8 REPERTORIO AMBRICANO Esta carta.
Quito, diciembre 19 de 1943. a la estimación continental. Era. Ud tendrá su colección mi Romance de AdioMuy querido y admirado don Joaquín ses que con tan grato padrinazgo dió la García Monge: vuelta América. Después hice prosa, sin Ahora veinte años, cuando también, dejar la poesía. Vinieron muchos libros, mis veinte años publicó su magnífico satisfaciones y pesares. en su Repertorio vestuve desde hace cuatro lustros. ARepertorio, por la primera vez, una colaboración mía, con una notita parcamente hora le remito un poema ya maduro, y por elogiosa de su puño que me recomendaba si le parecen bien, dos testimonios en una hojita breve y. un retrato de mi última fisonomía. Está en prensa una voluminosa y completa Antología de la Poesía Ecuatoriana que saldrá a principios de año, elaborada por Antonio Montalvo y yo, y alli inicio y jalón. en las páginas que me corresponden, van en primer lugar el Romance de Adioses de 1923 y luego La Mujer de Piedra de 1943.
PBaixench Antonio Montalvo (1944)
Apreciación nos Veinte años de por medio, durante los cuales Repertorio Americano perseveró en la generosidad de difundirnos y estin ularу aún de consagrarnos! He allí por qué he querido dedicarle este recuerdo que era impostergable y enviar esa La Mujer de Piedra para las hojas de nuestro seinanario.
Que estas líneas le encuentren a Ud.
gozando de un año nuevo próspero, son los deseos de su amigo que le quiere, Sus poesías últimas están llenas de imágenes ingrávidas que se pueden pesar únicamente con la sensible balanza del arte más fino. Su poesía es cada vez más concentrada y se vá entonando dramáticamente como una guitarra templada sin prisa. Me gusta especialmente Medición Lírica del Viaje, donde el desgarramiento de la verdad vital se vuelve resignación filosófica.
La Mujer de Piedra es una muestra de la más emotiva y atormentada escultura de las ideas.
Jorge Carrera Andrade San Francisco de California, Noviembre, 1943. BAIXENCH Augusto Arias (1943)
Augusto Arias Augusto Arias Fa miro, buen Augusto, florecidos áureo laurel y mirto codiciadosen tus años de Dios, los bien vividos, vividos como cien así gozados.
La mujer de piedra Por Augusto Arias (En el Rep. Amer. Dichoso el árbol que es apenas sensitivo y más la piedra dura porque esa ya no siente.
Rubén Darío.
Gloria amor y ensueños esperados, on tus cum enta inviernos sonreídos hasta un vuelo nostálgico de olvidos fugando por tus mares ignorados.
Bravo bajel el tuyo, el de tu vida, erguido, vertical, el mástil fuerte en la noche cerval y el claro dia.
Del golpe del artífice, duro y seco, la piedra alcanzó los contornos de una mujer yacente.
Sobre su cuerpo vuelan los vientos insensibles, no hay nada en su cabeza que inquiete o que conmueva; el torso tiene móvil ilusión, y en los pechos, hay la sorpresa muda que nunca ha de verterse.
Los muslos están quietos, por más que el vital ritmo, nos diga del combate sin fin que hay en la tierra y los brazos caídos, distensos, son inútiles, pues la mujer de piedra no habrá de defenderse. De qué? Sobre su oscuro simulacro, los árboles, en sombra unanimista podrían extenderse; los pájaros del cielo no bajarian raudos, para en su seno tardo beber ni suspenderse.
Flechas del sol tan sólo clavan sus dardos áureos sobre esa cabellera de nunca estremecerse y nuestras esperanzas, tejidas desde siempre, hallaran la dureza mayor para perderse.
Así estás, buen Augusto, con tu vida, eterno ya sobre la misma muerte, deshojando tus flores de alegría.
Antonio Montalvo Quito Ah. qué angustia de siglos qué aliento retenido, qué sed de filtros hondos la que ahora tuviera esa mujer de piedra, qué cansancio inaudito, recostada sin sueño, si la piedra sintiera. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica