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230 REPERTORIO AMERICANO al aire libre, bajo la lluvia, sin abrigo y sin alimentación. El único doctor que allí había. le dijo: Ya ve Ud. la miseria. Yo no puedo hacer nada, pues hasta doy parte de mi sueldo miserable para aliviar la condición de estas desgraciadas mujeres. Las monjas que Ud. ve aquí de enfermeras son muy buenas, pero no saben nada de medicina ni de higiene; no tenemos medicamentos, instrumentos modernos, ni siquiera gasas ni vendajes. Como las sondas están mohosas yo no las puedo usar. Las mujeres llegan aquí, aquí se mueren y dejan a sus hijos contagiados que pronto siguen a sus madres. Yo no puedo insistir demasiado ante el gobierno porque pronto me haría sospechoso de comunismo por in teresarme demasiado en el pueblo.
Visité también la Casa de los Locos y ésta es una visión de pesadilla que acompañará toda la vida. Centenares de dementes pululaban allí, andrajosos, mal nutridos, sucios, ante la mirada severa de los guardias que más parecían criminales que ſguardias. Traté de ver también la cárcel pero nos informaron que el estado precario de esa institución hacía imposible la visita de extranjeros.
Las escuelas me impresionaron profundamente. Vi la escuela principal de señoritas dirigida por una señora que había sida maestra del General, por lo cual la escuela gozaba de altos privilegios. Todo estaba inmaculadamente limpio. las alumnas en severos uniformes, una disciplina rígida por todas partes. Un enor me retrato de Ubico dominaba la sala de las profesoras. Noté que las niñas sentían un verdadero terror por la Directora y más parecían condenadas a prisión que estudiantes.
En la Escuela Superior de Varones nos recibió un coronel del ejército: era el Director y varios de los maestros eran oficiales.
Era la hora de salida de clases y los chicos en uniforme militar y armados de rifles desfilaron en mi presencia. Las ór denes de los oficiales eran precisas y cortantes y la disciplina digna de un grupo de soldados nazis.
Muñoz Meany, en representación de los estudiantes de Derecho, me pidió que diera una conferencia el día seis de Sep tiembre. El caso era delicado, más para los estudiantes que me presentaban que para mí. Torielo me había dicho que ya estaban preparando un golpe contra la tiranía de Ubico pero que había que llevar las cosas con calma y con sumo cuidado, pues había espías en todas partes; que era indispensable que yo hablara, pues mi conferencia contribuiría a levantar el entusiasmo de los indiferentes Convenimos en que el tema de mi charla sería El Indio Hisme panoamericano en la Colonia. Muñoz Meany me había pedido de anternano que mencionara en alguna parte de mi discurso la necesidad de crear la Facu! tad de Filosofía y Letras en la Universidad, proyecto al cual siempre se había opuesto Ubico, temiendo la formación de estudiantes de ideas liberales.
Nunca olvidaré la noche de ese día lunes. Yo pensaba dirigir la palabra a unos trcinta o cuarenta estudiantes, pero ya a las ocho de la noche había varios cente nares en el Salón de Honor de la Escuela de Derecho. Noté allí la presencia de unos cien militares, y como yo observaba a uno de mis amigos que lo deseaba la presencia de miembros del ejército presentes, me dijo que yo estaba equivocado, que no eran oficiales sino maestros uniformados.
Muñoz Meany me presentó al público con gran valentía. Dijo que iban a escuchar la palabra de un hombre libre que se había nutrido de liberalismo en las grandes universidades norteamericanas; que yo llevaba a ese pueblo de Guatemala, aislado de todo contacto cultural, ideas nuevas y que la juventud guatemalteca estaba ansiosa de renovación. yo hablé del indio hispanoamericano explotado, esclavizado y destruído por el sistema totalitario español del siglo diez y seis; de todas las culturas perdidas en la historia del continente; de las grandes posibilidades del indio en el futuro de nuestra vida, siempre que se le considerara como ser humano y no como res. Claro está que cuando yo decía colonia me refería a los días actuales, y cuando decía Hispanoamerica indicaba muy especialmente a Guatemala, y cuando hablaba de Cortés o de Alvarado todo el mundo tenía en los labios el nombre de Ubico.
Yo sentí aquella noche, ante el entusiasmo y la exaltación de esa juventud, que los dias del Dictador estaban contados. Así lo manifesté después a mis amigos y Torielo me contestó. Antes de su vuelta a Estados Unidos habrá leído Ud. grandes noticias de Guatemala.
Alejandro Córdova que había aprovechado mi visita a Guatemala para publicar en su Imparcial varios artículos con intención liberalizante, comentó al otro día con detenimiento las ideas prin cipales de mi discurso.
El siete de Septiembre continué mi viaje a Panamá. En el aeropuerto estaban los fieles amigos que por una semana habían confiado en mí y me habían, asociado a la gran obra de renovación en que estaban empeñados. Poco antes de la partida del avión, Muñoz Meany me dijo. No deje de buscar a Juan José Arévalo en la Argentina. Ei ha sido nuestro guía y contamos con él en esta empresa que pronto esperamos llevar a feliz término.
Yo estaba en la Argentina cuando lei en los diarios la noticia de la revuelta en contra del General; había conocido ya a Juan José Arévalo y le había dado el mensaje de los jóvenes guatemaltecos. Es tos son los jóvenes que acaban de elegir a Juan José Arévalo Presidente de la República de Guatemala. Torres Rioseco.
Universidad de California, Berkeley, enero de 1945.
Convulsiones del Hemisferio Americano (De El Mercurio. Santiago de Chile, 23 octobre 1944. Los únicos países que pueden ser representados con derecho en la Conferencia de Paz son aquellos que han participado en la guerra como beligerantes. Clement Attlee, Vice premier. británico, en su declaración ante la Cámara de los Comunes, el 17 de octubre de 1944.
una ciertos grupos No podía menos que producir conmoción en el Hemisferio Americano la insospechada declaración del Vicepremier británico en la que anuncia al mundo el propósito del actual Gobierno de Inglaterra de que en vez de que la paz sea discutida por todos los que en una u otra forma colaboraron para que la victoria sea una realidad, se limitará la representación en la Conferencia, a sólo los beligerantes en contra del Eje.
Los beligerantes fueron más allá que aquellos que se limitaron a romper relaciones con el Eje, pero estos últimos contribuyeron y siguen contribuyendo con todo cuanto su potencialidad económica y política les brinda. Tales países consideraban, y así lo expresaron, que no se precisaba mayor cantidad de elemento humano para el combate y que ese con tingente lo dedicaban a acelerar la producción para esta guerra mecanizada, en la que, lo que menos falta hacía, eran los soldados.
El decano de la prensa chilena, editorialmente ha hablado para las Américas expresando que la Conferencia de la Paz no puede comenzar excluyendo en la forma que lo ha indicado Mr.
Attlee, porque no le conviene al mundo que sus procedimientoh descansen en otra cosa que en la más escrupulosa equidad.
Sin lugar a duda sería fuera de toda equidad el que en un conflicto universal en el cual con orgullo, los países americanos se han considerado como un solo bloque, se pudiera pensar en dividir a la América en categorías, sin recordar que el poderío bélico y económico de los Estados Unidos ha sido el desideratum del triunfo y que ese poderío se ha basado en la unidad americana y en la cooperación de todos estos países pletoricos en materiales estratégicos que los han ofrecido en plenitud.
No queremos siquiera pensar que la política inglesa entronizada en el mundo por más de una centuria esté saturada de ese avieso imperialismo, denunciado por Lin Yutang en su Entre láPara todos sus trabajos en ingeniería y copia de planos, llame a los Teléfonos 5319 (Oficina) o 3201 (Habitación. Ingeniero RAFAEL ROIG Aptdo. Correos Nº 523 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica