Repertorio Americano Tomo XLII CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1945 Sábado 18 de Agosto Año XXV No. 992 No. SOBRE EL CHILENO TORRES RIOSECO Por Gabriela Mistral (En el Rep. Amer. EL TALLER ES BOLIVARIANO.
Nuestra literatura se enseña hoy en casi todas las Universidades americanas, pero hace 20 años el interés de los Estados Unidos por nuestros libros no iba más allá del que inspiraba el cobalto chileno o el bálsamo del Perú: era el interés de una decena de especialistas.
El profesor chileno Torres Rioseco sobre esa tierra eriaza o bien removida, en no más de tres centros: Nueva York, California y Chicago. Actualmente su libro substancial sobre la Novela Hispanoamericana es allí obra de consulta para tres mil profesores de español. Se ha acabado la larga cuarentena que retuvo al libro ibero en los malecones para averiguar si valía o no la pena, desembarcarlo.
El país de su adopción ha dado a Torres Rioseco bienes innegables: él le debe el arte de aprovechar la propia cultura metiéndola en rigores de clases y libros a fin de que no vagabundee como en nosotros, y le debe la continuidad parda, terca y eficaz que llaman especialización.
Lo mismo le babría enseñado Europa; pero habiendo él optado por los Estados Unidos, estos le regalarían la lección doble y preciosa que salva de la dispersión criolla.
Era una faena hace veinte años hallar alli una información decorosa de nosotros; la America Española no sufría de parte de su vecino ninguna cuchillada eliminatoria: pero era, esto sí, un enorme limbo sin color ni contorno. Torres Rioseco no se sintió liberado de su obligación de paciencia, como los talentucos holgazanes y se puso a acarrear los materiales de sus clases.
El ha seguido a su gente ibera, sumiéndose años en las magníficas bibliotecas americanas: él ha perseguido con cartas a los escritores indolentes del sur, que no informan ni ayudan por dejadez o por soberbia infantil: él se ha gastado en la lectura kilométrica de nuestras cien revistas literarias donde hay que tratar la tonelada, a lo Curie, para lograr el gramo de radium: y él, recogió en las tertulias literarias de nuestros escritores trashumantes el archivo oral de una gente cuyo mejor documento es la conversación. Por todos estos disparaderos Torres Rioseco ha buscado a los suyos y trabajado sobre nuestros materiales hasta volverse él mismo uno de los núcleos de inforniación hispanoamericanos de los Estados Unidos.
PBAIXENCE sía obliga más que la prosa a un cuido cerrado del idioma. Así, nuestro compatriota no de jó nunca de escribir versos entre las pirámides de cuadernos, allí en un cuarto extranjero, donde ninguna forma convida a ser mentada en español el aire húmedo de esponja tampoco incita a usar lo sobrado e inútil que es la lengua propia en tierra ajena.
El idioma local hace en el afuerino la in.
yasión misma de la atmósfera en sus pulmones. El está posado en el sobrehaz del país, cl le enfrenta y encara con su desafío de patrón que manda en los negocios, en hoteles y hogares, en la competencia profesional, y en la amistad y el amor. En el cuarto vacío, él sal.
ta como el duende desde la radio y ocupa la habitación en un abrir y cerrar de ojos. Puede llegar a ese imperio un Gulliver. de su país; el enjambre de la abeja verbal lo rodea, lo hostiga y al fin lo apabulla.
Mientras tanto, el otro, nuestro padre, se pone a vivir die pecho adentro, o se aleja como ente inútil, o se va amojamando y se encoge como la piel de zapa. Cuando menos se descolora y amarillea, se le ven los jugos del donaire y se le secan lo aceites de la agilidad. El retozo, la interjerción, las pimientas y los azúcares de la alacridad y la ternura criollos ya ro están en la punta de nuestra lengua.
Arturo Torres Rioseco Una ausencia de amor no es más melancólica; este perder no se parece al del dinero, les balla. Se enroló con las tropas de Aníbal, sino al de la sangre en las anemias tropicapero habla todavía como en el patio de la ca les. Lo que se va con aquellas abejas, avispas, sa familiar o bajo el parrón talquino.
y abejorros que llamamos palabras. no son, es que tuvo la guardiana más alerta que jay. tantas cosas. Es el trato ya familiar con exista para el trance de salvar el idioma, la el mundo que nos obedecía como la lámpara más fuerte y la más sutil: tuvo a la poesía de Aladino, gracias a unas voces de amor o.
como vocación primera y definitiva y la poe de gobierno; son unas ropas tan plegadas al cuerpo del alma. que en ellas nada es arisco y todo resulta domado; y es un comercio Sumario: divino con lo material, que de sabido ya se hace solo según ocurre en los sueños.(y es Sobre el chileno Torres Rioseco. Por Gabrie mucho más, que aquí no cabe decir y que Ud.
la Mistral Arturo Torres, se sabe mejor que yo. Noticia de libros.
Lo común es que el afuerino se entregue a Cuando florezcan las magnolias. Por Myriam Francis.
la dictadura del aire y de los interiores y que El papel que representa la mujer en los al la aceptación lisa y llana le parezca lo únibores de la civilización (1. Por co racional. Así, él se da como la oveja, y aLachner Sandoval.
sí, es llevado a la esquila o al matadero. Los Lisimaco Chavarría en la Escuela de Tabarcia. Por José Vargas Montero, Estados Unidos están llenos de estos entreManuel Cano de Castro y su Exposición de gados y mutilados que se creen enteros aunlitografías y acuarelas. Por García que vayan, a lo Orfeo, corriendo en piezas Monge, Max Jiménez, Frco. Amighetti, Abelardo Bonilla, Emilia Prieto y Arrío abajo. 1)
turo Echeverria.
Vivía Torres Rioseco un trance doble: gaSalve Roosevelt! Por Frco. Villalobos Rojas.
Antología del pobre. Por Pablo Antonio Cuadra. 1) Prudentes, rebeldes y salvos los hay: me En los días de la victoria. Por Enrique salta a la memoria otro de los míos, Ernesto Tovar y Montenegro, crítico literario en el New York Sobre la valoración del carácter. Por Juan Times.
Antonio Corretjer.
En un viaje de regreso a Chile, por hambre ¡La paz tendrá que firmarse en Munich! o sed del habla popular (la otra la lleva en Por Fernando Ortiz.
los libros) se echó de bruces en nuestra vida Al Sur de tus manos. Por Agustí Bartra. rural y nos dejó el lindo libro folkorico que se llama Cuentos de mi Tio Ventura.
NO COLONIZARSE. Lado a lado con su producción de estudio y de manuales escolares él vivía una batalla incruenta, pero real y cotidiana: la defensa de sí mismo, el apretar contra el pecho el cabo de la lengua que se escabulle y se va.
Oir hablar a Torres Rioseco es saber que el celó su llama en la intemperie de la extranjería, que la veló con sustento y con atizadura. Pueden buscársele en su charla los destrozos del destierro en la sintaxis y las marcas del cartaginismo en el vocabulario. No se Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica