69 REPERTORIO AMERICANO van mas y hojas, formando paredes con puerta y EL PAPEL QUE REPRESENTA LA MUJER EN LOS ALBORES techumbre! veces se les habrá ocurrido tamDE LA CIVILIZACION bién construirlo arrimado a una roca, con lo cual se ganaba en seguridad contra el viento Por el Dr. Lachner Sandoval.
se economizaba una pared. Envío del autor. Concluye; véanse las dos entregas anteriores)
En un principio este rancho debió haber sido muy pequeño, ya que sólo estaba destinado El instinto supremo, el de la propia con techito fuera una cosa perfecta. Nada de eso.
a proteger el fuego. Pero el apetito viene co.
servación de la vida, es el más imperioso de Entonces, como hoy, todo invento o descubrimiendo. con mayor razón, puesto que los todos los impulsos. En las situaciones de los miento ha de tener su germen y su desarrollo.
comodidosos señores varones pronto encontragrandes apuros, cuando la propia existencia co Roma no se hizo en tres días; y el inventor ion allí dentro se podrían ellos refugiar para rre peligro, él nos obliga a tomar una resolución se ve pronto sobrepasado por otros que librarse de las lluvias y en parte del frío. Por salvadora (siempre que el peligro amenazante perfeccionando su obra, hasta hacerla irrecobien o por la fuerza, las sufridas mujeres tunocible para su creador: la semilla de naranjo vieron que avenirse a agrandar sus ranchos, si nos conceda algún plazo para proceder adecuadamente y no nos coja por sorpresa. nos oquedaría estupefacta al contemplar el hermoso bien los hombres se ofrecieron a ayudarles árbol de ella se originó. Comparemos el pribliga, pues, en tal caso y en su calidad de enéracarreando los materiales. El pequeño ranchito gico estimulante, a pensar!
mitivo vapor de Fulton con los grandes trasse transformó, pues, en una casa con capaci.
El salvador recurso a que echó mano la muatlánticos de hoy, o los rayos de Roentgen dad para albergar toda una familia. Alli, jer primitiva para escapar de la cruel muerte con un moderno aparato radioscópico.
cerca del fuego vivificante, podrían reunirse que le esperaba, si dejaba que la lluvia le apa así sucedió a la humilde inventora del te todos durante las lluvias y tempestades o por la gara el fuego, era muy fácil sabiendo cómo. cho protector del fuego; tuvo que constatar noche para relatarse sus proezas y aventuras.
Por de pronto ni ella sabía ese cómo. pues desilusionada que en su forma primitiva no lo All podrían dormir con más comodidad, gohasta ahí parecía no alcanzarle su caletre y se libraba de la lluvia que se colaba por entre las zar del calorcito de la hoguera y defenderse de requería un esfuerzo de su poder imaginativo hojas. vinieron las reformas para perfeccio los animales; allí permanecerían siempre las muy superior a lo que precedentemente podían narlo. Ya me figuro que poco a poco logró mujeres cuidando el fuego con mayor interés, sugerirle sus instintos. Pero el más imperioso escoger hojas más adecuadas (de caña o pal. pues a la vez les serviría para cocinar sus alientre éstos, el de la propia conservación, le mera) como lo hacemos nosotros, y que más mentos; allí confeccionarían sus rudimentarias gritaba desde adentro: o encuentras un esca tarde encontrara muy conveniente darle al te. vestimentas, cuidarían de los niños para lipe o mueres pronto.
cho una inclinación suficiente para el rápido brarlos de los elementos y de los animales. en tal encrucijada (y supongo que por priescurrimiento del agua; y luego, para impedir El hogar, la cercanía del fuego, quedó asi mera vez) se le vino una idea. muy simque el viento volara las hojas, lo mejor sería po constituída como centro de atracción de la faple para nosotros: alrededor del jendiosado ner sobre ellas unos palos amarrados con bemilia. La mujer, como inventora de la casa, fuego plantó ella unas horquetas (serían dos, jucos, etc. etc.
inició con ello, en los albores de la civilización, serían cuatro. sobre las cuales colocó unas De este modo debe de haber alcanizado la la vida en familia. Su mérito por ello será cuantas ramas, y encima de éstas echó bastantes techumbre, por fin, su mayor perfección y eterno. Loor a la mujer!
hojas. y quedó inventado y construido el completa eficiencia.
Desde entonces aquellos salvajes ya no poprimer techo que hubo de hacer la mano del aun entonces, otra circunstancia desilu. dían vivir sino en casas, más o menos estrehombre, o mejor dicho, de la mujer!
sionaba, por otra parte, a las mujeres respecto chas y primitivas, pero en todo caso alrededor Mis lectores habrán de reírse de mi sim de su techo, al ver que, si no el agua de la de un hogar. En compensación de las comopleza ai concederle tamaña importancia lluvia, si podía el viento apagar el fuego en didades y del relativo bienestar obtenido gratal pequeñez. quién no se le ocurre una trando por los lados. Ah! pero ya ellas habían cias a la mujer, los hombres tuvieron que conbobería como ésa. me dirán Uds. Pero no encontrado que todo podía remediarse con só. tribuir con el suministro de horcones, ramas, olviden que antes de hacer peque lo pensar un poco, y la solución del problema hojas, bejucos, etc mientras que las mujeres, ña invención, la humanidad casi ni discurría ni planteado no se haría esperar. Para qué ser conscientes y orgullosas de sus méritos, exigían pensaba, sólo obedecía a empujes instintivos, y viría entonces la experinecia obtenida con el al honor de ser y de seguir siendo las construcéstos, en la ocasión que relato, no acertaban a anterior descubrimiento? Vamos. habrán di. toras de las viviendas y también las sacerdotisas resolver el problema por no ser de su oficio; cho ellas: cerremos igualmente los lados con ra vigilantes del fuego, para el cual se ejecutaba y fué preciso estrujar el seso y llamar en au mas, hojas, y así evitaremos el viento, como lo preferentemente tal trabajo.
xilio a la reflexión. Es de suponer, en efecto, hicimos con la lluvia. Tal solución era ya Cosa bien curiosa y que nos muestra cuán el sencillo procedimiento inventado por la mu más fácil de encontrar que la anterior.
rígidamente se conservan, a través de los sijer tuvo que ser el producto de un rudimen entonces? Ante las asombrosas miradas de glos ciertas costumbres, cuyo origen se relos hombres se presentó una nueva maravilla: monta hasta aquellos tiempos tan lejanos, es Pero hay más. No se figuren ustedes que tal el rancho primitivo, hecho de horquetas, ra. el hecho de que aún hoy, entre algunos pueblos africanos y de la Oceanía, rige todavia la construcción de las chozas, para la cual los hombres han de aportar los materiales.
También encontramos otra huella histórica de enorme importancia y que ha podido mantenerse desde los comienzos de la civilización que vengo relatando y donde quiera que exisSan José, Costa Rica tió el culto del fuego, hasta los tiempos de la gran cultura greco romana. Me refiero a la AGENTES REPRESENTANTES DE CASAS EXTRANJERAS obligación que se les impuso a las mujeres de Cajas Registradoras NATIONAL (The National Cash Register Co. vigilar el fuego, so pena de morir, si lo dejaMáquinas de escribir ROYAL (Royal Typewriter Co. Inc. ban extinguirse. Así vemos que entre los antiMuebles de acero equipos de oficina (Globe Wernicke Co. guos griegos era Hestia la diosa del hogar, y Implementos de Goma (United States Rubber Export Co. entre los romanos lo era Vesta, en cuyos temMáquinas de Calcular MONROE plos las vírgenes vestales eran las sacerdotisas Refrigeradoras Eléctricas NORGE encargadas de mantener vivo día y noche el Refrigeradoras de Canfín SERVEL ELECTROLUX fuego sagrado sobre el altar de la diosa, so Plantas Eléctricas Portátiles ONAN pena de ser enterradas vivas si olvidaban su Frasquería en general (Owens Illinois Glass Co. deber. Tal severidad tenía su origen, en los Conservas DEL MONTE (California Packing Corp. tiempos anteriores, en las dificultades para reEquipos KARDEX (Remington Rnad Inc. poner el fuego extinguido.
Maquinaria en general (James Motley, en nuestros tiempos? Habrá en la actuaJOHN KEITH Socio Gerente RAMON RAMIREZ Socio Gerente lidad algún rastro de esa usanza? Ciertamente. No son acaso las modernas vestales las buenas señoras que asiduamente cuidan de que no se a esta tario pensar.
John Keith Co.
11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica