al transparente aire de Villahermosa, mientras tus ojos claros reflejaban, nerviosos, tu pecular sonrisa que se abria sobre la juventud eterna del Grijalva.
Piedras Negras, Coah. México. 1945. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica