DemocracyImperialism

296 REPERTORIO AMERICANO bienes y riquezas retenidos por el clero romano. Cincela a la Patria orgánicamen te, la brinda autonomía, pujanza y espíritu.
Llama a guerra a sus compatriotas para expulsar al invasor. Su programa estriba en rechazar todo tutelaje. Pelea palmo a palmo el territorio nacional y triunfa de los enemigos. El respeto al pueblo, suyo es.
El gran repúblico es conciencia. Abomina de traidores y de ingratos. El honor, su escudo; la entereza, su ruta. De Cuauhtémoc a él hay vínculos invisibles de fuerzas insumisas, de altivez aborigen, de hi dalguía autóctona. Pensamos con Reyes que de la frente montuosa de Juárez salta la imagen alada de la República. Los ideales juaristas son los principios vitales del Continente: integridad inmaculada del Hemisferio, fe en la justicia, señorío de la Libertad. No accede al perdón de Maximiliano de Habsburgo, por la urgencia de asegurar la paz de la Nación; y a la princesa de Salm Salm, arrodillada a sus pies en solicitud de indulto, advierte que son el pueblo y la ley los que reclaman la muerte del Emperador. Pre fiere el sacrificio de tres caudillos al menoscabo de los postulados soberanos del país. veces los libertadores de pueblos deben ser a manera del nopal que suda espinas y arraiga aún en lecho de Benito Juárez roca.
El de noviembre de 1943, en México, frente a nuestra residencia, ininterrumpida Benito Juárez mente rodaban los coches cuajados de faPor Carlos Jinesta milias y de flores. Cerca, sobre las terrazas (En el Rep. Amer. surgia la humareda de las fábricas jadean tes; a distancia percibiase la fanfarria de los militares en desfile. Nosotros enderezamos nuestros pasos al Cementerio de San Fernando, a visitar la tumba de Benito Juárez, figura cimera que pertenece a los americanos todos. El cementerio es chico; extraño; aparece encenizado de antigüedad; sus caminos, cojos; apretados de sepulturas; la yerba crece a placer; pobre, escaso de árboles. Se alzan intactas en su estilo las últimas mansiones: son de una arquitectura original: responden a ideas personalísimas: navetas cargadas de fruta, jarrones historiados de símbolos, cunas animadas de águilas; en manojos, huesos roídos. Todo austero, todo en consorcio de piedra y mármol, todo de premiosa faena de cincel, como lo reclamara la época. La hora no nos inclinaba a orar sino a pensar.
Palpaimos lo que vimos para recordar con más precisión lo pomposo de los epitafios y la gracia de sus formas. La tumba de Juárez es grande. Es un templete sostenido por dieciséis columnas de granito de cuatro metros de alto. Puede abarcar una superficie de treinta metros cuadrados.
La circunda una baranda de bronce en don de águilas aztecas extienden sus alas tra(Hacia 1862)
bajadas a llamas. Quisimos que crecieran a su alrededor ahuehuetes nuevos. preu cisamente sobre el lugar en que descansan los inditos restos, se levanta un hermoso, ajeno, es la paz. La Carta del Atlántico. cuán hermoso. monumento de mármol si bien se mira, fortalece esta sentencia y de Carrara forjado a golpes impecables, le imprime actualidad. Observa con acierto que representa a dos mujeres, una con la Montesquieu que las naciones están cul: cabeza en los reglazos de la otra, que simutivadas, no cuando son fértiles, sino cuanlan la gloria y la inmortalidad. El artífice do son libres. El Benemérito de las Amépor antonomasia de la nacionalidad mexi ricas defiende a puño cerrado la nación cana, cuyo credo cívico ha encendido una independiente contra el imperialismo fo laurora en la convicción de cada ciudadano ráneo, crea la escuela científica, reconsdel Hemisferio, ocupa una de las más truye la democracia mexicana, asienta la sencillas fosas de México.
Reforma con visión de estadistal; estampa Era congruente, exacto, firme. Calmoso, estructura, fisonomía y voluntad a su tiereflexivo avizor. El ojo de su pueblo. rra. Las ideas justas llegan a logro. El Fué la dey, y más que la ley, el deber.
hombre grande hace cosas grandes. El Habia que hacer en México. Precisaba fi graba al ejercicio del mando el sello de tojarle rumbo a sus determinaciones. Sus da la responsabilidad requerida, invistienproblemas eran hondos y decisivos. Méxi dole de probidad y decoro. Ama a los col tenía que hallarse a sí mismo. El gran pobres; desconoce los privilegios nobiliaPresidente, desnudo de retórica, vivía en rios, sabedor de que la estatura del ciudaacción. a la criolla subían sus soldados dano no se mide por su abolengo sino por a impetu de caballo al hombro de las mon el tamaño de su virtud. Para San Pablo tañas o al picacho hirsuto de maguey, y el hombre es una semilla. Juárez siembra clavaban los gonfalones que afirmaron los hombres en los surcos de su enseñanza paacentos de la nacionalidad. Los que ingre triótica, que a través del tiempo mantienen saban a sus filas estaban con la Patria. en sus manos pulcras los limpios recaudos Los que no, tenían un Cerro de las Cam de la República panas: Miguel Miramon Tomás Mejía El Indio de Gualatao, paradigma de la expiaron allí sus descarrios, junto a Ma raza indígena proclama la hegemonía del ximiliano de Austria.
poder civil y la igualdad social contra los En medular frase cristaliza Juárez una fueros y los monopolios de la majestad juluminosa realidad humana, en su manifies ridica. Con él la Constitución, con él las to de julio de 1867: Entre individuos, disposiciones reformadoras. Incorpora a la como entre naciones, el respeto al derecho vida económica de la nación mexicana los El nacimiento de Juárez se produjo en medio de una pobreza singular. Pasó su niñez descalzo. Analfabeto hasta la pubertad por falta de escuela en su pueblo. Pastor de ovejas en sus años mo zos, el indito zapoteca vivía en las rancherías en los menesteres de la existencia. De joven, en la Universidad de Oaxaca, oyó las lecciones que daba Floº rencio del Castillo, uno de los sabios costarricenses de mayor valia. Más tarde, el aventajado discípulo fué Secretario del Presbítero Castillo. De honbre, siguiendo sus costumbres catonianas, fué su vida honesta en las intimidades del hogar y en la vorágine de las concupiscencias públicas, cuando alcanzó posiciones de relieve. Su estoicismo era edificante. Gustaba de la modestia: el lujo le sabía a robo a sangre. Como las pirámi des conocía únicamente las rectas. Tenia seguridad de sí.
Trajeábase siempre de luto, al decir de sus biógrafos. Era pequeño de cuerpo, pero de naturaleza vigorosa. Su tez, bronceada. Afeitado el rostro. Labios esfíngicos. Frente espaciosa, pómulos salientes, cabello lacio. La palabra maciza y esen cial. Usaba a diario corbatín negro sobre la camisa almidonada. Reloji de pesada cadena de oro, en el chaleco. Sus movimientos, reposados; triste, el mirar. No era hombre de emociones sino de resoluciones.
Se nutría a pechos del carácter. Hace setenta y un años Juárez se despidió del (Concluye en la pág. 303. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica