REPERTORIO AMERICANO 271 Antología y Panorama de Poesía Norteamericana (Envio del traductor. Granada, Nicaragua, 1944. Esta es la cuarta entrega. Véanse las tres anteriores en los Núms. 3, y 16 del tomo en curso. El Canto de Amor de Alfred Prufrock cuando estoy ya los ojos que te fijan en una sola fórmula, cuando estoy ya formulado, aleteando en mi alfiler, clavado me retuerzo en la pared. cómo, entonces, comenzar a escupir las colillas de mis dias y mis modos. cómo, entonces, presumir?
Vámonos, pues, tú y yo, cuando el atardecer se tiende sobre el cielo como un paciente anestesiado sobre una mesa; vámonos por algunas medio desiertas calles, cuchicheantes retiros de inquietas noches en hoteluchos de una noche, y restaurantes de aserrín con conchas de os tras: calles que se prolongan como disputas fastidiosas de intención insidiosa que te van conduciendo hasta alguna pregunta aplastate.
Oh, no preguntes, Cuál?
Vamos a hacer nuestra visita.
En el cuarto las mujeres van y vienen hablando de Miguel Angel. ya he conocido los brazos, todos los he conocidobrazos con brazaletes, y blancos y desnudos (pero, a la luz, desmerecidos por leve vello bruno. Es el perfume de un vestido lo que así me hace divagar?
Brazos que yacen sobre una mesa o que se envuelven en algún chal, Debiera, entonces, presumir? cómo, entonces, comenzar?
La neblina amarilla que se restriega el lomo contra el cristal de las ventanas la neblina amarilla que se frota el hocico contra el cristal de las ventanas, pasó la lengua por los rincones de la tarde, paró en los charcos que quedan en los desagües, se echó en la espalda el hollin que cae de las chimeneas, resbaló en la terraza, dió un repentino salto, y viendo que era una suave noche de Octubre, se enroscó al rededor de la casa y se quedó dormida. He de decir que he andado, anocheciendo, por angostas callejuelas, y visto el humo que se eleva de las pipas de tipos solitarios que, en mangas de camisa, fuman en sus ventanas?
Yo debiera haber sido un par de ásperas zarpas escotillando en pisos de silenciosos mares. Y, en verdad, ya habrá tiempo para el humo amarillo que se desliza por la calle restregándose el lomo contra el cristal de las ventanas; ya habrá tiempo, ya habrá tiempo para alistar una cara que dar a las caras que encuentres; ya habrá tiempo para asesinar y para crear, y tiempo para todos los trabajos y los días de las manos que alsan botan una pregunta sobre tu plato; tiempo para ti y tiempo para mi, y tiempo todavía para cien indecisiones y cien visiones y revisiones antes de que se tome té y tostada.
En el cuarto las mujeres van y vienen hablando de Miguel Angel. la tarde, la noche, duerme tan apacible.
Por largos dedos alisada, dormida. cansada. o perecea, tendida junto al suelo, junto a ti y yo. Podría yo, después del té, los queques, los helados, tener la fuerza de forzar el momento hasta su crisis?
Pero por más que he llorado y ayunado, llorado y orado, por más que he visto mi cabeza (ya un poco calva) traida sobre una bandeja, no soy profeta ni hay asunto mayor; he visto mi momento de grandeza vacilar consumiéndose y he visto al eterno Andarin jalarme el saco burlón sonreirme, y en dos palabras, tuve miedo.
Y, en verdad, ya habrá tiempo, para pensar, Me atrevo? Me atrevo?
Tiempo para volverse y bajar la escalera, con un círculo calvo en medio de mi pelo(Dirán: Qué escaso tiene el pelo. Mi saco matinal, mi cuello alzado con firmeza hacia la barba, mi corbata rica y modesta, pero sujeta con sencillo alfiler. Dirán. Qué flacos tiene los brazos y las piernas. Me atrevo a perturbar el Universo?
En un minuto hay tiempo para resoluciones y revisiones que otro minuto volteará al revés. hubiera valido la pena, después de todo, después de las copas, la marmelada, el té, entre la porcelana, entre la charla entre tú y yo, haber cortado el asunto con los dientes sonriendo, haber exprimido el universo hasta hacerlo una bola, y dejarlo rodar hasta al guna pregunta aplastante, y decir: Yo soy Lázaro resucitado de entre los muertos, vuelto a decirtelo todo, todo te lo diré.
Si una, acomodándose una almohada a la cabeza, dijera: No era eso, ni mucho menos lo que quería, No es eso, no. Porque ya todas las he conocido, todas las he conocidohe conocido las noches, mañanas, tardes, he medido mi vida con cucharillas cafeteras; ya conozco las voces que mueren con un moribundo descenso en la música que viene de algún cuarto más lejos. Cómo podría entonces presumir? ya he conocido los ojos, todos los he conocido hubiera valido la pena, después de todo, hubiera valido realmente la pena, después de las puestas de sol y las entradas con jardin las calles regadas después de las novelas, después de las tazas de té, después de las faldas que se arrastran por el piso, y de eso y tanto más?
Es imposible decir precisamente lo que quiero decir.
Pero como si una linterna mágica proyectar a los nervios en cale co sobre una pantalla. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica